Mi madre está en la residencia de Sanitas de Barakaldo. En tres años que lleva en dicha residencia se han extraviado tres audífonos. La empresa, siguiendo toda buena práctica empresarial, trata de eludir su responsabilidad en dicha pérdida y para ello imputa a la residente la causa de dicho extravío; que han encontrado el audífono en la taza de café, entre la comida, en bolsas de basura, dejado el audífono en un altillo de más de dos metros de alto, etc. La residente tiene 86 años y está en una silla de ruedas ¿Cómo pudo mi madre desde la silla de ruedas primero abrir la puerta del altillo y después dejar el audífono en el altillo? Según el responsable de Inspección, mi madre lanzó el audífono al altillo; lo que no supo explicar después es cómo abrió el altillo, por lo que me remitió al juzgado para que lo denunciara si no estaba conforme. ¿Es un error, incompetencia o prevaricación? ¿Cómo puede Inspección dar por buenas las «hojas de alerta» con hechos falsos tan evidentes?

En mi opinión, el informe de Inspección crea indefensión a mi madre, ya que da por buenos los hechos reflejados en las «hojas de alerta» facilitadas por la residencia Sanitas, a pesar de que muchos de éstos son falsos. Si quisiéramos recurrir a los tribunales de justicia para solucionar este asunto lo tendríamos crudo con el informe de Inspección. En mi escrito de desacuerdo con dicho informe sólo solicito que los hechos reflejados en él sean veraces ¿Es mucho pedir?

En la contestación a mi escrito Inspección dice que sus actuaciones se basan en los testimonios y documentación facilitada por el centro y que no hay posibilidad de cambiarla. Esta institución, que debería ser de control e inspección, pasa a legitimar cualquier dato falso que le faciliten las residencias privadas o públicas. Por lo cual este hecho transciende del caso de mi madre, ya que se lo aplican a todos los vizcainos y vizcainas que están en residencias, lo cual lo considero por lo menos preocupante.

Veo «normal» que la empresa trate de escurrir el bulto, lo que me parece una vergüenza son las tragaderas de la Diputación, que comulga con ruedas de molino.

Fernando Sanz

Quince años sin ti, quince años contigo
Hace quince años que te arrancaron de nuestro lado. Quince años recorriendo carreteras.

Quince años pensando en ti al despertar, durante el día y sobre todo por la noche al acostarme.

Quince años viéndote tras los barrotes y el sucio cristal.

Quince años compartiendo 180 vis a vis, unos 90 para nosotros y los otros 90 para tus hermanos, algunos todos juntosŠ pero, al fin y al cabo, en quince años noventa abrazosŠ

Quince años pidiendo a Dios que no caigas enfermo, que no tengas problemas ni con carceleros ni con los otros presos, que estos últimos te respeten y muchas otras cosas que a las amatxos nos pasan por la cabeza, peroŠ quince años respetando tu difícil decisión y quince años queriéndote con toda el alma.

Quince años de miedos cada vez que tus hermanos y Karlos se ponen en carretera para después de 1.100 km. verte y volver a hacer otros 1.100, hasta verlos en casa yŠ

Quince años pidiendo a Dios salud para poder vivir el día de tu puesta en libertad.

Quince años agradeciendo a tus amigos por no olvidarte y por bajar a verte siempre que pueden. Quince años agradeciendo a tus hermanos y a Karlos que nos ayuden a tirar «palante». Y así, mi querido hijo, tiraremos otros quince años o los que sean porqueŠ

Zurekin beti. Ama.

Rosa Mª de Paz - Bilbo