La seguridad del cien por cien no existe, pero hicimos todo lo posible» dijo el miércoles el ministro de Interior alemán, Wolfgang Schäuble. Con estas palabras el cristianodemócrata y «hombre fuerte de la Ley» en el gabinete de Angela Merkel quiso restar importancia a un suceso que ocurrió hace unos días en Berlín. Poco después de la inauguración de la nueva estación central de la capital alemana, un joven de 16 años, alcoholizado, hirió con su cuchillo a 41 personas hasta que la policía lo detuvo. Muy pronto los medios alemanes preguntaron si esto podría suceder también durante el Mundial de fútbol. Dado que la mayoría de la gente no va a poder acceder a los estadios, en cada ciudad habrá plazas con pantallas gigantes. La policía solicitó la colocación de videocamaras para poder vigilar estos lugares. Sin embargo, ésta fue sólo una de las muchas medidas de control que el Estado alemán ha implantado para velar por la seguridad de la fiesta de fútbol. Sobre algunos métodos se habla francamente, sobre otros se prefiere mantener silencio.
Schäuble reconoció, en presencia del «Kaiser» Franz Beckenbauer, que unos 30.000 agentes de la Policía Federal se ocuparían de la seguridad. Aviones de espionaje AWACS de la OTAN controlarán el espacio aéreo. En la retaguardia, y bien escondidos por razones constitucionales, se mantendrán unos 7.000 militares. Sólo en casos de urgencia deben actuar como «policías auxiliares». La Constitución alemana prohibe su intervención en esta materia, porque en la época de Weimar, sobre todo en los años 1919-1923, fueron los que barrieron las calles de revolucionarios comunistas y socialistas. De momento, el clima político no está para que la «Bundeswehr» repita los crímenes pasado, pero las FFAA no han sido entrenadas para esta misión. Se verá hasta qué punto Schäuble sabrá utilizar el Mundial para lograr a medio plazo el cambio constitucional que permitiría la intervención de las FFAA en materia policial. Escenarios no le faltarán.
La preocupación primordial se centra, como es tradición en estos torneos, en los hinchas. Esta vez la prensa alemana no se ha fijado tanto en los británicos y su peculiar fama, sino en los polacos. Varios reportajes de TV han advertido de que habrá peleas masivas entre grupos polacos y alemanes. Según estas fuentes, dichos grupos se citan por Internet y móvil para sus batallas campales, que hasta ahora han tenido lugar en lugares escondidos en la franja fronteriza entre ambos países.
Para poder controlar a los «violentos», los ministros de Interior de los 16 Estados federales más su homólogo nacional inauguraron ya en 1991 el Punto de Información Central de Operaciones Deportivas (ZIS) que posee un banco de datos propio para fichar a los hinchas. A nivel regional y municipal los agentes colaboran con los clubes de fútbol y la policía de cada Land tiene el derecho de pasar las identidades de sospechosos a la Policía Federal Criminal (BKA), que organiza la busca y captura a nivel nacional. Se estima que unos 10.000 hinchas están registrados en el ZIS. La institución colabora con policías extranjeras para estrechar el control. Para cada uno de los 64 partidos el ZIS elaborará un propio análisis y lo pondrá a disposición de los respectivos mandos policiales.
Para aumentar aún más el control de los aficionados, cada entrada está equiparada con un chip emisor, tipo RFID. Dado que cada comprador ha tenido que dar sus datos personales se ha podido «individualizar» la entrada de tal forma que ahora tiene nombre, apellido y número de DNI. Al público se le vendió esta medida con el argumento de evitar la falsificación de las entradas y el fraude. Para ello los servicios de seguridad cuentan con receptores móviles que son capaces de detectar a distancia qué chip RFID se halla en qué lugar. En el caso de que en un determinado sector de un estadio se produzca un acto violento las cámaras de vídeo lo grabarán y mediante los receptores la policía podrá determinar quiénes estuvieron involucrados. Si el hincha no se deshace de la entrada, la policía le podrá seguir también fuera del estadio buscando la señal de su RFID. La película «Minority Report» de Tom Cruise se haría realidad.
Sin embargo, el peligro no sólo tiene pinta de hincha alemán, británico o polaco. También asoman los conflictos de Medio Oriente. Aunque el presidente iraní Ajmadineyad renunció su idea de estar presente en los partidos de su selección, grupos judíos han procedido a comprar entradas para los partidos porque quieren protestar contra las declaraciones antiisraelíes del político.
«neonazis en el este»
Además y debido al auge de racismo en Alemania,
Karsten-Uwe Heye, portavoz del ex canciller Schröder, recomendó a los visitantes
de piel oscura que no visiten ciertas zonas del Este alemán. Sus declaraciones
levantaron ampollas porque la fuerte presencia de neonazis es un tema que la
política alemana quiere ocultar. Los neonazis intentan instrumentalizar el
evento para fines propagandísticos. Schäuble anunció que «el Gobierno no
tolerará ninguna expresión de racismo».
El presidente de la ONG «Liga Internacional por los Derechos Humanos», Rolf Gössner, sentenció: «Los mundiales se están convirtiendo cada vez más en un ejercicio antiterrorista y en una puerta que se abre a dudosas medidas y técnicas de seguridad». -
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