UMORE AZOKA DE LEIOA
Los cuerdos colgados y los locos sentados
Las Artes del Cielo, donde se muestran acciones de artes circenses de altura, como el trapecio o las cuerdas, se hicieron un sitio en la programación de la segunda jornada de la Umore Azoka.
Las compañías Zanguango, Pikor y Trapu Zaharra, provenientes todos de la misma escuela, ofrecieron ayer en la segunda jornada de la Umore Azoka de Leioa tres espectáculos circenses de corte parecido, a los que se agregaron unos recién llegados, Zero, con mucha energía renovada. Por si nadie lo sabía, «el señor de la camisa roja» al que tanto increpaba «el Profesor Karoli» era este cronista. No hay que vestirse de manera significativa porque acabas señalado, como le pasó a Gorka Zero de Hortzmuga, que fue utilizado como público en varios espectáculos de participación. Karoli dio una lección de actuación callejera, en sus diez minutos de apertura de la sesión de tarde, a las seis, cuando el sol cae con justicia en el Boulevard y le da en la cara al artista. Con una música de fondo marchosa, supo sentar a los niños, hacer el corro adecuado, buscar cómplices para ir desgranando sus virtuosismos circenses, con los monociclos, los palos chinos o su capacidad interpretativa.
Azulkillas mostraron su nuevo trabajo, con más estructura dramática, pero muy mal resuelta, porque lo suyo es subirse a las telas, luchar contra la gravedad, hacer piruetas en los trapecios. Fueron quienes abrieron la secuencia programática del género, porque inmediatamente vimos a Les P’tits Bras, una historia mucho más elaborada, con más recursos narrativos y dramáticos, con un aire de viejo circo romántico que encandilaron de manera clara a los espectadores. En el espacio especialmente dedicado a estas artes, con la conducción en momentos genial de Loco Brusca, tuvimos la oportunidad de ver el escalofriante trabajo, por riesgoso, pero maravilloso en cuanto a forma y estilo de la pareja de Circo Plot. A cinco metros, debajo de sus cabezas el suelo la única protección era una escueta alfombra. Y son capaces de mostrarnos relaciones de amor. Completa este paseo por los cuerdos colgados, el que contemplamos a última hora de la noche, “De Si De La”, para explicarlo, un espectáculo dulce, una mujer extravagante colgada en una suerte de hamaca entre árboles urbanos tocando el contrabajo con todo su cuerpo. Es para verlo. Pero los locos no estaban colgados, sino que aparecían a pie de calle. Por orden de aparición: Trapu Zaharra hace cada año un espectáculo. Tiene nombre y motivo diferente, en esta ocasión “Visa vis” y los personajes son banqueros y el asunto de la paternidad de fondo, pero siempre es el mismo esquema, los mismos actores, la misma capacidad infinita de comunicar y atrapar. Son unos clásicos del teatro callejero. Los que más aplausos populares reciben. A continuación y casi en el mismo espacio Zanguango, que recién acaba de recibir el premio del público en el festival de Valladolid por este “El desahucio” que tiene elementos realmente conseguidos, que plantea un buen tejido teatral, y que explota las capacidades del reparto. Es un trabajo que llega con mucha facilidad a los públicos y que demuestra conocimientos de los resortes espaciales y de calle, pero concentrados en la visualización frontal. Completa la terna Pikor, con una propuesta muy grandilocuente, con una escenografía realmente considerable, y que en “Cómo, Como”, parece perderse en una excesiva acumulación de situaciones y de mensajes que se enredan y se van anulando. Hay varios lenguajes escénicos que se solapan y no dejan verse, y quizás después de este estreno lo que requiere es una reconsideración de sus creadores para dejarlo en un tiempo y una intensidad adecuada para que logre los objetivos que en momentos apunta. “Metáfora, el circo olvidado”, de Zero, con jóvenes actores y actrices en formación, tiene la ingenuidad de un primer trabajo, de una vomitona de conceptos, textos, imágenes, que suenan a muchas cosas, pero que consiguen un aire propio, una suerte de coherencia. Un trabajo que apunta a un grupo con mucha energía creadora, que si se canaliza correctamente puede dar muchas satisfacciones. De momento, parecen el gran descubrimiento. Vimos más. De pasada, Kukubiltxo plantó su mundo imaginario de “Kukubel”, un espectáculo con unos cuantos años. Un coche delicioso, con tres personajes tópicos, es lo que nos ofreció “Clowns”. Un paseo tras el artilugio y escenas de siempre cuando se intenta parodiar un rodaje de cine. Tambores, ritmos, bailes exóticos, un aire muy familiar, muy reconocible, “Kadun Kadama”, una simple animación sin mayores intereses. Que no se nos olvide. Los muñecos y espacios peculiares de los peruanos de Los Grumildos, con colas para visitarlos, y los curiosos paraguas de “Karotz”, una instalación mecánica que funciona constantemente. -
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