Floren Aoiz
Plaza del Castillo
Hace exactamente 70 a�os, Iru�ea era un hervidero. Como ahora, se me dir�: eran (y son) Sanfermines. Cierto, pero en aquel horrible a�o, a algunos les herv�a la sangre, y no tardaron de derramar la de los que no pensaban como ellos. No planeaban correr el encierro sino encerrar. No se saciaron con el sacrificio de los toros cada tarde: iban a asesinar a m�s de 3.000 personas en los meses pr�ximos. Mola supervisaba la preparaci�n de la cacer�a, aunque ser�an otros los que iban a colgar la pieza en el sal�n. Los jefes carlistas apuraban los acuerdos con los militares, Garcilaso mov�a sus piezas desde el �Diario de Navarra�, preparando la gran masacre. Pronto Navarra se llenar�a de voluntarios que creer�an estar ganando la en�sima guerra carlista pero realmente hab�an sido enrolados para combatir a los republicanos y destruirse a s� mismos despu�s. Muchos obreros de izquierdas bailaron aquellos d�as sus �ltimas porrusaldas y cantaron sus �ltimas jotas. Tras el fin de la fiesta ser�an arrojados al precipicio del horror. El escritor falangista Garc�a Serrano relat� su visi�n de aquellas fiestas en una novela que titul�, precisamente, �Plaza del Castillo�. Otro partidario del golpe fascista, Iribarren, escribi� que la Plaza del Castillo parec�a, el 19 de julio y llena de gentes armadas, la expresi�n viva de las palabras de Shakespeare: Navarra, admiraci�n del mundo. Iru�ea es tambi�n en 2006 un hervidero, pero muy diferente al de 1936. Antes era la guerra la que se avecinaba, ahora es la paz la que llama a nuestras puertas. Entonces se acercaba el franquismo, ahora caminamos hacia la democracia que nos han negado durante demasiado tiempo. Si hace siete d�cadas la derecha fascistona se frotaba las manos porque barruntaba el fin de la Rep�blica que tanto odiaba; ahora se echa las manos a la cabeza y teme perder el poder que logr� sembrando la muerte y la desolaci�n. Iru�ea y Nafarroa han cambiado mucho en estos setenta a�os. La derecha, con su gran baluarte �Diario de Navarra�, sigue vigilando, moviendo sus hilos, como entonces, pero ahora no le va a resultar tan f�cil manipular a la sociedad. Garc�a Serrano e Iribarren y sus enso�aciones fascistas, son pasado. Nunca ha olido tan mal Iru�ea como en aquel julio de 1936. Ahora no es as�, ahora Iru�ea, como todo Euskal Herria, huele a esperanza. -
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