Tubacex sabía cómo evitar el accidente
El accidente de Tubacex no tuvo, afortunadamente, las consecuencias en víctimas humanas que cabía temer por su gravedad y espectacularidad, así como por los daños materiales ocasionados. Pero el hecho de que haya habido circunstancias, como el haberse producido en el turno de noche, que en esta ocasión han jugado a favor de los trabajadores afectados, no relativiza ni un ápice la gravedad de los hechos. Y si es cierto que hay que felicitarse porque las heridas de los diecisiete trabajadores afectados fueran de carácter leve, ello no puede llevar al equívoco de relativizar la denuncia ni de permitir a esta empresa ni a ninguna otra que jueguen con la vida de sus empleados como si de una ruleta rusa se tratara.
El primer informe de Osalan y la denuncia de LAB en torno al accidente coinciden en los motivos del mismo: el deficiente encaje del yugo que recoge el recipiente ocasionó la caída de la cuchara con hierro fundido, y el agua en el suelo ocasionó la explosión. Con esos datos en la mano cabe decir que si la gran mayoría de «accidentes» laborales se habrían evitado de haberse observado las necesarias medidas de seguridad, ello es más cierto aún en este caso, ya que los trabajadores habían avisado a la empresa de la existencia de una fuga de agua. Pero no se paró la producción, a pesar del evidente riesgo que supone, según advierten instancias como la OIT, y a pesar de que al menos otros dos accidentes de las mismas características se han producido en los últimos años en Euskal Herria: en ACB de Sestao, con seis trabajadores heridos; y en Amurrio Ferrocarriles, con la muerte de un trabajador. La «suerte» ha estado ahora de lado de los trabajadores, pero la única manera de garantizar la integridad física y la salud en el puesto de trabajo es extremar la seguridad y poner la salud y seguridad de los empleados por encima de la producción. Algo que no hizo Tubacex.
Ayer también se conocía que un trabajador falleció el martes en Beasain mientras talaba pinos. Con él, son al menos 64 las personas que han perdido la vida este año en Euskal Herria en el desempeño de su labor profesional. La siniestralidad laboral se ceba fundamentalmente en sectores donde la precariedad es la norma, pero lo visto en la jornada de ayer demuestra que no cabe bajar la guardia en ningún espacio, en ningún sector. Muy al contrario, es necesario que de una vez por todas se aborde una política de prevención y sanción que resulte eficaz en todos los ámbitos de la actividad laboral. -
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