KATMANDU
Cientos de miles de personas (300.000 según fuentes independientes y 180.000 según diplomáticos occidentales) dejaron pequeña en Katmandú la explanada reservada para la concentración del Partido Comunista de Nepal-Maoísta, que se levantó en armas hace diez años.
Miles de personas trataban de buscar sin éxito un hueco para ver a los dirigentes de la guerrilla mientras se sucedían sus discursos, audibles por un gigantesco sistema de altavoces. Una estación de radio móvil propagaba sus palabras por todo el valle de Katmandú.
Krishna Bahadur Mahara, jefe de la delegación maoísta en las conversaciones con el Gobierno, denunció el incumplimiento, por parte del Ejército, de la tregua bilateral y exigió las inmediata disolución del actual Parlamento, «incapaz de representar al país».
La guerrilla maoísta ha visto reforzada su lucha por el triunfo de la revuelta popular que forzó la derrota del rey Gyanendra. Una derrota que no llevó a su derrocamiento.