Empezar una guerra no es como acabarla
Nadie puede negar que haya algo de interesante en lo que está pasando en Líbano con lo de Hizbula e Israel, para entendernos.
Desde siempre se ha dicho que empezar una guerra no es como acabarla; lo saben hasta los americanos, pero, cuando las guerras son tan esenciales, ya saben, hay miedo a perderlas, e Israel no quiere perder esta guerra. Es más, de ser suya la decisión, no iría a la guerra, nunca a perder ninguna guerra, y menos la actual. Pero lo malo es que este alguien, que ha convenido consigo mismo en llamarse estado, parece que está librando cada cinco años la misma batalla. Habrá que saber, entre tantas cosas que no desvela Israel, si Olmert le está teniendo al corriente a su predecesor ¿vivo o muerto? Sharon de lo que está pasando ahora mismo en el frente norte. En sus días el Bulldozer , como gustaba a los israelíes llamarlo, necesitó cinco días para llegar a las puertas del mismo Beirut que está arrasando Olmert y su camarilla de generales que no tienen ni la sombra de Eric. Ya lo había dicho Marwan Barguti en su día: Sharon es la última bala de Israel. A ver si se levanta para ver la seguridad que tiene Galilea ahora mismo; pero, en su silencio sabio, por una vez igual lo sabe de sobra el general coronado Rey de Israel en la Plaza de los Reyes de la misma Tel Aviv, que nos hemos enterado de que le ha puesto Hasan el mismo precio que tiene Beirut, claro está, la Beirut del Líbano, no aquella de Hizbula. Aparte de ser inteligente es también clemente el malvado de Hasan. Casi casi es brujo: está dispuesto a hacer del sur un cementerio de los israelíes, pero con una condición: que después de haber empatado el partido hay que recurrir a los penaltis y, ya se sabe, en los penaltis se juega de cara a cara, y es exactamente lo que quiere Alssayed. Francamente, debe de estar muy mal Israel, que hace otra guerra a escala mayor para ganar la anterior en la que acaba de fracasar; es como quien para deshacerse de un mal tiene que tragar otro mayor. ¿Es que no ve?
Los que no deben de ver casi nada en el muy democrático Israel son los de la tele, por eso no tienen efecto los Katyushas de Hezbola. Ahmad Yaseen les había dicho una vez: ¿por qué os molestan tanto nuestros cohetes si no os hacen casi nunca nada? Gaza tiene que estar de fiesta, cualquier matanza allí pasaría como una gloria: leyes del nuevo mapa que quiere Condoleezza. Pero esta vez, como las anteriores, la tierra no es sin pueblo y el pueblo elegido parece que ha perdido la ocasión de tener una tierra prometida por el malvado Arafat, que descansa en Ramallah esperando a que un cohete de la próxima guerra lo lleve a Jerusalén: Entonces sí que el explosivo será efectivo.
Thamer Birawi - Traductor e intérprete
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