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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-17
Eduardo Renobales - Historiador
La izquierda abertzale y la guerra de Espa�a

Toda la gente se fue a la cama aquel 17 de julio con la incertidumbre de lo que realmente estaba sucediendo en el Protectorado. Las confusas noticias hablaban del en�simo pronunciamiento del ej�rcito colonial espa�ol, que hab�a habido muertos, pero con seguridad nadie sab�a a ciencia cierta lo que estaba ocurriendo.

La Rep�blica que tantas expectativas hab�a despertado, acab� tirando casi todo su cr�dito por la borda. Los sectores populares terminaron por alejarse de ella y abandonarla a su suerte al ser incapaz de superar las contradicciones estructurales que arrastraba el Estado espa�ol. Los conflictos socio-econ�micos, el arbitrario reparto de la riqueza, la incapacidad de llevar a cabo una reforma agraria m�nimamente aceptable para miles de braceros y jornaleros que sobreviv�an en la m�s absoluta miseria� Hizo que las capas populares y clases medias, en definitiva aquellos que m�s lealmente estaban a su lado, se desencantaran de los sucesivos gobiernos republicanos, dejando el campo despejado para las fuerzas reaccionarias de derecha (y de izquierda) que no ten�an m�s meta que imponer sus postulados.

El mismo 18, el Comit� Nacional de ANV se re�ne de urgencia en la Eusko Etxea de la calle Ronda de Bilbao. Gabriel Goitia, Tom�s Mitxelena, Tom�s Bilbao, futuro ministro de la Rep�blica, Andr�s Perea, Juan Carlos Basterra, Jos� Olivares Larrondo� calibran la gravedad de lo que est� sucediendo y emiten una nota p�blica donde expresan la posici�n de la izquierda abertzale ante los acontecimientos. Ante todo condenan el golpe militar consider�ndolo inaceptable para cualquier dem�crata. Acto seguido muestran su respaldo a la Rep�blica y hacen un llamamiento a todos los integrantes del Frente Popular y del nacionalismo vasco para consensuar una posici�n com�n en defensa, no s�lo del sistema republicano, sino de lo que representa para el movimiento nacionalista vasco.

Para ANV era meridianamente claro que la obtenci�n del Estatuto era �nicamente posible si en el Estado gobernaba un ejecutivo de izquierdas. La pelea por el Estatuto hab�a consumido las fuerzas del partido durante el sexenio republicano, basculando la opci�n estrat�gica de la formaci�n ekintzale desde la ilusi�n por la llegada de la Rep�blica al caer el corrupto r�gimen borb�nico, hasta el desencanto reinante a principios de 1936 en vista del incumplimiento de las promesas de autogobierno por parte de Madrid. Desaliento esclarecido en la asamblea del 30 de junio, donde se apuesta de manera inequ�voca por el derecho de autodeterminaci�n como eje de la futura pol�tica a mantener. S�lo hab�an transcurrido dos semanas desde la adopci�n de tal postura.

Ante la inminencia de la guerra que nadie desea, pero de la que todo el mundo habla desde hace meses, la izquierda abertzale reacciona de manera inmediata posicion�ndose al lado de la legalidad y la democracia. Para ser un movimiento pol�tico al que todo el mundo hoy en d�a parece querer darle lecciones de tales principios, puede presentar un curr�culo que deja en mal lugar a muchos dem�cratas-de-toda- la-vida. Y es que el movimiento de izquierda, abertzale e independentista mantiene muy expl�cito, desde la d�cada de los 30, sus principios y prioridades: libertad, autogobierno y democracia. Y un trabajo irreprochable por parte de todos sus l�deres y militantes les avala.

En lo que no ha habido tanta unidad de acci�n es en los procedimientos para recuperar ese espacio de autogesti�n propia. ANV mantiene una l�nea posibilista que atiende a la negociaci�n pol�tica como m�todo, sin renunciar al objetivo final que es la independencia. Reconoce la legalidad vigente, se alinea con ella en determinados momentos, la critica en no pocos otros, pero se muestra fiel a sus compromisos, a la palabra dada y a las reglas democr�ticas. Algo intachable, as� que, �dejen de dar lecciones! Las conocemos y las hemos practicado todas. La moderna izquierda abertzale, la que se refunda en 1978, tiene otra ra�z que le llega pr�cticamente desde Sabino Arana. Es la representada por el movimiento Jagi-jagi o Aberri enmarcado en la federaci�n de Mendigoizales o Euzkadi Abertzale Batza (EMB) liderada por Eli Gallastegi.

Los abertzales agrupados en torno a los peri�dicos Jagi-jagi y Aberri, mantienen unas posturas m�s moderadas en el tema social, parecidas a ANV en el econ�mico-productivo e irreductibles en lo pol�tico. El actual grito de �Aberria ala hil!� naci� en la confrontaci�n abertzale/republicano-socialista de los primeros a�os 30 bajo el sonido de las balas. La independencia era lema irrenunciable para EMB ante el que no val�an componendas, hacia atr�s ni para coger carrerilla. Frente a la v�a del Estatuto, los mendigoizales opon�an el Frente Nacional, la suma de voluntades a favor de Euskal Herria. La visi�n de este grupo abertzale en lo referente a la guerra era, comprensiblemente, radicalmente divergente. En un primer momento se niegan a tomar partido en una guerra espa�ola, una nueva carlistada en la que nada ten�an que ganar los vascos y s� mucho que perder. Al final, la propia din�mica de la contienda les obliga a tomar parte en ella, pero siempre lamentando que la sangre derramada no lo fuera por la libertad de Euskal Herria.

Estas dos formas de ver la realidad vasca en lo referente a sus relaciones con el Estado espa�ol, nos sit�a en la duda de qu� se hizo, qu� se pudo hacer, qu� se debi� hacer, y analizar las consecuencias que los conflictos internos entre espa�oles deparan c�clicamente a los vascos. Dijo hace pocos d�as en Artxanda el lehendakari, precisamente en un sesgado homenaje a los gudaris de ayer, que �lo que hoy somos os lo debemos a vosotros�. La pregunta que sugiere tal afirmaci�n es: Hoy, �qu� somos?

Somos una autonom�a en Espa�a, dividida (cuando no enfrentada), eternamente quejosa de transferencias nunca cedidas y carente de cualquier proyecto nacional. Eso somos. Se dio la sangre por un Estatuto raqu�tico, que se retom� en 1978 igual de paup�rrimo. Los gudaris del 36, anarquistas, jelkides, comunistas, mendigoizales, socialistas, republicanos y ekintzales ofrecieron su sacrificio m�s elevado (la vida de todos y cada uno de ellos) sin una causa clara. �Era la libertad, la Rep�blica, el Estatuto, la independencia�? Ciertamente la urgencia de combatir al fascismo hizo que muchos rechinaran los dientes al mirar de reojo al compa�ero de trinchera. Cat�licos practicantes disparaban codo con codo con ateos convencidos a requet�s que, al igual que ellos, hab�an comulgado minutos antes. La lucha contra el fascismo propici� extra�as compa��as. Y, efectivamente, la izquierda abertzale de ANV combati� al fascismo tanto m�s que a favor de la Rep�blica. Siempre con la independencia de los vascos como meta. EMB fue m�s radical. Pidi� a Agirre que las armas se utilizasen para proclamar la Rep�blica vasca.

El primer lehendakari no quiso, no se atrevi� o ten�a demasiadas ataduras para tomar semejante camino. Los vascos en 1936 lucharon con una facci�n de Espa�a. Con la que perdi�. Como siempre. El premio fue esta vez el honroso t�tulo de provincias traidoras y cuarenta a�os de paz. -


 
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