Resulta que, frente a quienes presentan la muerte de al-Zarqawi como un golpe definitivo contra la resistencia, tal vez nos encontremos ante una situación totalmente diferente, pues la desaparición de al-Zarqawi puede abrir la puerta hacia la colaboración de las diferentes organizaciones de la resistencia iraquí y hacia la configuración de un movimiento de liberación nacional unificado, algo impensable con la actitud y estrategia que representaba la política de al-Zarqawi.Una de las claves para comprender el meteórico ascenso de al-Zarqawi viene motivada por la incapacidad de los Estados Unidos y de las actuales autoridades locales aliadas de la ocupación a la hora de comprender la complejidad de la resistencia iraquí. Además, esos mismos actores no tienen datos muy fiables sobre los líderes de la misma, de ahí que hayan intentado ocultar su fracaso en el campo de la información concediendo un inusitado protagonismo al-Zarqawi y a su grupo, que en realidad no es más que una pequeña minoría del conjunto de la resistencia armada aunque, eso sí, con una metodología brutal y sin escrúpulos en muchas ocasiones.
Es en esa línea donde se comprende mejor el uso que del llamado «mito de al-Zarqawi» han hecho los estrategas de Washington, centrando la atención en la brutalidad y sadismo de algunas acciones de esa organización y pretendiendo presentar al conjunto de la resistencia bajo los mismos parámetros. Además, remarcando el supuesto carácter «extranjero» de la red de al-Zarqawi (ignorando al mismo tiempo que, si bien la mayoría de las células tienen un componente extranjero, al mando de las mismas se sitúa por lo general un comandante o «emir» iraquí con experiencia en el antiguo ejército de Saddam Hussein) buscaban presentar a la oposición armada como una realidad manipulada desde el exterior y ajena a los intereses del pueblo iraquí.
Mito y realidad
Tras la utilización partidista de la figura de al-Zarqawi y de la creación en torno suyo de ese mito, también nos encontramos toda una estrategia elaborada y planificada por el dirigente de al-Qaeda en Iraq. Uno de los ejes fundamentales de la política de al-Zarqawi pasaba por el incremento de la tensión y de la violencia sectaria, para lo cual no dudaba en utilizar argumentos ideológicos y religiosos, como presentar a los chiítas como «desviacionistas» y «quintacolumnistas». Con estos ataques contra la comunidad chiíta buscaba una respuesta violenta por parte de ésta y convertir al mismo tiempo Iraq en un campo de batalla ingobernable para Estados Unidos y sus aliados.Sus objetivos también buscaban que la respuesta chiíta encontrase un repudio en la comunidad sunita del mundo y de ahí que el carácter netamente sunita de su proyecto mundial comenzaría a realizarse por todo el planeta.
Intensificar la guerra sectaria entre chiítas y sunitas, establecer zonas de control al estilo de los talibanes cuando éstos buscaban la toma del poder en Afganistán, aplicando una lectura muy estricta de la sharia y, finalmente, una cierta importancia de la figura personal del propio al-Zarqawi han sido en definitiva unos errores de bulto de la estrategia del mismo.
Esa posición podría servir para sus intereses pero demuestra que no se conoce muy bien a la sociedad iraquí y a la oposición al actual régimen impulsado por los ocupantes.
Ahora que las fuerzas de ocupación muestran el cadáver de al-Zarqawi, muchas conjeturas y teorías conspirativas vuelven a ponerse sobre la mesa en torno a quién ha podido facilitar la localización del dirigente jordano.
Muchos enemigos
Los errores antes señalados serán algunos de los factores que han podido desencadenar su final violento, pero también es conveniente fijarse en los muchos enemigos que se ha ido labrando a lo largo de estos meses. Así, la autoridad colaboracionista iraquí, los kurdos, la mayoría de organizaciones chiítas (desde los seguidores de al-Sadr hasta las brigadas Badr) y países como Irán, Jordania o Arabia Saudí tenían en su punto de mira desde hace tiempo a al-Zarqawi. También está buena parte de la población iraquí que siempre ha rechazado sus métodos y sus fines, o las fuerzas nacionalistas y algunas tribus del norte que en los últimos tiempos habían mantenido enfrentamientos armados con el grupo del jordano.Algunas fuentes señalan que incluso su elevado protagonismo podía haber entrado en colisión con algunos dirigentes de al-Qaeda que verían reducida su importancia mediática, caso de bin Laden o al-Zawahiri, a quién al-Zarqawi no hizo caso cuando le recomendó poner fin a los ataques contra los chiítas. Además, otro factor que juega contra la seguridad de este tipo de movimientos radica en el alto componente de militantes extranjeros, lo que ha facilitado que los servicios de inteligencia de los países vecinos se hayan infiltrado en la organización.
Las detenciones las pasadas semanas de dos figuras de este grupo podrían también haber facilitado la muerte de al-Zarqawi. Así, en Jordania fue detenido un enlace en la frontera con Iraq el pasado 23 de mayo, y en Iraq el 28 de ese mes fue detenida otra persona cercana al líder de al Qaeda en Iraq.
Estados Unidos ha sabido elegir el momento del ataque. Cuando sus masacres de civiles en Haditha e Ishaqi podían debilitar la campaña mediática de la ocupación, con este golpe militar Bush ha conseguido desviar de momento la atención de la opinión pública mundial.
Cuando ya se han desatado los rumores sobre la succión de al-Zarqawi, aportándose algunos nombres en clave especulativa, lo cierto es que la campaña «contra el terror» que ha desplegado la camarilla neoconservadora estadounidense ha sido clave para la creación de personajes o mitos como el de al-Zarqawi. Por eso, si sigue la misma tónica de la política exterior de EEUU, probablemente se seguirán creando nuevos dirigentes de ese mismo corte.
Parece que los dos protagonistas principales en ese enfrentamiento mundial, EEUU y al Qaeda, no han dudado en utilizar para sus propios intereses figuras como la del fallecido, pues conviene recordar que algunos analistas llevan tiempo señalando que la alianza entre bin Laden y al-Zarqawi, que significó el nombramiento de éste como máximo dirigente de al Qaeda en Iraq, pudo obedecer a los intereses de aquél para lograr hacerse con un papel protagonista en el escenario iraquí.
Tal vez ahora los mismos que están haciendo sonar las campanas de júbilo por la muerte de al-Zarqawi no sepan que con la muerte del jordano han podido eliminar un importante obstáculo de cara a la unificación de la resistencia iraquí, que ahora podrá centrar sus esfuerzos en acabar con la ocupación en lugar de fomentar una guerra sectaria que no beneficia al pueblo de Iraq. -
(*) Txente Rekondo: Gabinete Vasco de Análisis
Internacional (GAIN).