La capacidad del humano para reiterarse en el error es enorme. Y la de algunos mayor que la media. Observen a Pedro J. Ramírez. El director de “El Mundo” se empeñó en implicar a ETA en los atentados del 11-M con el dudoso objetivo de lavar la imagen y el honor del Gobierno fulero de Aznar. Y así, nos ha ofrecido un serial que bien pudiera confundirse con un manual de manipulación informativa. Ayer abría edición dando cuenta de que el «comando Madrid» de ETA disponía de un teléfono móvil similar a los empleados el 11-M. Y de ahí sacaba un jugoso editorial plagado de mistificaciones.

Decía el escriba de Ramírez: «La similitud entre ambos teléfonos ­sobre todo, en la forma en que han sido manipulados para actuar como temporizadores­ tiene una trascendencia que no se puede infravalorar. La información que hoy publicamos pone de relieve que ETA había conseguido desarrollar la tecnología usada en, al menos, dos de las bombas del 11-M». Y ¿qué conclusión saca Ramírez? Pues eso, que está clarísimo que fue ETA. Simplemente ridículo.

Pero es preciso enturbiar más el asunto, así que la aparición del teléfono «es un elemento más que relaciona a ETA con la trama asturiana: no hay que olvidar que, según le contó Lavandera a Campillo, Trashorras y Toro estaban buscando a alguien ‘que supiera montar bombas con móviles’, y que existen indicios de que los asturianos colaboraban entonces con ETA». ¿Qué indicios? Los que se pueda inventar la imaginación calenturienta de Ramírez y poco más.

Y entra de lleno en la falacia: «lo que hoy revela Casimiro García-Abadillo demuestra que las Fuerzas de Seguridad no dijeron la verdad al juez Del Olmo cuando le aseguraron, en un informe del pasado abril, que ETA sólo había utilizado móviles como radiomando en sus atentados y nunca como temporizadores (...) tampoco Rubalcaba dijo la verdad cuando, en respuesta a las preguntas del PP, aseveró que ‘el uso de teléfonos móviles por parte de ETA, de los que se tiene conocimiento, ha sido...’. El ministro del Interior podrá refugiarse en ese oportuno ‘de los que se tiene conocimiento’, pero es que su obligación era recabar y presentar la información correcta, máxime tratándose de un asunto de esta gravedad. Lo cierto es que ETA sí había desarrollado la sofisticada tecnología...». Y ¿cuándo los empleó? Nunca. Ramírez manipula la verdad como si fuera plastilina. Es la ventaja de no tener una pizca de vergüenza. - msoroa@gara.net