PARIS
El filme de 90 minutos, que se exhibirá en París mañana y en Londres el viernes, es un recorrido por los logros profesionales de Mohamed Amin, conocido por todos como Mo, pero también muestra su lado más humano y sus debilidades. Dirigida por Roger Mills y Murad Rayani, la película recibió el pasado miércoles el Gran Premio del Jurado al Mejor Documental en el Festival Internacional Independiente de Cine y Vídeo de Nueva York, y también ha sido premiada en Los Angeles y en el Festival de Cine y Vídeo de Estados Unidos.
Nacido en 1943 en el seno de una familia pobre de inmigrantes de la India, Mohamed Amin se abrió camino como fotógrafo y cámara de televisión en la turbulenta década de los sesenta, cuando muchos países africanos, tras la independencia, vivieron golpes de Estado y fueron pieza de juego de la guerra fría.
Las primeras imágenes con las que alcanzó notoriedad mostraban maniobras soviéticas en la isla de Zanzíbar. Pero fueron las famélicas caras de la hambruna de Etiopía, que cubrió para la BBC, las que le lanzaron a la fama internacional y desencadenaron la mayor respuesta solidaria vista hasta entonces.
En el despacho de Salim todavía cuelga el disco de platino que logró la canción ‘‘We Are The World’’, así como fotos de su padre junto a Bob Geldof, promotor del famoso concierto ‘‘Live Aid’’. «Por sus fuentes y su capacidad de acceso logró aquellas imágenes, que tuvieron un enorme impacto y aun hoy cuando las miras sientes un puñetazo en el estómago», dice su hijo.
Sin un brazo
Etiopía continuaría marcando la vida de Mo, que perdió el brazo izquierdo en una explosión, cuando cubría en 1991 la toma de Adis Abeba por los rebeldes que expulsaron a Mengistu Haile Mariam.
Decidido a no permitir que la falta de un brazo acabara con su carrera, Mo obtuvo una prótesis eléctrica y no sólo siguió trabajando sino que logró conectar su cámara a la misma, que así le hacía el servicio adicional de funcionar como batería permanente. En el personal viaje de Salim caben tanto la admiración por los logros de su padre como la constatación de sus defectos. «Para mí era importante mostrarle como persona», comenta. Obsesionado por su trabajo, Mo apenas paraba en casa. Se levantaba a las dos de la mañana para trabajar; se comunicaba con su familia y empleados a través de notas manuscritas y para Salim era un héroe, a la vez que un padre ausente.
Salim entrevista en el documental al piloto superviviente del malogrado vuelo ET-961, secuestrado el 23 de noviembre de 1996 cuando hacía el trayecto de Adis Abeba a Nairobi. Los secuestradores exigieron ir a Australia y no permitieron un aterrizaje de emergencia cuando el avión se estaba quedando sin combustible, por lo que el piloto posó el aparato en una playa de Comoras, pero la aeronave se destrozó y en el accidente murieron 123 de los 175 pasajeros a bordo, entre ellos, Mo. Incluso antes de hallar su cadáver, su socio Duncan Willetts recuerda tener la certeza de que había muerto. «Si no, hubiéramos sabido de él. Su trabajo era contar la noticia y estaba en medio de la noticia del día».