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Gara > Idatzia > Ekonomia 2006-06-05
Juan Carlos LAGE | Trabajador y huelguista de hambre de Fertiberia
«Nos sentimos absolutamente engañados por UGT y CCOO»
El proceso de cierre vivido en Fertiberia y la actitud mantenida por CCOO y UGT ha llevado a Juan Carlos Lage a concluir que «muchas empresas las cierran los sindicatos, y los trabajadores no cuentan para nada». Afirma que la plantilla se ha sentido «engañada» por éstos, pero recalca también su decepción respecto a la clase política.

Juan Carlos Lage es uno de los diez trabajadores de Fertiberia que ha permanecido doce días en huelga de hambre en demanda de la reapertura de la negociación para acordar las condiciones del cierre de la planta de Lutxana, en cuyos terrenos se van a construir 2.000 viviendas, ya que rechaza el acuerdo firmado por CCOO y UGT con la dirección. Tras veinte años en UGT, en cuyo nombre integró en su día el comité de empresa, ha sido expulsado «sin explicaciones» por su postura en este proceso que acabará con el desmantelamiento de la factoría.

­¿Les sorprendió el anuncio del cierre de la planta que Fertiberia tiene en Lutxana?

Había rumores de que la empresa tenía previsto cerrar la planta antes de verano de este año. Esos rumores se han convertido en algo real. La empresa se ha respaldado con el Ayuntamiento de Barakaldo, diciendo que es éste el que les obliga a cerrar por cuestiones de contaminación, pero nosotros sabemos que es mentira.

­¿Los trabajadores rechazan el cierre o que se saque la producción de Euskal Herria y no se reinviertan las plusvalías en crear otra planta?

Sabíamos que la empresa iba a cerrar, pero ¿por qué ahora, cuando el plazo finaliza en octubre de 2007? Rontealde (ahora Befesa Desulfuración, la otra fábrica afectada por la decisión del Ayuntamiento) no va a ser desmantelada todavía, porque quiere mantener la producción, mientras que la nuestra se ha dado prisa porque el negocio de la vivienda está de capa caída y tiene que aprovechar el poco margen que le queda. Tenemos claro que Sefanitro (hoy Fertiberia) no puede mantenerse en el centro de Barakaldo, pero también es cierto que estamos mejor que nunca en cuanto a medidas correctoras de contaminación. Cuando Villar Mir ­propietario de Fertiberia­ ‘nos compró’, nos prometió una nueva planta que ahora no se va a construir, porque es más rentable llevar la producción a Argelia. Tenemos un producto que se vende bien y lo van a llevar a Avilés, porque, de momento, les interesa fabricarlo aquí.

­Sin embargo, piensa que Fertiberia acabará cerrando también las plantas del Estado español.

Sí. De hecho, los compromisos de la empresa con quienes opten por el traslado es sólo de tres años. Nos tememos que cuando las plantas de Argelia estén en plena producción cerrarán todas y harán silos en los puertos para traer la producción.

­¿Esa es la función que tendrá el centro logístico que la empresa dice que va a crear en el puerto exterior de Bilbo?

Sí, un almacén de distribución.

­¿Quién es responsable de que Fertiberia no cumpla su compromiso de reinversión?

El 50% de Sefanitro era público, del INI, y a la hora de escoger al comprador, la asamblea de trabajadores eligió a quien nos prometía una nueva empresa, e Industria se la adjudicó a Fertiberia por ese compromiso. Nos sentimos absolutamente engañados.

­¿Qué opina del papel del Ayuntamiento de Barakaldo?

El alcalde de Barakaldo no nos ha expresado ningún apoyo. El Ayuntamiento recalificó los terrenos dos años después de la compra y a petición de la propia empresa. Aunque no ha trascendido, imaginamos que ya entonces se pactaría todo, , porque no van a recalificar sin más, sin concretar el cese de la actividad industrial y otras cuestiones. Este proceso de cierre ha retratado a la clase política, medios de comunicación y compañeros, a todos. ¿Cómo puede decir el alcalde que no es un pelotazo? ¿Cómo se le llama a eso, robar? Me ha defraudado mucho la clase política, excepto Julio Artetxe, que ha dado la cara por nosotros. Ha habido muchas presiones y Sefanitro se ha convertido en tema tabú. Nadie tira de la manta, pero esto está pasando en muchas empresas. Las cierran los sindicatos y los trabajadores no cuentan para nada.

­¿Es eso lo que ha pasado en Fertiberia? ¿Cree que la han cerrado los sindicatos?

Es lo que nos ha pasado a nosotros, nos sentimos engañados por los sindicatos. Ellos han estado defendiendo algo, es lógico pensar que hayan defendido su futuro personal, y, para eso, se nos han pasado a todos nosotros por el forro. En un proceso de cierre como éste ha habido una sólo asamblea de trabajadores, para pedirnos calma y tranquilidad, y no ha habido movilizaciones. Eso no es normal.

­¿Qué le llevó a sumarse a la huelga de hambre?

Por un lado, el tema laboral, porque desde un principio se vio claro el ‘tejemaneje’ que se traían los sindicatos con la empresa, y, por otro, el personal. Quería explicaciones porque se me expulsó de UGT por discrepar públicamente en las asambleas y por participar en las que realizaron ELA y CCOO y en las movilizaciones. Un día, un delegado sindical me dio un sobre con la nota de mi expulsión, sin darme ninguna explicación y saltándose todo el proceso que se sigue para expulsar a un afiliado. Si no estoy de acuerdo, ¿por qué no voy a colocar un cartel de ‘no al preacuerdo’? Estaba dispuesto a iniciar una huelga de hambre cuando me expulsaron, para reivindicar mis derechos, pero me he dado cuenta de que no merece la pena luchar por eso, porque no he tenido ni una sola llamada de teléfono de ningún responsable de UGT, ni del Metal ni de nada. No merece la pena estar en un sindicato en el que la gente es así y donde hay afiliados que en su día fueron represores de los obreros.

­¿Cuál ha sido la respuesta de los compañeros ante la huelga de hambre?

Hubo presiones por parte de UGT, pero venían a vernos por la noche, para que no les viesen a ellos. Algunos venían lamentándose a decirnos que no había derecho a que nosotros estuviéramos en huelga de hambre y ellos metiendo horas... La presión que han tenido ha sido increíble. He visto cada drama... He llorado mucho. Hay gente que ha tenido que coger baja por depresión a causa de la presión a la que han sido sometidos. Yo entiendo a la gente, lo que no admito es lo que han hecho los sindicatos y algunos compañeros que se han dedicado a presionar y amenazar.

­¿Cómo se sintió al conocer que CCOO y UGT estaban recogiendo firmas de apoyo al preacuerdo mientras ustedes mantenían una huelga de hambre?

Muy mal. Fue un jarro de agua fría. Nos esperábamos algo, alguna negociación aparte en la que se mejorara algo, para lavarse la cara, pero no esto. Hemos acabado con lo mismo. Su baza es que han conseguido que la empresa nos dé el preacuerdo que había retirado. Ese es el logro. De cara a la gente, lo han conseguido. Pero desde que firmaron el preacuerdo ellos entran con la cabeza gacha a la fábrica mientras que los demás lo hacemos con la cabeza bien alta. Por algo será.

­No les ha costado mucho conseguir las firmas necesarias.

No les ha costado nada. La gente tenía miedo ante las amenazas de que no se aplicara el acuerdo, pero algunos no han dado su firma a los sindicatos sino a la propia dirección. CCOO y UGT pensaban que iban a ganar el referéndum y al iniciarse la huelga decidieron recoger firmas, una a una, con llamadas por la noche, presiones, amenazas...

­¿Qué sensación les queda al tener que poner fin a la huelga sin haber logrado otro acuerdo?

A mí me ha servido para ver dónde está cada uno. Lo hemos intentado y la gente ha quedado retratada. Me doy por satisfecho con eso. La gente es consciente de cómo han peleado CCOO y UGT para salirse con la suya. Los trabajadores no hemos contado para nada desde un principio y eso la gente lo tiene más que asumido, lo que pasa es que el miedo es libre.

­¿Ese empeño en sacar adelante el preacuerdo oculta intereses particulares?

Está claro. De hecho, a algunos les dijeron que ellos, los del comité, tienen derecho a esos puestos en el centro del superpuerto, que la ley les ampara. Tenían tan claro que iban a sacarlo adelante que lo han hecho mal, en lugar de preparar un calendario de movilizaciones y al cabo de varios meses decir: ‘no hay nada que hacer, esto es lo que hay’. No podían dar marcha atrás porque ya lo habían firmado en Madrid. Lo que creíamos que era una ventaja, que había mucho para repartir, se ha convertido en una desventaja y vamos a salir perdiendo por ser una fábrica que vale dinero. Esto te lleva a pensar que los sindicatos se vuelcan cuando no hay dinero por medio y no tienen nada que ganar.

­A la vista del resultado,¿merece la pena luchar?

Siempre hay que luchar. Siempre he tenido muy claro que contra los empresarios se puede luchar, es fácil, pero cuando los propios sindicatos te hacen la contra, ¿cómo luchas contra eso? Cuando se convierten en otro arma de la empresa, es muy difícil, porque minan a la gente desde dentro. A pesar de todo, yo animo a la gente a luchar y a dar leña a los sindicatos si creen que lo están haciendo mal. Ellos no te van a dar de comer. Creo que hay que estar afiliado, pero, ¿de qué viven los sindicatos? De la cuota sindical, no ¿Quién mantiene todo eso, toda esas liberaciones en las empresas? Las propias empresas, y ¿cómo van a luchar contra quienes les dan de comer? Es imposible.

­¿Y ahora?

No hay nada que hacer. Oficialmente no hay fecha de cierre, pero creemos que a fin de mes se producirán las primeras salidas importantes de trabajadores. Un prejubilado, con poco o mucho se marcha, pero puede haber problemas con las recolocaciones cuando pidan lo que les han prometido por firmar el acuerdo, porque nos consta que ha habido muchas ofertas.

­La empresa incumplió su compromiso de reinversión, ¿cumplirá los términos del acuerdo?

Supongo que el acuerdo general tendrá su soporte legal tras presentarse el expediente de regulación, aunque tememos que va a haber cuestiones que no van a quedar atadas.

­¿Quién es el responsable del cierre de Fertiberia?

Primero, la empresa. Luego, el Ayuntamiento y las instituciones. No se pueden lavar las manos, porque si intervinieron en la venta de Sefanitro, también son responsables ahora. Quizá esto sirve para que no vuelva a repetirse, para que la Administración tome medidas contra el cierre de empresas. -


 
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