ESPAÑA 1

FRANCIA 3

DONOSTIA

Un equipo, el de Luis Aragonés, que había despertado grandes ilusiones entre su afición pero que vuelve a casa antes incluso que de costumbre. Y éso que el partido se le puso de cara;pero los bleus le dieron la vuelta a un partido en el que supieron secar por completo el juego de su rival.

Frente a la vocación ofensiva española, Raymond Domenech dejó a David Trezeguet en el banquillo y retomó el sistema de cinco centrocampistas, más preocupados en principio de frenar a su rival que de enamorar al público. Pero igualmente deseosos de ganar, en su caso con pases en largo en busca de Thierry Henry.

Así las cosas, el equipo de Luis Aragonés tuvo la posesión y puso el ritmo, aunque fue incapaz de trasladar el toquecito a toquecito más allá de la línea divisoria, frenado por la tela de araña francesa. Es más, de entre las escasísimas ocasiones que se contabilizaron en el primer tiempo, las más claras corrieron del lado bleu. Para empezar, una contra que dejó el balón suelto en el área para que Zidane rematase a la carrera y Pernía enviase a córner;y poco después, un centro raso de Thierry Henry desde la derecha que, incomprensiblemente, no remataron ni Ribery ni Vieira, ambos en boca de gol.

Fue España, sin embargo, la que acertó primero, aunque necesitó un penalti ­de Thuram sobre Pablo­ para que David Villa adelantase a su equipo.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los encuentros de octavos se han resuelto por la mínima, que el planteamiento inicial de Francia parecía más encaminado a aguantar que a remontar y que la edad corría en contra de un equipo obligado a echarse arriba, el partido se ponía en situación inmejorable para los rojigualdos.

Pero los de Domenech no perdieron la compostura y jugando más o menos como hasta entonces, acabaron restableciendo el empate ante un rival que no acababa de sentirse cómodo, ni siquiera con ventaja en el marcador. Así, a cuatro minutos del descanso, una combinación entre Patrick Vieira y Franck Ribery acabó con éste sorteando la salida de Iker Casillas para anotar el 1­1.

Entre que los suyos no espabilaban y que el gol les sentó de maravilla a los franceses, al final fue Luis Aragonés el que se vio obligado a replantearse el partido y nada más reanudarse el segundo tiempo intentó equilibrar el centro del campo con la entrada de Joaquín y Luis García, en detrimento de Villa y Raúl y, posteriormente, de Marcos Senna por un Xavi al que ayer no le dejaron un solo hueco para actuar a su gusto.

Pero los cambios no evitaron que los puntas españoles siguieran sin suministro de balones, mientras Francia insistía, con algo más de fortuna, en el camino que le había permitido llegar más que vivo al descanso. Nuevamente, las ocasiones fueron escasas y, nuevamente, las más claras fueron para los de Domenech:una vaselina de Malouda ante la que tuvo que lucirse Casillas y un buen centro de Ribery que Ramos le birló por los pelos a Zidane.

Su rival intentó responder con alguna entrada aislada por bandas ­un centro de Pernía que Luis García picó demasiado o una acción personal de Joaquín que acabó rematando fuera­, pero el partido estaba exactamente como quería Francia. Más aún, claro está, cuando el segundo acabó llegando. Concretamente, a siete minutos del final, con una falta botada por Zidane y rematada por Vieira en el segundo palo que Sergio Ramos acabó introduciendo en su propia portería.

Curiosamente, sólo en esa recta final fue España capaz de poner en apuros a su rival, aunque fuera enviando balones a la olla exclusivamente a base de rabia. Pero los franceses no sólo aguantaron el achuchón sino que además fueron capaces de poner la guinda, con una contra que culminó de forma magistral Zinedine Zidane.

Olvidado definitivamente el tropiezo de 2002, Francia piensa ya en un choque de grato recuerdo frente a Brasil.