Y ahora piden perdón.
Los pretéritos estalinistas, ETA-berri/Komunistak, los del «meneíllo comunista», los chicos y chicas de Batzarre, las almas bellas van a realizar acto de contrición. Así lo anuncian en prensa y boletines. Lo llaman «tiempo post-ETA». Están arrepentidos del acercamiento excesivo a HB, se «contaminaron» de sus posiciones excluyentes, antipluralistas y etnicistas. Tanto que pillaron cacho en el Parlamento navarro por primera vez en su historia. Y se aferraron a él como un recién nacido a un pecho materno. Ellos, que aportaban a EH, palabras de la de Tudela en el mitin central, el desapego a los cargos públicos.
Y es que el arrepentimiento es el necesario peaje para entrar en el club de los demócratas.
«Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión (...) hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas...» (Daniel 9:4,5,13).
En el citado documento dicen que tienen problemas de identidad, que tienen que elaborar una nueva. Y es verdad, estos apóstoles de la moral y de la ética, defensores de los más pobrecicos de la Tierra se han dado cuenta de que la macetita que regaban con tanta delicadeza para que se convirtiera en frondoso bosque no era sino un bonsái. Empezaron como Mocedades y han acabado en un cruce entre Village People y Viva la Gente.
Al alma bella, decía Hegel, «le falta la fuerza de la enajenación, la fuerza de convertirse en cosa y de soportar el ser. Vive en la angustia de manchar la gloria de su interior con la acción y la existencia; y para conservar la pureza de su corazón, rehuye todo contacto con la realidad y permanece en la obstinada impotencia...».
¿Por qué las instituciones, las que sean, no nombran a Mila una mujer que ha sacrificado su vida a la causa de los más, más, más desfavorecidos embajadora de las indígenas transexuales negras con discapacidad motriz de la leprosería de Goa, y víctimas del último ciclón, pongo por caso. Y a Jesús (¡qué cruz!), no sé..., a investigar si la violencia de los yanomami es fruto de las fricciones identitarias vasco-navarras por la pluralidad de la tribu. Y así dejen de aburrir al personal.
Nosotros, con Spinoza: «No me arrepiento de nada. El que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente mi-serable». -