Jesús Agirre | Director en funciones de la Quincena Musical
«Creo que hay que ir dejandopaso a las nuevas generaciones»
Jesús Agirre ocupó durante muchos años la intendencia de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. A pesar de estar jubilado desde 2004, los responsables de la Quincena Musical de Donostia decidieron acudir a él en junio pasado ante la previsión de que el director general del festival, José Antonio Echenique, no podría ocupar su cargo en la presente edición por problemas de salud.
Jesús Agirre accedió a hacerse cargo de la dirección
provisional de la Quincena Musical ante el estado de baja médica de José Antonio
Echenique. Llegó a última hora y ha tenido que hacer frente al enorme volumen de
actividades del festival en un tiempo récord. A continuación da cuenta a los
lectores de GARA de cómo está resultando la experiencia.
Usted ya llevaba dos años y medio disfrutando de su jubilación cuando le propusieron ocupar el puesto de director en funciones en la presente edición de la Quincena. ¿Por qué se decidió a aceptar el cargo?
La situación ha sido excepcional porque José Antonio Echenique lleva ya un tiempo de baja y, al ir acercándose la fecha del festival, los responsables de Quincena juzgaron necesario que hubiera una persona que en parte se hiciera cargo de las responsabilidades que habitualmente incumben a Echenique. Me llamaron en el mes de junio y, a pesar de que yo ya estoy inmerso en la tranquilidad de mi jubilación, decidí que era un momento y una situación en la que había que echar un cable. Así que finalmente dije que sí.
¿Y cuál está siendo su función exactamente?
Hay que tener en cuenta que la programación estaba ya diseñada, como es lógico que lo estuviera en esas fechas. Así que mi función en realidad consiste en cuidar de los flecos que bordean la programación, acometer las decisiones de última hora, atender a los artistas, a la prensa, etcétera. Es decir, representar al festival de cara al público.
¿Y qué ha sido lo más complicado al asumir el puesto tan a última hora?
Lo que más me ha costado, quizá, ha sido hacerme con todo el cúmulo de actividades que oferta el festival. Teniendo en cuenta que son ciento doce, divididas en siete ciclos, y que además de los ciclos hay también actuaciones que salen de Donostia a otras localidades... llegar a controlar todo ese cúmulo de actividades cuesta mucho, sobre todo cuando tienes que ir hablando con los artistas y los responsables individuales de cada concierto. Pero, bueno, poco a poco he conseguido ir entrando en todo eso.
Al tener que trabajar con una programación que usted no ha diseñado, supongo que habrá propuestas que no le gusten o que usted no hubiera firmado, pero que se ve igualmente obligado a representar.
Sí. Pero, como ya he dicho, mis funciones no incumben el aspecto de la programación. El contenido artístico ya estaba diseñado, yo sólo he entrado para dar continuidad a algo que ya existía con anterioridad.
Es bien sabido que en el mundo de la música clásica se programa con muchísima antelación y que cada edición de Quincena, aunque dure un mes, conlleva muchos meses de trabajo. Usted la está dirigiendo provisionalmente, durante un verano. ¿Qué va a ocurrir con las próximas ediciones de Quincena?
Aquí hay un equipo que, aunque yo lo esté representando provisionalmente, ya estaba trabajando e incluso ya está preparando cosas para la próxima edición, que no voy a anticipar. Todo ese equipo no se queda quieto, y estoy seguro que la próxima Quincena, la de 2007, gozará también de una buena programación.
A veces parece que la actual dirección técnica de Quincena es un tanto hermética. La mayoría de sus miembros tienen ya una cierta edad y algunos de ellos han sufrido además serios problemas de salud. No obstante, en ningún momento parece que se hayan preocupado por formar a su lado a jóvenes que puedan dar continuidad a un festival de estas características. De hecho, ante una situación excepcional como la de este años, han tenido que recurrir a usted, que ya está jubilado. ¿Qué cree que ocurrirá cuando, antes o después, se produzca el relevo generacional? ¿Peligrará el nivel de calidad de Quincena?
La verdad es que no me conozco hasta ese punto las interioridades de la Quincena y, en todo caso, tampoco soy yo el que debe hablar de ese tema, porque, como tú bien has dicho, mi situación es provisional. Es un tema interesante, pero habrá que hablarlo en su momento.
¿Pero cree que en Donostia hay gente preparada para dar continuidad a la Quincena en los niveles actuales de calidad?
Yo creo que sí. Creo que entre las generaciones jóvenes que vienen por detrás hay gente muy interesante. Además, yo pienso que lo mejor siempre es la combinación de la experiencia con las nuevas ideas y los impulsos que vienen por detrás. Eso sería, quizá, lo ideal, lograr ese tipo de equilibrio, de combinación. Y supongo que quien tenga la responsabilidad de eso, cuando llegue el momento adecuado, lo hará.
Ha habido muchos rumores referentes a “El Rapto en el Serrallo”, que se acaba de representar. Concretamente, que se han producido serios conflictos entre las peticiones de los cantantes y las condiciones impuestas por la familia de Strehler, propietarios intelectuales de la puesta en escena original. ¿Qué hay de cierto en esos rumores?
Para mí la ópera es siempre un montaje complejo, que abarca muchísimos aspectos, porque, al fin y al cabo, tiende a ser el espectáculo completo. Está la escena, la visión, la acción... y está la música, el cante, la orquesta, etcétera. A veces conjugar todo eso tiene sus dificultades. Concretamente, en este “Rapto” había un problema por la inclusión de unas arias que habitualmente no se suelen cantar y para las que Strehler no había creado escena. Al principio, conjugar todo eso ha tenido alguna pequeña dificultad, pero, al final, todo se ha resuelto.
Usted ha ocupado durante años el cargo de intendente en la Orquesta Sinfónica de Euskadi. ¿Qué diferencias hay entre trabajar para la Orquesta y para la Quincena Musical?
Tanto en la Orquesta de Euskadi como en la Quincena se trabaja con mucha antelación, porque intentas traer a artistas que normalmente tienen la agenda muy apretada. La diferencia es que en la OSE, trabajando con esa antelación, la actividad se distribuye a lo largo de toda una temporada, y eso te da un cierto equilibrio en el ritmo del trabajo. La Quincena conlleva un ritmo más calmado a lo largo del año, durante el periodo de preparación, pero, cuando llega la hora de la presentación al público, este ritmo se desboca. Esa es para mí la diferencia fundamental, la intensidad del trabajo en cada momento. Por lo demás, el tipo de actividad es similar, aunque, por supuesto, la Orquesta no organiza óperas, que es algo muy complejo.
¿Qué va a hacer cuando finalice este paréntesis en su jubilación? ¿Volverá al descanso o seguirá trabajando? Espero que no. Mi compromiso era sólo para esta
edición. Mi idea es volver otra vez al estado de jubilado que tenía antes y del
que estoy muy satisfecho. No es que desdeñe el trabajo, pero ahora tengo también
otras aspiraciones y otro tipo de ocupación de mi tiempo. Y pienso asimismo que
hay que dejar paso a las nuevas generaciones.
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