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Gara > Idatzia > Mundua 2006-06-22
Crisis en torno al Estatut Catalan
Maragall se inmola ante el altar erigido por La Moncloa tras su acuerdo con CiU
·El presidente de la Generalitat renuncia a presentarse como candidato del PSC en las elecciones

Tres días después de su victoria pírrica en el referéndum sobre el nuevo Estatut, Pasqual Maragall confirmó su renuncia a volver a presentarse como candidato del PSC en las elecciones anticipadas del próximo otoño. Tras dos años y medio de legislatura, dio por cumplidos sus principales objetivos aunque reconoció que «mejor que algunas cosas no hubieran pasado». «Es la hora de dar paso a nuevos liderazgos», se despidió.

BARCELONA

Un día antes de su prevista visita a La Moncloa, y horas después de que el portavoz de la Generalitat, Joaquim Nadal, confirmara ante las cámaras de TV3 la noticia, avanzada por “El Periódico de Cataluña“, el president, Pasqual Maragall, confirmó su renuncia a repetir como candidato del PSC en las elecciones anticipadas. «Es hora de la renovación política», anunció en una declaración en el Palau de la Generalitat.

Maragall adelantó, a preguntas de la prensa, que calcula disolver el Parlament «a finales de agosto», lo que apunta a que las elecciones se celebrarán el 22 de octubre, fecha adelantada por su formación, el PSC.

El president dio un toque de solemnidad a su retirada, «madurada desde hace tiempo», al recordar que el domingo se cumplen ocho años de su declaración en la torre de Collserola de Barcelona, en la que anunció su candidatura a la presidencia de la Generalitat.

Maragall dio por cumplidos los cuatro objetivos que entonces se marcó: hacer posible la alternancia en el Principat tras 23 años de CiU, contribuir a un proyecto de las izquierdas catalanas con un «cambio en las prioridades políticas» que diese un especial énfasis a lo social, «convertir al PSC en el primer partido del país» e influir para lograr «la opción de un socialismo español más profundamente federal dentro de la España de las Autonomías».

«Todo se puede mejorar»

En referencia al Estatut, «cepillado» a la baja tras un acuerdo entre La Moncloa y CiU y aprobado el pasado domingo en un referéndum en el que la participación no llegó al 50% del censo, Maragall reivindicó sus virtudes aunque reconoció que «todo se puede mejorar, (y) quizás algunas cosas mejor que no hubieran pasado». «Es la hora de dar paso a nuevos equipos, nuevas personas, nuevos liderazgos para que, desde el mismo concepto de Catalunya, se despliegue toda la potencialidad del nuevo marco del Estatuto», se despidió.

Artur Mas, presidente de CiU y principal rival del que sustituya a Maragall como candidato, no ocultó su satisfacción y agradeció al president que dé paso al «relevo generacional» en el que se incluyó el sucesor de Jordi Pujol al frente de la derecha catalana.

Mas pidió a Maragall que despeje «la segunda incógnita» y fije fecha para los comicios.

ERC: «Guión escrito»

El portavoz parlamentario de ERC, Joan Ridao, relacionó directamente la renuncia de Maragall con el pacto entre CiU Y el Gobierno español del PSOE que permitió la rebaja del proyecto de Estatut.

Ridao recordó que «se siguen cumpliendo todos los augurios» y aseguró que el citado pacto representa «una función en tres actos: rebajar el Estatut, echar a ERC del gobierno e intentar alterar la política de alianzas en Catalunya y España sin descartar un escenario mas cómodo para el PSOE como es la sociovergencia (alianza hipotética entre CiU y PSC)».

El portavoz de ERC alabó a Maragall como «un factor de cohesión del tripartito en Catalunya» y el «antídoto contra un pacto CiU-PSC».

El presidente del PPC, Josep Piqué, coincidió en interpretar la renuncia de Maragall como resultado de la «presión» del presidente español.



Una legislatura marcada por crisis forzadas desde fuera
Los dos años y medio de Presidencia de Maragall han estado marcados por sucesivas crisis que han tenido más que ver con las presiones desde Madrid sobre sus socios de ERC que con razones internas. Junto al marcaje foráneo, su trifulca con CiU a cuenta de las comisiones del 3% y el freno de su partido a su intento de remodelar el Govern le han pasado factura. La puntilla, en plena crisis del Estatut, le llegó de la mano de sus correligionarios, seguro que siguiendo órdenes de La Moncloa. Maragall ha asegurado que CiU puso precio a su cabeza: la firma del proyecto de Estatut previamente cepillado por el Gobierno. -



Un heterodoxo tenaz vencido por el cepillado del EstatutDESP_TESTUA

Nieto del poeta Joan Maragall e hijo del senador Jordi Maragall, fue funcionario técnico antes que alcalde del Ayuntamiento de Barcelona.

En los setenta empezó a dar clases como ayudante en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), actividad que siempre fue su gran estímulo, además de la política.

Considerado en el PSC como «heterodoxo», en 1995 ya se enfrentó al núcleo duro del partido al rodearse de independientes en su candidatura para repetir como alcalde de Barcelona y relegar al PSC a una presencia casi simbólica.

Sus biógrafos destacan su tenacidad, hasta el punto de bautizarle como «la gota malaya». De cara al gran público, el president ha popularizado, con sus siempre sorprendentes decisiones, el término «maragallada». El 23 de noviembre de 1996, el aún alcalde sorprendió anunciando su renuncia al cargo y recluyéndose en un año sabático en Roma. No se olvidó, desde allá, de criticar la composición de la nueva ejecutiva en la capital condal.

Tras el paréntesis, regresó a Catalunya y anunció su candidatura a la Generalitat el 25 de junio de 1998. Escogió para ello el mirador de la Torre de Comunicaciones de Collserola, a 115 metros de altura, una de las obras emblemáticas de la Barcelona olímpica.

Y es que su primer gran momento fue el ya lejano de 1986 cuando como joven alcalde celebraba bajo los flashes la nominación de Barcelona como sede de las Juegos Olímpicos.

Su segundo momento llegó el 16 de diciembre de 2003, cuando, ya canoso, fue investido president de la Generalitat.

Su tenacidad había sido puesta a prueba cuatro años antes, cuando, pese a ganar en número de votos, mordió el polvo electoral ante la candidatura de Jordi Pujol.

Maragall logró la aprobación por el 90% del Parlament (sus socios del tripartito de izquierdas y CiU) del nuevo Estatut, su gran proyecto. Pero su intento inmediato de remodelar el Gobierno fue frustrado por su propio partido, el PSC.

La «traición» final se formalizó en Madrid, con el cepillado del texto por parte del Gobierno del PSOE en comandita con la derecha de CiU.

Maragall no ocultó su malestar por un remedio que acabó con ERC fuera del Gobierno y que, en vez de su tercer momento, se ha convertido en su tumba política. -


 
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