El sermón de Simón fue seguido con atención por el centenar de fieles que llenaban la ermita de Santa Ana. Habló de la vida, de la muerte, de los hechos horribles ocurridos en Uriondo en las últimas semanas y pidió confianza en quienes estaban encargados de esclarecer la situación. A su lado, Sergio cumplía las funciones de monaguillo. Con cierto desorden, por inexperiencia.Desde un lateral de la capilla, Mila seguía con atención la función, aunque apenas prestara atención a lo que decía el cura. Sergio se percató de su presencia y le sonrió. Mila le guiñó el ojo.
Al finalizar la misa, tras saludar a un buen número de parroquianos, Simón, Sergio y Mila se dirigieron a la cantina en busca del resto de la cuadrilla. Simón hizo notar su extrañeza:
Hace treinta años que estoy de cura en Uriondo y no te había visto nunca en misa...
No suelo ir, pero el día de la romería de Santa Ana es distinto. He venido desde niña.
En la cantina, un bertsolari animaba a la concurrencia mientras Huesitos, Xuxú, Gotzon y Miren daban cuenta de una ración de suculentos chorizos.
¿Y esto? ¡Si nos tienes terminantemente prohibido picar nada durante el poteo!
Hay que ser más flexible, Simón. Hoy es día de romería. Además, tú estarás hambriento. Los curas no desayunáis hasta después de decir la misa, ¿no?
Efectivamente, así que con vuestro permiso me voy a comer este choricito que tiene tan buena pinta. ¿Ya habéis organizado la paella?
Está todo a punto. En cuanto lleguen Juanjosito y Arantzazu la ponemos en marcha. Tiene muy buena pinta.
El poteo fue más intenso de lo que habían previsto. Además de la txosna y la cantina, recorrieron las mesas de varias cuadrillas más. En todas fueron bien recibidos y convidados a vino y aperitivos.
Lo malo de estos poteos desordenados es que en cada sitio te sirven un vino diferente.
No te quejes, Huesitos, que nos han invitado a vinos excelentes.
Sobre el sermón
Juanjosito y Arantzazu llegaron a la hora prevista. La paella estaba ya a punto y los comensales, sentados a la mesa, conversaban animadamente sobre lo vivido a lo largo de la mañana.
Y a ti, ¿qué tal te ha ido con el sermón? ¿Te han aplaudido al terminar?No ha habido ovación, pero la gente ha salido muy contenta apostilló Mila.
Y, ¿de qué ha hablado?
Mila, que no había atendido a Simón sino a la figura de Sergio, buscó la salida con un chiste fácil...
Pues del pecado, en el sermón ha hablado del pecado.
Simón enarcó una ceja con gesto de extrañeza. Gotzon continuó con el interrogatorio:
¿Ah sí? Y ¿qué ha dicho?
¡Pues qué va a decir el cura, hombre! Pues que no es partidario.
La broma fue celebrada por todos, incluido el cura que resumió después el sentido de su sermón.
He tratado de tranquilizar a la gente y transmitir la idea de que algo ajeno a Uriondo y a sus gentes ha ocurrido, por casualidad, en nuestro pueblo. Se trata de que no empiece entre nosotros una especie de caza de brujas, que no nos llevará ningún sitio. Y como ya habían empezado los rumores y las habladurías...
¿Habladurías? A ver, a ver, cuenta algo. Yo no había oído nada.
Porque a los curas nos cuentan más cosas que a vosotros. Simón bajo el tono de voz y prosiguió. Se ha corrido el rumor de que Xabier Gorosabel y Mikel Mendia, los dos chicos que encontraron al muerto aquí, en la ermita, andan metidos en líos de droga y que podían tener alguna relación con este asunto. Eso es lo que se ha rumoreado.
¿Esos chicos? ¡Qué va! Los conozco desde que eran unos críos... Ya te digo yo que ésos, de drogas, no saben nada.
Huesitos, puesto en antecedentes por Simón, sabía en qué andaban los dos adolescentes aquella noche y en aquel paraje. Por si alguno de la cuadrilla no lo sabía, lo soltó:
¡La gente es la reostia! Esos dos chavales son gays y estaban haciendo lo que hacen todas las parejas en los lugares apartados y oscuros. ¿O vosotros siempre habéis tenido un pisito para vuestras cosas?
Xuxú quiso quitar hierro a la conversación:
¿Piso? Pregúntale a Miren. La cantidad de veces que habremos ido a casa de los padres con la espalda llena de hierbajos. En tono pícaro, agregó: ¿Te acuerdas, Mirentxu?
Cállate, Angel. Sabes que no me gusta que airees esas cosas.
Chica, tampoco es para ponerse así. También nosotros nos teníamos que conformar con el coche. A mí todavía me duele la espalda. Y a Mila no se le olvidará el volante de aquel Seat Panda. ¿Te acuerdas del día que te pegaste aquel coscorrón cuando...?
¡Vale! A mí tampoco me gusta contar esas intimidades. Además, de eso hace ya tanto tiempo...
Mila observó a Sergio y percibió un gesto de desagrado. A buen seguro, al argentinito no le encantaba oír hablar de sus relaciones sexuales... con otro. Aunque «el otro» fuera su marido.
La conversación discurrió por otros derroteros hasta que Arantzazu intervino:
Por cierto, hemos comido como limas, pero ninguno ha tenido el detalle de felicitar a Mila. La paella estaba de campeonato.
Todos asintieron. Mila se había dado por satisfecha al ver cómo todo el mundo repetía plato hasta dejar la paellera vacía.
No hacía falta que lo dijerais. ¡Si no habéis dejado ni para muestra!
Huesitos se puso en pie y engoló la voz:
Pues quedas nombrada paellera mayor de Los Mozolos. Para celebrarlo, podemos organizar una excursión a Basalur y sorprender a Josefo con una paella.
Pero esta vez haré el fumét de pescado con congrio.
¿Con congrio? ¡Ni pensar!
Huesitos había caído en la trampa de Mila.
Pues hay que poner fecha para la excursión.
(CONTINUARA)