Ahora, una iniciativa en internet pretende que 600 millones de personas en distintos puntos del planeta salten a la vez para cambiar la órbita terrestre. Será dentro de un mes, el 20 de julio, a las 12.39.13, hora de Euskal Herria.

El curioso reto se publicó meses atrás en las secciones donde más o menos recalan aquellas noticias o chascarrillos de dudosa seriedad. ‘‘Científicos intentan cambiar la órbita de la tierra’’, rezaba algún titular. A renglón seguido, se informaba de que un tal profesor Hans Peter Niesward, miembro de otro supuesto equipo de científicos de nombre ISA/Munchen, proponía este embite a fin de cambiar la órbita e impedir que la Tierra se destruya en los próximos años, pues, según sus estudios, las últimas catástrofes y problemas han ocurrido debido al calentamiento global, que lograría evitarse modificando la trayectoria del planeta. De paso, el día ganaría horas de sol, al situar al planeta en una órbita con respecto al sol distinta de la actual. Y, además, el clima mundial sería mucho más homogéneo, favoreciendo, supuestamente, a los países menos desarrollados.

Una página web informa con todo lujo de detalles desde hace meses de la evolución de esta iniciativa, de las ciudades donde hay convocados ya «saltos masivos» y las horas, además de centralizar los emails enviados por personas de todos los rincones del planeta que se comprometen a brincar, todos a una, ese día.

Lo curioso de esta iniciativa es que ni existe un científico de nombre Niesward, ni un equipo de investigadores que haya calculado el éxito de tal empresa. Todo parece ser una invención de un artista alemán, de nombre Torsten Lauschmann, residente en Glasgow, y a nombre de quien está el dominio en internet que ofrece los detalles de esta convocatoria mundial. Se dice que su iniciativa trata de hacer ver lo fácil que es aprovecharse de la ignorancia científica de la gente. Vamos, que hay quien dice que es como si una hormiga tratara de mover un mercancías.

Como aclara el director del Planetario de Iruñea, Javier Armentia, «de hecho es él quien aparece en el vídeo informativo de la web, como un tal «Professor Hans Peter Niesward», del Institute for Gravitational Physics in Munich, cuando realmente el Max-Planck Institute für Gravitationsphysik está en Potsdam y desde luego el Niesward no figura entre sus catedráticos». Y añade en plan irónico: «Vamos, que tiene todos los números para que Iker Jiménez lo declare cierto en un próximo programa».

Y otra pega más que pone este experto astrónomo gasteiztarra: «En la web del World Jump Day no han tenido en cuenta los horarios de verano, así que el cálculo de la hora local del salto está mal para el Estado español; por ejemplo: la gente saltaría por aquí una hora antes de lo debido».

Aún siendo falso y con el fracaso garantizado, lo que parece evidente es que nos encontramos ante un ingenioso flashmob ­nuevo anglicismo que traducido literalmente viene a ser algo como «multitud instantánea»­, ya que no obstante ha conseguido concitar ya el compromiso de más de 300 millones de ciudados de todo el planeta.

En la red de redes circulan por numerosos blogs multitud de comentarios sobre esta cita del 20 de julio, en la que muchos anuncian su participación a modo de curiosidad o, simplemente, se apuntan por hacer algo diferente, si bien hay muchos que se creen a pie juntillas el objetivo de la iniciativa. Hay convocatorias ya en Hawai, Alaska, Tijuana, Bogotá, Lima, Tegucigalpa, Buenos Aires, Casablanca, Dublín, Londres, Amsterdam, Madrid, Roma o Pretoria, entre otras «colchonetas» repardidas por el mundo.

Saltar a la vez y lograr desestabilizar el movimiento normal de la Tierra. Lo que hasta ahora no entraba sino dentro de la categoría de leyenda urbana, pasará ahora la prueba del algodón, aunque, sentimos desvelar el resultado, la intención del World Jump Day es completamente acientífica. Es imposible cambiar permanentemente la órbita de la tierra usando la propia masa del planeta, que incluye al de su población, a menos que esa masa sea eyectada de la tierra a gran velocidad o por medio de la llamada velocidad de escape, es decir, 40.320 km/h, que equivale a 11,2 km/s. Eso es lo que necesitan, sin ir más lejos, los vehículos espaciales. Nada que ver con la propuesta que Julio Verne nos hiciera en la novela ‘‘De la Tierra a la Luna’’, donde tres astronautas eran enviados al espacio en el interior de una bala de cañón hueca hacia la Luna, y que las matemáticas nos han demostrado que no habrían ido más allá de los 20 kilómetros de altura.

Pero además, aún logrando con ese salto de 600 millones de personas modificar la órbita terrestre, otro de sus objetivos choca contra el hecho de que ésta es elíptica, por lo que ya hay de por sí grandes variaciones en su distancia con respecto al sol (unos 5 millones de kilómetros entre la posición más lejana y la más cercana) y sin ningún cambio de temperatura.

Los científicos explican que haría falta que 1.000 millones de personas de 100 kilogramos cada una saltaran en el mismo lugar desde 1 metro de altura para que se produjera un movimiento de sólo una billonésima de milímetro.

Quiza un meteoro, si

Para cambiar la órbita de un planeta sería necesario que algún meteoro, por ejemplo, chocara contra él. De momento, eso no tiene visos de ocurrir, aunque nuestra órbita venga a ser como un autopista por la que cruzan a diario sin mirar, y a velocidades asombrosas, miles de asteroides, y eso que sólo localizamos apenas un 10% de todos ellos.

En este punto, sin embargo, más de uno recordará la noticia surgida al hilo del devastador tsunami en la costa asiática, cuando se dijo que aquel temblor llegó a influir en el eje de rotación terrestre, que no es lo mismo que órbita terrestre. El maremoto «modificó la inclinación del eje de rotación de la tierra», según informó la Agencia Espacial Italiana. Aseguraba que el eje de la Tierra se había movido en 5 ó 6 centímetros. Sin embargo, no todos los geofísicos estuvieron de acuerdo en la magnitud del cambio experimentado.

Así las cosas, todo indica que el día 20 de julio el efecto que ese salto mundial tendrá será tan válido como el reciente día de la bestia o 6 del 6 de 2006 que acabamos de dejar atrás. -