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Gara > Idatzia > Mundua 2006-07-16
Gago GARCIA*
«Salvar al soldado Shalit»
·Oriente Medio en llamas

Cuando uno observa el panorama tan absurdo y desolador que se dibuja a brochazos de sangre en Palestina y en Libano, uno se pregunta donde esta el limite de un Estado de Israel que se ha vuelto completamente esquizofrenico y que, en su esfuerzo de comprender las razones existentes detras de una problematica relativamente sencilla, no ha podido llegar a mejor solucion que poner en marcha su maquinaria de guerra para arreglar la cuestion a base de bombazos.

Qué es lo que Israel no comprende o no está dispuesto a comprender de este cuadro? Desde hace más de 35 años existen diversas resoluciones de la ONU que establecen que Israel ocupa ilegalmente los Altos del Golan en Siria, los territorios palestinos y desde 1978 el sur de Líbano. Da la impresión de que el Estado israelí no es capaz de aceptar que mantener ocupado un país, violar sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos y mantener una política de provocación constante y sistemática sólo genera animadversión, resentimiento y conflicto permanente.

Según datos del Centro Palestino para los Derechos Humanos, desde principios de año, cuando Hamas ganó las elecciones en Palestina y hasta el 25 de junio, día en que tuvo lugar la operación que terminó con la captura del soldado israelí Guilad Shalit, el Ejercito israelí ha matado a 173 palestinos y herido a 843. En ese periodo se han realizado 993 incursiones en Gaza y Cisjordania que han terminado con 1.673 palestinos arrestados (o capturados).

Al igual que en los últimos 58 años, la ocupación israelí en Palestina durante estos últimos meses incluye otro tipo de operaciones; en este periodo se han destruido más de 50 viviendas y alrededor de 1.800 olivos. Otra de las prácticas habituales del Ejercito israelí es la ocupación y conversión de viviendas en bases militares por tiempo indefinido mientras las familias son recluidas en una de las habitaciones de la casa. En estos meses 108 familias han sido retenidas y sus derechos pisoteados con total impunidad por un Ejército que cuando abandona las viviendas deja tras de sí enormes destrozos y en ocasiones pequeños presentes fecales en los rincones de la casa.

Esto pone en evidencia algo que los medios parecen haber olvidado cuando narraban los bombardeos de Gaza a finales del mes de junio, y es que no se trata de una escalada de violencia. Los números de los últimos meses y los de los últimos 58 años ponen en evidencia lo que representa la ocupación para los palestinos día tras día.

El balance de palestinos muertos desde enero asciende a más de 275. En Israel la cifra asciende a 20 fallecidos y 85 heridos. Los datos hablan por sí solos.

Un israeli, 1.835 palestinos

Ahora, si nos olvidamos de los muertos por un instante y dibujamos una simbólica estadística sobre la relevancia de los arrestos (o capturas) en Palestina, la relación es de un israelí (el soldado Shalit) a 1.853 palestinos. La mayoría de esos hombres, niños y mujeres han sido arrestados de forma indiscriminada en sus propias casas, en la calle o en puestos de control. Se enfrentan a arrestos de tres meses ­si tienen suerte­ o indefinidos sin tener ningún cargo en su contra ni derecho a ser defendidos.

Si uno de los pretextos para bombardear y entrar en Gaza ­al igual que en Líbano­ ha sido la captura de un soldado israelí, entonces, ¿qué tipo de respuesta debería de dar la Autoridad Palestina en relación al arresto o captura de 1.853 de sus ciudadanos en los últimos 6 meses? Israel mantiene desde hace 40 años una política sistemática de detenciones y arrestos que han convertido a más de 750.000 palestinos en visitantes de centros de detención, cárceles y prisiones israelíes. Este dato significa que más del 20% del total de la población palestina, y más de un 40% de los varones han sido retenidos en algún momento de su vida.

Lo que le sucede a Israel es que lo han atacado en su talón de Aquiles, el denominado Ejército de Defensa Israelí, esa pieza fundamental de una sociedad tremendamente militarizada en la que los jóvenes se ven expuestos al contacto permanente con armas de guerra. Hombres y mujeres de todas las edades han sido entrenados y educados en la cultura de la guerra y la esquizofrenia por parte de un Estado y unos dirigentes que esgrimen la necesidad de estar en alerta permanente frente a un enemigo omnipresente que los quiere echar al mar y que puede atacar en cualquier instante.

El Estado de Israel ­así como Estados Unidos­ están plenamente convencidos de que la captura de tres de sus soldados justifica masacres indiscriminadas contra la población palestina y libanesa y una destrucción metódica de la infraestructura civil sobre la que se sustentan las economías de ambas poblaciones. La maquinaria mediática al servicio del tándem EEUU-Israel puso en marcha de nuevo la «retórica terrorística» desde que comenzaran las «operaciones de limpieza», volviendo a utilizar el pobre discurso sobre la necesidad de acabar inminentemente con el «terrorismo global islámico» para poder así asegurar la seguridad de nuestros civilizados y prósperos ciudadanos americanos y europeos.

¿Como es posible esta impunidad?

Así, uno se pregunta viendo este paisaje de sin sentido: ¿Cómo es posible semejante impunidad para con un Estado que es capaz de movilizar a todo su Ejército en unas horas y comenzar a matar civiles y destrozar infraestructuras? ¿Qué es lo que debe hacer un país que se ve sometido de esta forma para llamar la atención y así poder despertar a un vecindario internacional que se dedica a platicar en forma de basura-eufemística sobre la legalidad internacional, los derechos humanos y la democracia, dando clases de moralidad a diestro y siniestro? Por último, no consigo comprender, ¿qué tienen que ver los civiles asesinados y la infraestructura destruida con el terror, los terroristas o el terrorismo?

Es necesario y urgente replantearse el uso de una dialéctica simplona e incendiaria llena de guerras contra el terror, de musulmanes o islamistas extremistas, de árabes terroristasŠ Una retórica de día tras día abusan nuestros políticos y que termina por incrustarse en la vida de las personas creando miedo y haciéndoles el juego a los promotores del choque de civilizaciones. Es necesario analizar en profundidad los orígenes y las causas de los distintos conflictos que están brotando en la región e imponer soluciones duraderas basadas en la legalidad internacional.

Es evidente que la respuesta del Estado israelí no sólo es desproporcionada, como han reflejado los comunicados de algunos estados de la Unión Europea, sino que está completamente fuera de lugar y debería de ser castigada inmediata y severamente por los distintos estados de la UE de forma que situaciones de este tipo no vuelvan a repetirse.

¡Basta de impunidad! -

(*) Gago García: geógrafo, desde Ramallah


 
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