El juicio por el macrosumario 18/98 sigue surcando la fase de declaración de testigos, la cual está permitiendo que en la Casa de Campo se escuchen notables lecciones de historia. Durante la sesión del lunes fue el miembro de la interlocución del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK), Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, quien debió aportar algunos datos básicos sobre la historia política reciente de Euskal Herria.

En base a su larga militancia en ETA, Lasa Mitxelena explicó al tribunal algunos pormenores de la trayectoria de esa organización, con especial atención a la escisión entre ETA-m y ETA-pm; ello para aclarar que las ideas de desdoblamiento entre acción militar y política llevan el copyright de la extinta ETA-pm, algunos de cuyos más destacados militantes se sitúan en las filas del PSOE-EE.

Hecho ese apunte, el testigo puso de manifiesto que, por lo que afecta a los más de 600 hombres y mujeres que permanecen encerrados en cárceles españolas y francesas, no existen relaciones de obediencia. Lasa Mitxelena, apoyado en su argumento por el testimonio de otros cinco presos, dejó a las claras el carácter soberano de EPPK, desmintiendo igualmente la supeditación de KAS a ETA.

Entre las quejas de la juez Angela Murillo, el miembro de la interlocución elegida por la gran mayoría de los prisioneros políticos realizó, además, una encendida defensa del actual proceso, para considerar que su solución vendrá de la mano del respeto de los derechos de Euskal Herria.

La voz de las cárceles volvió a hacerse presente ayer en la Sala, esta vez con el testimonio por videoconferencia prestado por Josetxo Arizkuren. El preso iruindarra denunció la «actitud saboteadora» de la Audiencia Nacional española por «reprimir a militantes de la izquierda abertzale». Tras negarse a responder al fiscal, Arizkuren remarcó que lo único que comparte, como militante de ETA, tanto con los procesados en este proceso como con la mayoría de la sociedad vasca «es el derecho que nos asiste a decidir libremente nuestro futuro».

De lo escuchado cabe deducir dos cosas: la primera, centrada en el 18/98, es que los citados, y otros muchos testimonios, revelan la nula base de las acusaciones de tutelaje por ETA de que se nutre el sumario; y la segunda, mirando a Euskal Herria, es que un proceso que quiera superar las causas del conflicto no puede permitirse el lujo de prescindir de la participación activa de los presos. -