PARIS
El mallorquín Rafael Nadal consiguió por segundo año consecutivo el título de campeón de Roland Garros al vencer en la final al suizo Roger Federer por 1-6, 6-1, 6-4 y 7-6 (4), en tres horas y dos minutos. Nadal logró su victoria 60 consecutiva sobre tierra batida y la 100 de toda su carrera en esta superficie, y se convirtió en el jugador más joven en defender su título desde que el sueco Bjorn Borg lo logró, con un año menos (19) cuando hizo lo propio en 1974 y 1975.
Era una final histórica, la primera desde 1984 en la que se enfrentaban los números uno y dos del mundo, y Federer demostró que no sabe como ganar a Nadal. Ni siquiera ganando el primer set en 37 minutos, después de salvar dos puntos de ruptura en el primer juego y aprovecharse de que las piernas de Nadal no funcionaban por los nervios, pudo Federer convencerse de que era posible el milagro.
Nadal calmó sus nervios al comienzo del segundo parcial y tras una volea fallada del suizo, un punto que resultó crucial, se adelantó 2-0. El partido ya había cambiado totalmente, y Nadal había salido del abismo. Sus golpes volvieron a obtener profundidad y a retorcerse en el aire para que Federer, agotado inexplicablemente, sufriese.
Nadal estaba lanzado, pero aún Federer dispuso de cuatro puntos de ruptura en el cuarto juego del tercer set. Pero ahí el saque le volvió a funcionar a Nadal, como en el partido de semifinales contra el croata Ivan Ljubicic, y dos directos para marcar el 2-2.
Fue un aviso porque en el juego siguiente, Federer cedía el suyo y Nadal saboreaba la victoria en ese parcial que confirmó por 6-4. En el cuarto el momento clave se vivió en el décimo juego. Nadal había roto de entrada y seguía fustigando el revés de Federer. Sacó para ganar el partido y con 30-30, en una gran jugada, la bola de Federer rozó la cinta y Nadal en un sprint portentoso, llegó a tocarla, pero su pie izquierdo rozó la base de la red. El suizo logró quebrarle a continuación, y forzó el desempate.
En el tie-break, de los que Federer no había perdido ni uno en sus siete finales anteriores del Grand Slam, Nadal estuvo colosal. Siempre fue por delante, robó dos veces el servicio del número uno, y confirmó a la primera oportunidad para lanzarse a la tierra de París y embadurnarse de gloria.