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Gara > Idatzia > Iritzia > Editoriala 2006-06-27
Las consecuencias de la fusión siderúrgica

Los presidentes de las multinacionales Arcelor y Mittal Steel comparecieron ayer ante los medios para dar cuenta de la satisfacción por el acuerdo alcanzado, la víspera en Luxemburgo, fruto del cual ambas compañías, líderes por separado, pasarán a convertirse, ya como una sola, en el gigante mundial de la siderurgia.

Especialmente feliz se mostraba Joseph Kinsch, presidente del Consejo de Administración de Arcelor, toda vez que el acuerdo ha sido posible gracias a que la compañía anglo-india ha elevado su oferta inicial del pasado enero, 18.600 millones de euros, hasta los 28.000 millones de euros que han permitido transformar una opa hostil en una operación de lo más beneficiosa, de entrada, para el accionariado de Arcelor, que han visto como sus valores cotizaban ayer un 15% más alto de lo que lo hacían el pasado jueves, último día en que salieron a Bolsa.

El presidente de Arcelor, además de por los números de la operación, se mostraba contento por todos y cada uno de los términos del acuerdo, haciendo especial hincapié en que, cuando se materialice la fusión, se habrá salvaguardado el modelo industrial y de gestión de Arcelor.

Tras vender la fábrica que tenía en Lapurdi, este grupo siderúrgico cuenta con once centros de producción en Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Nafarroa, en los que trabajan en la actualidad 3.600 personas. El principal centro de producción se sitúa en Bizkaia, concretamente en la Acería Compacta de Bizkaia (ACB), sucesora de la que fuera buque insignia de la siderurgia tradicional vasca: Altos Hornos de Bizkaia. Esa marca se diluyó, primeramente en Aceralia, y tras la unión de esa compañía con el grupo francés Unisnor y el luxemburgués Arbed, pasó a convertirse en Arcelor.

Por lo tanto, los centros de poder en que se toman las decisiones sobre esas once fábricas sitas en Euskal Herria, decisiones que afectan, a su vez, al presente y futuro de miles de familias, hace tiempo que dejaron de adoptarse en este país.

Tras el acuerdo Arcelor-Mittal la cúspide de la pirámide estará, eso sí, todavía más alta y, en consecuencia, los trabajadores tendrán más difícil establecer un marco propio para sus relaciones laborales. De ahí que los sindicatos mayoritarios expresaran ayer, como ya hicieran el pasado enero, su temor por las consecuencias, en forma de reestructuraciones y supresión de empleo, que puede acarrear esta «exitosa operación financiera». -


 
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