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Gara > Idatzia > Kirolak > FUTBOL 2006-06-28
La Copa de Maradona cumple 20 años
Mañana se cumplirán 20 años de la segunda Copa del Mundo ganada por Argentina. Fue, sin duda, el Mundial de Diego Armando Maradona, que deleitó a todos sus fieles con el mejor gol de la historia. Pero más allá del logro puramente deportivo, se trata de un hito que cambió la historia y la mentalidad de todo un país.

En las vísperas del Alemania-Argentina de los cuartos de final del Mundial 2006, se cumplirán mañana 20 años del segundo título ganado por los argentinos, precisamente ante los germanos, en un caluroso mediodía del 29 de junio de 1986 en el mítico estadio Azteca de México.

Diego Armando Maradona con la Copa en sus manos en el medio del campo de juego se convirtió definitivamente en la postal de aquella jornada que tuvo un marco de 114.000 privilegiados espectadores. El pibe de Fiorito culminaba su obra cumbre futbolística que había coronado en el choque decisivo con un pase de gol a Jorge Burrutxaga a los 84 minutos de juego, después de que los alemanes igualaran 2-2 tres minutos antes, remontando un 0-2.

Fue el Mundial de Maradona, el del gol más bello de la historia marcado ante los ingleses en los cuartos de final y también el de la polémica «mano de Dios», el torneo en el que El Pelusa eclipsó a Platini, Butragueño, Zico, Altobelli, Francescoli, Hugo Sánchez y Lineker, entre otras figuras que se han ganado un lugar en la historia.

Hablamos del torneo que, según el padre de Maradona, Don Diego, iba a ser para los alemanes, porque antes de que comenzara había señalado al equipo dirigido por Franz Beckenbauer como candidato al título «por su juego y su sangre». El Mundial al que casi no llega Carlos Bilardo como seleccionador, apuntado por un secretario de Deportes del gobierno de su país que propuso su destitución a menos de un mes para el comienzo de la competición.

Un acontecimiento deportivo que pasará también a la historia porque durante el mismo falleció en Suiza el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges, que odiaba el fútbol, despreciaba a Carlos Gardel y amaba a Inglaterra. Un triunfo, sólo comparable con lo logrado por Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón mundial de automovilismo entre 1951 y 1957 con Alfa Romeo, Maserati y Mercedes.

El cabreo de Bilardo

Los argentinos habían superado la primera fase con triunfos sobre Corea del Sur y Bulgaria, y con un empate frente a Italia. Después vencieron a Uruguay, en octavos, a Inglaterra, en cuartos, y a Bélgica, en las semifinales. Su rival en la final, Alemania Federal, contaba con un equipo de fuerza y choque capaz de derribar un muro, con jugadores de notable trayectoria como Rummenigge, Mathaeus, Briegel, Magath, Allofs y Brehme, entre otros.

Los argentinos se pusieron en ventaja con los tantos de José Luis Brown (m.22) y Jorge Valdano (m.56). El triunfo parecía asegurado para los albicelestes, pero los alemanes capitalizaron dos jugadas iniciadas con el balón parado: descontaron por intermedio de Rummenigge (m.74) e igualaron a través de Voller (m.81) frente al atónito portero Nery Pumpido.

La solidez mostrada por los argentinos durante todo el Mundial parecía quedar muy atrás, pero un pase magistral de Maradona a Jorge Burrutxaga y el suave remate de zurda de éste frente al dubitativo portero Schumacher dieron la victoria al equipo sudamericano a falta de seis minutos para el final.

Celebró Argentina, pero no Bilardo, disgustado porque no funcionó algo que había ensayado hasta el cansancio: impedir que el rival tuviera ventajas en los tiros libres. Hubo quienes pensaron que estaba bromeando cuando lo escuchaban, pero no. Lo decía en serio y su obsesión lo mantuvo bloqueado durante algunas horas.

El equipo volvió a Buenos Aires, lo recibió el entonces presidente Raúl Alfonsín en la Casa Rosada, y los jugadores salieron al balcón a saludar a una delirante multitud reunida en la Plaza de Mayo. Al terminar el acto, Maradona dijo: «me sentí presidente, ahí en el balcón».

El viernes Alemania se volverá a cruzar en el camino de Argentina, pero, esta vez, Maradona lo seguirá desde la grada, como un aficionado más. -


 
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