Raimundo Fitero
Juan Valdés
El café ha tenido siempre una cara, una imagen, un bigote, el de Juan Valdés. Aunque se trate de una marca del café colombiano, por esas cosas de identificación de las partes y el todo, su nombre, su cara, su vestuario, su burro, nos trae aromas de todos los cafés. Pues, como todo es finito, el Juan Valdés que llevamos viendo durante los últimos treinta y siete años, va a ser sustituido. Carlos Sánchez, que así se llama quien le da vida, tiene setenta y un años, y consideran los publicistas que debe ser sustituido por otro hombre que tenga entre treinta y cinco y cincuenta años, que se le parezca, para no despistarnos, y que nos provoque en la mente las mismas sensaciones o parecidas.
La cuestión es que este icono existe desde 1959. Primero fue un cubano quien le dio vida durante diez años, y cuando nos informan del proceso que están llevando de selección de quien sustituya al septuagenario Sánchez, se nos anuncia que en esos años han pasado cinco papas por el Vaticano, seis actores han hecho de James Bond y en Colombia han sido elegidos doce presidentes. El último hace muy poco. Casi nada. Las comparaciones son de publicitarios, pero tienen su miga.
O sea, que estamos ante una marca universal, pero si en otros asuntos se trata de algo de diseño, de una imagen, aquí es un ser humano que representa a un prototipo. Y llevan meses, buscando porque el trabajo del que haga de Juan Valdés, no es solamente hacer los anuncios televisivos, de dejarse fotografiar para paneles, paquetes de café y otros anuncios, sino que viaja por el mundo, es el embajador más importante de Colombia y su café. Es fruto de la perseverancia, una manera de comunicación en donde se resalta el carácter ancestral, artesanal, invariable de sus calidades y sus procesos los que han logrado transmitir en estos anuncios que llevan muchos años acompañándonos en muchas fases de nuestra vida televisiva. Posiblemente no exista ni haya existido nunca ningún Juan Valdés cafetero vestido así, ni con ese sombrero, ni llevando la ruana de esa forma ni con mula. Pero es lo que nos han vendido. A mí me gusta corto. En Colombia lo llaman «tinto». Café. -
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