Leo con atención las reacciones habidas al último acto de violencia estructural contra la libertad de expresión y manifestación y, aunque parezca mentira, me sigo sorprendiendo. Resulta que hay un montón de miles de personas que quieren manifestarse este domingo de forma absolutamente legítima, democrática y pacífica en Donostia, y al editorialista de “Noticias de Gipuzkoa” no se le ocurre otra sandez que la que sigue: «Batasuna está acostumbrada a la apropiación de los deseos y aspiraciones de la sociedad a la que dicen representar para su particular beneficio. Batasuna convoca a sus bases a sabiendas de las dificultades, toma la calle triunfalmente cuando le dejan, crea la tensión y la rentabiliza cuando no le dejan y se repliega. Está claro que en esta primera fase del proceso, Batasuna va a ser ubicua, va a estar en todas partes, va a ser noticia permanente y a convertirse en referencia, aunque, en realidad, sólo representan a una parte minoritaria de esta sociedad (...) La pacificación, normalización política y reconciliación social de este país es una demanda democrática contundente de una sociedad cada vez más ajena a estos episodios de ilógica y absurda propaganda política». Habría que saber a quién representa el editorialista en cuestión.

Y es que el tono del “Abc” no suena muy distinto. En su editorial dejaba sentado que «en el plano político los batasunos demuestran que continúan marcando el rumbo de los acontecimientos. No sólo están dispuestos a tomar las calles de la capital donostiarra, sino que plantean un objetivo ­el derecho de autodeterminación­ que sus portavoces han vinculado sin escrúpulos con el proceso iniciado tras la declaración del alto el fuego de ETA. La sensación de impunidad con que actúa este ‘comando político’ es una pésima noticia para el Estado de Derecho, cuyos mecanismos tienen que seguir funcionando...».

Y el editorialista de “El Mundo”, tal vez desde su piscina ilegal, escribía que «Garzón actuó de forma inteligente al obligar a todos los miembros de la dirección de Batasuna a definirse sobre la manifestación. Esa estrategia del juez ha contribuido probablemente a la desconvocatoria formal del acto», y así resulta que «Garzón ya no puede prohibir esa convocatoria porque no existe. Pero la responsabilidad de evitarla recae ahora sobre la consejería de Interior, que debe impedir su celebración puesto que la manifestación sería ilegal después de ser desconvocada». O sea, quieren palos. - msoroa@gara.net