El grupo de empresas que se ha hecho con la adjudicación de la primera fase de la zona regable de Canal de Navarra se ha convertido así en otro cómplice necesario del desastre medioambiental ocasionado por la presa de Itoiz y por el mismo Canal de Navarra.

En este grupo de empresas destaca la presencia de Caja Navarra y de Acciona, que suman un 70% de la participación en dicho consorcio. Nada sorprendente para quienes sabemos qué es lo que hay detrás de este macronegocio amparado desde todos los ámbitos de la Administración, pues no son nuevas estas empresas en proyectos con un fuerte impacto ambiental.

Pero contrasta la realidad de estas agresiones con la ficción de la imagen «ecológica» que estas empresas pretenden dar a la sociedad a través de grandes campañas de promoción y publicidad.

Caja Navarra intenta vender su imagen «verde», a través de la Obra Social anunciándonos un montón de proyectos ecológicos, demostrándonos lo implicada que está en la naturaleza y la ecología de Navarra. Este dinero destinado de la Obra Social a medio ambiente (que no es voluntario, sino una exigencia de la ley) es positivo, pero ineficaz, pues con una obra como la ampliación de los regadíos de Navarra a costa de la inundación de uno de sus mejores valles y con el dinero público hace ineficaz cualquier pequeña mejora en medio ambiente con multitud de modestos y buenos proyectos.

De Acciona poco podemos decir en su contra, pues después de la campaña “SOStenibilidad”, en la que invirtió mucho dinero, parece que tiene licencia para hacer lo que quiera con la categoría de «sostenible». Y entre otras agresiones al medio ambiente, ésta también se considera «sostenible», sobre todo si hablamos de una obra de 172 millones de euros (28.600 millones de las antiguas pesetas). Con esta inversión se pueden sostener muchas más campañas de lavado de imagen.

Esta obra es una impactante agresión ambiental, no sólo por lo que ya implica la presa de Itoiz con la despoblación, deforestación e inundación del valle así como el riesgo que esta presa entraña, ni por el impacto paisajístico, el despilfarro económico y la inefi- ciencia del uso del agua que ha ocasionado el Canal de Navarra, sino que además la transformación del uso agrícola de estas 26.234 hectáreas de secano a regadío implica una transformación radical del ecosistema, un fomento del monocultivo frente a la biodiversidad, un despilfarro de agua en pleno cambio climático y una vinculación de la economía rural a la política de ayudas de la Unión Europea al regadío que, no lo olvidemos, está en una clara regresión con la incorporación de los países del este, la reducción del presupuesto comunitario y la apertura de los mercados agrícolas a terceros países.

Pero esto a Caja Navarra y a Acciona poco les importa, pues ellos se han llevado una jugosa parte del pastel (623 millones de euros es el coste del Canal de Navarra). Ni tampoco al Gobierno de Navarra ni al Ministerio de Medio Ambiente, que no sólo han permitido este despilfarro, sino que además han sido los principales impulsores. Mientras todos ellos se forran a costa del dinero público, Ibai Ederra sigue en prisión por defender la inSOStenibilidad de la presa de Itoiz. -