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Gara > Idatzia > Mundua 2006-08-26
Ricard BOSCAR (Teherán)
El apoyo de iran a hizbula
·Oriente Medio en llamas

Desde las calles iraníes, Boscar ha pulsado la opinión de la población sobre la reciente agresión israelí en Líbano, un país que conoce muy bien, pues ha vivido allí durante mucho tiempo. El autor rechaza que la guerrilla libanesa sea una marioneta de Teherán. También cuenta que la mayoría de los jóvenes iraníes no comulgan con la actitud provocadora de su Gobierno, porque les coloca bajo la espada de Damocles.

Como es habitual, en el mundo musulmán, y particularmente en lo que refiere a Oriente Próximo, la realidad es más compleja de lo que reflejan los medios de comunicación. El manido argumento del apoyo iraní a Hizbula, reforzado por una imagen tendenciosa de fanatismo, no es ninguna excepción. Si bien es cierto que el Gobierno iraní no es el mejor ejemplo de diplomacia, habida cuenta de que sus malas relaciones con Israel le colocan en un puesto de honor en la lista negra de la agenda imperial, es importante destacar que en la calle se palpa más bien una sensación de desgana y cansancio que un ansia por «empujar a los judíos al mar».

Desde que empezó la agresión israelí contra Líbano, en las calles de los pueblos y ciudades de Irán los tradicionales y ubicuos carteles y murales en honor a la revolución y a los mártires nacionales comparten espacio con los que ensalzan a Hizbula y a la resistencia libanesa. Mediante una estética que mezcla lo kitch con lo macabro, los encargados de la propaganda han preparado una campaña que muestra imágenes de los recientes horrores en Líbano junto a otras en las que aparecen heróicos guerreros de Hizbula o el propio Hassan Nasrallah, en ocasiones abrazando al líder iraní Ali Jamenei bajo la tierna mirada de Jomeini desde los cielos. Todo ello enmarcado entre las flores y pajarillos tan típicos del gusto persa.

La prensa escrita y los noticiarios televisivos anuncian la gran victoria de Hizbula sobre el «régimen sionista de la Palestina ocupada», como se denomina a Israel de manera oficial. Esta buena sintonía entre el Gobierno iraní y el grupo chiíta libanés encuentra amplio eco en los medios de comunicación internacionales, muchos de los cuales dan por sentado que Hizbula no es sino una mera marioneta de Teherán. Esta absurda afirmación demuestra, además de escaso conocimiento, un completo desprecio por aquellos que han estado más de 20 años resistiendo legítimamente al Ejército sionista.

Enemigos comunes

Las buenas relaciones entre Irán y el Partido de Dios libanés no sólo se explican en términos religiosos ­ambos son musulmanes chiítas, rama minoritaria en el islam y considerada herética por la visión ortodoxa saudita­, sino también en términos estratégicos. Desde sus inicios, tanto Hizbula como el régimen de los ayatolas comparten, además, enemigos: Israel y EEUU.

Hizbula nació de la guerra de Líbano como el más importante de los movimientos de resistencia de la comunidad chiíta, históricamente la más marginada del país levantino. Irán ha sido un factor clave en el desarrollo del grupo libanés, no solamente a nivel ideológico sino también en términos de entrenamiento y logística. No obstante, el control que Irán ha mantenido sobre Hizbula ha ido perdiendo fuerza a medida que éste último ha ido integrándose en el sistema político libanés y tomando entidad propia.

Si bien se rumorea que existieron grupos de Pasdaran actuando en el valle del Bekaa durante la guerra civil libanesa, es más que dudoso que hayan participado en el reciente conflicto contra Israel, como algunos medios nos quieren hacer creer. Es obvio que existe un apoyo económico y logístico desde Teherán, pero en ningún modo se ejerce control sobre su órgano directivo. Lo que han dejado claro estas ultimas semanas es que la ayuda de Irán ha permitido a Hizbula hacer frente, con bastante éxito, al ya gigante con pies de barro del Tsahal, cuyos portavoces han tenido la desfachatez de quejarse de la modernidad de las armas de los milicianos libaneses cuando es bien conocido el abrumador apoyo que recibe Israel de EEUU.

La calle esta cansada

Sin embargo, para cualquiera que conozca mínimamente Irán, es evidente el malestar de gran parte de la población con el Gobierno. Los iraníes no se muerden la lengua a la hora de hablar con los extranjeros, tal y como puede suceder en otros países de la región. Las más de dos décadas de “vilayat e faqih”, gobierno de los juristas, que se entromete en todas las parcelas de la vida cotidiana de los ciudadanos, han cansado a una población compuesta mayoritariamente por jóvenes, con un notable nivel cultural y conocedora del mundo exterior.

La identificación del Gobierno iraní con Hizbula tiene un efecto halo que perjudica a estos últimos, y es aquí donde el mito se tambalea. «A mí no me gusta Hizbula», comenta Khosrow, un joven universitario que trabaja en uno de los cibercafés más punteros de Teherán. «No es que me guste América o Israel, pero estoy cansado del Gobierno y de sus aliados. Creo que la mayoría de jóvenes opinamos así. Sólo queremos libertad y trabajo».

Un vendedor de la ciudad santa de Mashhad comenta sin tapujos: «Todos los mullahs son iguales, y Nasrallah es simplemente uno más de ellos». En la acera de enfrente, junto al mausoleo del Imam Reza, se celebra una manifestación en apoyo a Hizbula. Pero tanto en ésta como en la reciente llevada a cabo en la céntrica plaza Palestina de Teherán, tan sólo un escaso millar de personas han acudido, a pesar de la amplia cobertura mediática que quiere presentar un país volcado con sus correligionarios libaneses.

El museo de los mártires, frente a la ex embajada estadounidense en Teherán, sirve como muestra del posicionamiento del régimen respecto a los conflictos con el imperio. La defensa de la causa Palestina y, en general, de los pueblos oprimidos, ha sido uno de los pilares del régimen de los ayatolas desde la revolución de 1979 y forma parte del alma mater chiíta.

Las críticas no carecen de un pesimismo realista, tal y como expresa Amir, un taxista de Tabriz: «Tengo ganas de que mi país deje de tener una reputación tan nefasta. Siempre estamos defendiendo y apoyando a los palestinos y a los libaneses, pero me pregunto qué Gobierno árabe nos ayudaría si tuviéramos un problema». La respuesta es evidente.

No obstante, a pesar de que exista una solidaridad natural con los palestinos o con los chiítas libaneses, en palabras de Hussein, tendero de Kerman, «estamos hartos de tener que aguantar la actitud provocadora de nuestro Gobierno». Y sentencia: «Nosotros somos gente de paz». La amenaza del conflicto armado pende sobre sus cabezas a diario.

A pesar de las críticas, Irán no es Líbano y ni es posible ni entra en los planes de Nasrallah convertir el país de los cedros en un estado islámico chiíta. Hace más de una década que Hizbula ha optado por la vía democrática y el diálogo con las otras comunidades religiosas, mientras que su rama militar se ha limitado a combatir dentro de sus fronteras contra un ejército de ocupación.

Los próximos meses dirán quién ha sacado provecho del mes de destrucción que ha supuesto este último conflicto. Lo que ha quedado claro es que Nasrallah ha ganado la batalla de la opinión pública musulmana, e Israel (y sobretodo el Gobierno de Olmert), han perdido activos importantes de credibilidad en Occidente.

Por su parte, el acoso al que se ve sometido Irán por parte de Washington corre peligro de volverse en su contra si se sigue la línea actual. Es probable que los servicios de inteligencia norteamericanos sepan que en Irán es viable un cambio de régimen a medio plazo sin tener que recurrir a la fuerza. La propia dinámica de su sociedad conducirá a ello. Pero atendiendo a la desastrosa política de EEUU en Oriente Próximo, es también posible que este malestar se vuelva en su contra. Los iraníes son gente pacífica y ansían cambios, pero no hay que subestimar el espíritu de justicia y de sacrificio chiíta. Una mala gestión de las relaciones geopolíticas con Irán puede acabar en un baño de sangre de proporciones apocalípticas. -

(*) Ricard Boscar: colaborador del Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)


 
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