IRUÑEA
Apenas quince segundos fueron necesarios para que se produjeran las primeras cornadas de los encierros de 2006. Los toros de Marqués de Domecq salieron de los corralillos volcados hacia la parte izquierda de la calle, y fue allí donde uno de ellos se llevó por delante, por pura inercia de su velocidad y casi sin querer, a los corredores situados contra la pared del Departamento de Educación. La embestida fue seca, de ésas que hacen daño. La víctima, un neozelandés de 25 años que pasaría por el quirófano.A partir de ahí habría todavía casi 200 segundos repletos de sustos, hasta que el último burel entró en los corrales de la Plaza de Toros y paró el reloj en 3.23. La acometida del inicio de Santo Domingo anticipaba una carrera peligrosa, y lo fue, aunque los toros llegaron al menos hasta el Ayuntamiento juntos y sin más derrotes, tras cambiar de dirección y situarse a la derecha de los mansos.
A la altura de Unzu, la manada se empezó a fraccionar con la caída de dos toros que se levantaron pronto pero quedaron rezagados de sus compañeros. Ahí se produjo, aunque pasó desapercibida, la segunda cornada de la carrera. Los dos primeros astados llegaron a la curva dejando dos sustos potentes. Un corredor quedó emparedado entre tres Marqués de Domecq sin llegar a sufrir cornada aunque tuvo varias astas a milímetros. Y otro que llegaba detrás se llevó un buen revolcón, también sin consecuencia.
Traumatismos
La torada afrontó Estafeta partida en dos:tres astados delante y tres detrás. Ahí tomaron la calle los corredores más experimentados y se vieron excelentes imágenes, a las que contribuyeron los bureles al mode- rar su velocidad. Pero mientras eso ocurría en la parte delantera, detrás uno de los rezagados caía al suelo y no conseguía incorporarse. Los pastores acotaron la zona con rapidez y dejaron que un mozo tirara del rabo del morlaco para incorporarlo. Trató de que se levantara mirando hacia delante, pero el toro apuntaba hacia atrás, y al incorporarse hubo dos segundos de angustia. El animal miró la muralla humana que ocupaba la primera mitad de Estafeta, y afortunadamente se dio la vuelta y siguió rumbo a la Plaza.
Para entonces, sus primeros compañeros de camada ya estaban en chiqueros (uno de ellos cayó también en el centro del ruedo), y habían pasado dos minutos y quince segundos desde que sonó el primer cohete. Al más rezagado lo condujeron bien hasta la Plaza de Toros, sin que proporcionara ninguna acometida de importancia, y los dobladores lo encerraron pronto en su última morada.
La lista de heridos se conoció pronto. En total, siete fueron los corredores trasladados a los hospitales. Junto a los dos heridos por asta de toro, cinco contusionados: Thomas de Miranda, de 26 años, inglés, con un traumatismo en la muñeca producido en Mercaderes;Ramón Garayoa, iruindarra de 46 años, que padeció en Santo Domingo un traumatismo craneoencefálico, con herida en cuero cabelludo y contusión de tórax;Pedro Delgado Muñoz, de 28 años, natural de Tiebas, con herida en cuero cabelludo y contusión torácica también, producidas igualmente al inicio;Francisco Javier Muñoz Aguado, de Iruñea y 48 años, con pisotón en el tobillo derecho en Mercaderes; y una última persona no identificada con traumatismo craneoencefálico en la Plaza de Toros.