Maite Soroa
Los ecos de una fotografía
Se pueden imaginar que la reunión entre Batasuna y PSE cubrió ayer la práctica totalidad del espacio editorial. De entre todas las muestras, me quedo con tres botones. El editorialista de “El Correo Español” y “El Diario Vasco” la emprendía con los independentistas: «La izquierda abertzale no ha cambiado un ápice de sus planteamientos maximalistas en sus veintiséis años de existencia. Tampoco desde que ETA hiciera público su alto el fuego. Su inmovilismo no sólo imposibilita el entendimiento de los demás partidos con la formación radical, incluso en el caso de que ETA continúe sin atentar; sobre todo alimenta el escepticismo presente en la sociedad. (...) Quizá resulte excesivo pretender que la izquierda abertzale deje de ser ‘parte del problema’ y pase a ser ‘parte de la solución’. Quizá sea más sensato aspirar a que la izquierda abertzale deje, simplemente, de ser un problema». También el editorialista de “El País” buscaba salvar la cara de Patxi López frente a la de Otegi: «Con el anuncio de Zapatero del inicio del diálogo del Gobierno con ETA para su desarme y con la cita política de ayer, el llamado proceso entra en un periodo de mayor transparencia, y los deberes pasan al terreno de la organización terrorista y de su brazo político. Otegi ha calificado de ‘históricas’ ambas iniciativas, pero sólo ha tomado de ellas la lectura que le ha interesado. Sabe, sin embargo, que el tiempo apremia sobre todo a la izquierda abertzale, si quiere concurrir a las próximas elecciones municipales. Y sabe también que no habrá una segunda foto mientras no presente en la ventanilla del Ministerio de Interior los estatutos de una nueva formación política que cumpla los requisitos democráticos de la Ley de Partidos. A ese momento, cuando se desmarque sin ambages de la violencia y ETA anuncie su disolución, sí podrá aplicársele con propiedad el calificativo de ‘histórico’». Y no podía faltar a su cita el inefable Federico Jiménez
Losantos en “El Mundo”: «Nadie puede librarse de esa inmensa mancha que cubre
España, o lo que fue España, porque el que más la ensucia es el Gobierno que
debería defenderla. Nunca tanto se vendió por tan poco. Nunca gentecilla tan de
medio pelo se atrevió a dilapidar tan formidable heredad. Nunca se burló tanto
dolor, se despreció tanta dignidad, se malversó tanto valor, se traicionó tanto
juramento. Zapatero nos ha metido a todos en el mismo saco de Otegi, como aquel
sultán que condenaba a sus enemigos a ser arrojados al río dentro de un saco con
una serpiente». Son la monda. msoroa@gara.net
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