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Gara > Idatzia > Mundua 2006-06-04
El Alzheimer de los espías
El servicio secreto exterior alemán, BND, tuvo que reconocer dos graves errores: supo a tiempo del secuestro de un ciudadano alemán por la CIA en 2004 y en dos ocasiones no informó al Gobierno alemán. En el fondo de este incidente, además del espionaje a determinados periodistas, se encuentra la reforma de la «comunidad de inteligencia» para adaptarla a las nuevas aspiraciones del Gobierno.

Khaled Al Masri tiene nombre árabe pero es ciudadano alemán. La Constitución de su país prohibe la extradición de sus súbditos al extranjero. Han de ser juzgados en Alemania. Sabiendo este problema la CIA optó por secuestrar a Al Masri en Macedonia en enero de 2004 para llevarle a una cárcel secreta en Afganistán. El servicio de inteligencia interrogó y maltrató al secuestrado. En los interrogatorios intervino una persona que hablaba perfectamente el alemán. En la «guerra contra el terror», decretada por la Casa Blanca tras los ataques del 11-S, vale todo. Al Masri tuvo la suerte de recuperar su libertad en mayo de 2004. En un principio nadie le quiso hacer caso porque su historia parecía inventada. Ahora una Comisión Investigadora del Parlamento Alemán se ocupa del caso Al Masri como también del secuestros de otros alemanes de origen árabe y de los vuelos secretos de la CIA efectuados desde Alemania.

El viernes el BND optó por el lema de estratega militar von Clausewitz: «El ataque es la mejor defensa». Antes de que sus agentes destinados en Macedonia fuesen a declarar en calidad de testigos antes la Comisión del Bundestag, el servicio de inteligencia reconoció mediante un comunicado que uno de sus miembros se enteró «a través de un desconocido» de la detención de Al Masri en una cantina en Skopye.

Sin embargo, el agente, que prestó ayuda técnica al servicio secreto de Macedonia, no avisó a sus superiores, según el BND. Este error ha sido calificado como «una falta de información». No obstante, la primera cadena de TV estatal ARD añadió el viernes que el Ministerio de Exteriores alemán preguntó en junio de 2004 al BND si sabía algo del secuestro de Al Masri. La central alemana de inteligencia, con sede en Pullach (Baviera), respondió que no.

En febrero el Gobierno de Angela Merkel repitió la pregunta y recibió la misma negativa. El BND está adscrito a la Cancillería e informa directamente al jefe de Gobierno. Según parece, en las dos ocasiones el servicio «olvidó» interrogar al técnico, al «tercer hombre», que no prestaba servicio en la oficina del representante oficial del BND en Macedonia que contaba además con un ayudante. Obviamente se trata de un caso especial de Alzheimer entre espías.

El diputado Verde, Hans-Christian-Ströbele, sentenció: «Hay demasiadas cosas en el BND que la Cancillería debería controlar, están fuera de conrol». El político, que es miembro de la Comisión Investigadora, solicitó «una radiografía de la casa de locos del BND».

La reacción de Ströbele se debe asimismo a la publicación del informe que revela cómo el BND espió a determinados periodistas. El autor de esa obra es el juez federal retirado Gerhard Schäfer. Aunque sus conclusiones se basan exclusivamente en los documentos que el servicio secreto puso a su disposición, Schäfer llegó a la conclusión que en varias ocasiones el BND atentó gravemente contra la libertad de prensa cuando espió a periodistas y autores.

Espionaje a periodistas

La investigación de Schäfer revela que no se puede considerar, a priori, a los afectados periodistas como víctimas sino que hay que analizar muy bien cada caso. Algunos, como el redactor del «Süddeutsche Zeitung», Hans Leyendecker, son víctimas del BND. En 1994 el conocido periodista de investigación destapó en su época en el semanario «Der Spiegel» que el contrabando de plutonio descubierto en Múnich fue una operación concertada por el BND.

La agencia de inteligencia se puso a buscar al «topo» que le podría haber informado a Leyendecker. Para encontrarlo contrató a otros periodistas que deberían vigilar de cerca a este informador. Leyendecker, a su vez, arremete ahora contra el autor Erich Schmidt-Eenboom porque éste primero criticó al BND en su obras, por lo cual fue espiado por el servicio, pero luego facilitó determinadas informaciones sobre periodistas, sus trabajos en curso y demás personas vinculadas al mundo de los servicios secretos alemanes. Por eso Leyendecker le llamó un «confidente» y «cómplice» del BND. Otro periodistas, Wilhelm Dietl, optó por utilizar su trabajo de periodista para actuar también como agente a sueldo del BND ­sin espiar a otros colegas­. La publicación del informe ha causado gran irritación en el mundo del periodismo alemán.

En el fondo de todos estos sucesos y de los que van a venir todavía está la reforma de la «comunidad de inteligencia» alemana. La actual separación en las ramas exterior, interior y militar ya no corresponde a las necesidades actuales ni a la nueva doctrina militar que prevé la intervención de Alemania en el resto del planeta. Dado que las estructuras de los servicios secretos son frutos de la separación alemana y del recuerdo del omnipotente aparato policial de los nazis, dominado por las SS, los poderes fácticos reclaman silenciosamente una reforma del status quo. Merkel quiere posicionar su país como una potencia más en el Consejo de Seguridad. Para ello necesita una «comunidad de inteligencia» libre de influencias externas. Los escándalos del BND son el primer paso hacia un reformado servicio secreto. -

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