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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-09-11
Carlos Ormazabal Urbizu - Miembro de la Asamblea Regional de Gipuzkoa de EAJ-PNV
El abrazo

Van ya para cinco meses desde el anuncio de alto el fuego permanente de ETA y poco, o nada, parece haberse movido desde entonces.

La situación más bien parece resumirse ­si no fuera por lo serio del asunto­ en el paso de un «¡Estate quieto, Mariano, que nos puede ver alguien!» a un ­con gesto adusto de él hacia ella mientras permanecen abrazados­ «Lo nuestro no es posible, no es por mí, sino por ti. Mientras no tengas los papelesŠ», ante un atónito público que contempla la escena y entre el que se encuentra un espectador ofuscado, despechado ante los nuevos devaneos de él tras los felices años pasados en los que todo parecía posible. Y, tras las cortinas de la estancia, asoma amenazador un garrote al que nadie es ajeno pero al que tampoco nadie parece querer dar importancia, conscientes de que lo que trata es de que no se mancille el honor de ella.

Vaya por delante ­nadie lo vaya a interpretar mal­ que Mariano es el nombre, junto con Concha, de la pareja a la que el humorista Forges ponía la frase.

Que a estas alturas se produzcan, casi a diario, declaraciones y contradeclaraciones acerca de lo que hayan hablado o dejado de hablar el PSE-PSOE y la izquierda abertzale no está haciendo más que alargar el inicio de un proceso que todos los actores políticos prevén largo y complicado. Y aún no hay acuerdo siquiera en el número de mesas que han de conformarse.

Desde la declaración en sede parlamentaria de Zapatero ­no ante quien debía hacerlo, el propio Parlamento, sino ante los medios de comunicación (parece que esta forma de actuar es contagiosa entre algunos mandatarios socialistas, pues lo mismo acaba de hacer el alcalde donostiarra en su Declaración Donostia 2013, no ante los representantes electos en el Ayuntamiento sino, también, ante los medios de comunicación, en San Telmo. ¿Les falta en las instituciones que presiden la mayoría que exigen a otros o, siquiera la transversalidad?¿A esto no se llama propaganda?)­, aplaudida desde la izquierda abertzale por lo que presumían que suponía, ésta denuncia el acoso a que desde las instituciones estatales se está sometiendo a la dirección de la misma.

Lo del «Estate quietoŠ» viene de los manejos o subterfugios efectuados para que la reunión entre ambas formaciones fuera la primera revestida del carácter de legalidad que le ha conferido la Audiencia Nacional (basta recordar las denuncias presentadas por determinadas asociaciones o colectivos con objeto de imputar al Lehendakari y otros al no estar legalizada Batasuna), que ahora se demuestra falacia manifiesta por recientes declaraciones que reconocen la existencia de contactos y negociaciones de las dos partes, incluso antes del alto el fuego permanente de ETA.

Algún gesto ­tampoco de gran relevancia, al menos visto desde fuera­ pero gesto, al fin y al cabo, de la izquierda abertzale se ha podido constatar en las convocatorias, efectuadas por particulares, de manifestación en las fiestas de las capitales.

Lo que roza el delirio es el empeño de los socialistas en exigir a la izquierda abertzale el cumplimiento de la legalidad vigente (Ley de Partidos), el que se saque los papeles, vaya, cuando desde el gobierno de Madrid sistemáticamente, y deliberadamente, se incumple el acercamiento de presos, tratando de utilizarlos de moneda de cambio.

Mezclar normalización y pacificación, con el objeto de que se puedan justificar determinados comportamientos, según lo que interese en cada momento, argumentando una cosa y al mismo tiempo la contraria se está convirtiendo en una constante del gobierno Zapatero, con el objetivo de hastiar, aburrir, a una sociedad tan castigada como la vasca.

A pesar de lo que algunos piden sobre la luz y taquígrafos de la mesa, o mesas, que se vayan a cons- tituir es ahora cuando comenzamos a conocer algunos de los temas que han «negociado» entre socialistas e izquierda abertzale, y a cuentagotas. Esa luz y taquígrafos brillan por su ausencia en las conversaciones o negociaciones que han mantenido, y de esos polvos estos lodos.

Tres temas: Presos, legalización y Nafarroa.

Desde el punto de vista de la legalidad, aspecto tan importante en otras cuestiones para algunos, los presos no deberían estar en cárceles que no fueran las vascas; no trate alguien de colgarse medallas si es que realmente el gesto se produce. Se habrá cumplido la legalidad vigente, sin más. Otra cosa son los indultos u otras medidas que se pudieran adoptar, a los que ya se ha referido el secretario general de los socialistas guipuzcoanos, Miguel Buen, en su papel de encargado de lanzar los globos sonda.

Nafarroa: deberán ser los navarros quienes decidan qué quieren hacer, y no es precisamente la mejor forma de que lo hagan en determinada dirección si les viene impuesto. Además de que cualquier sospecha al respecto es utilizada por UPN para reafirmarse en sus tesis lo cual, al menos hasta ahora, le ha dado un excelente resultado en cuanto a fomento del antivasquismo. Alegran ­con reservas­ a este respecto las declaraciones del socialista López Garrido cuando dice que «son los navarros los que tienen que decidir respecto de lo que quieran hacer» aunque cree que «están muy bien como están y así quieren continuar». Espero que piense también, por extensión, que debemos ser los vascos los que decidamos qué queremos hacer.

En el tema de la legalización de Batasuna, ambas formaciones deben aclarar los acuerdos a los que han llegado y dejarse, de una vez por todas, de zarandajas. Esta oportunidad es única, y el desaprovecharla no es una opción. A nadie se le escapa que las próximas elecciones, municipales y forales ­las de los representantes más próximos a los electores­ sin la presencia de una fuerza política supone alargar al menos cuatro años más la resolución del problema. ¿O alguno lo está tratando de utilizar como estrategia de cálculo electoral?

Es conocido el poco interés de los socialistas en activar nada que no controlan. Y Euskadi es su asignatura pendiente. Si por ellos fuera, ni mesas ni nada parecido. Menos aún tras la publicación del último Sociómetro del Gobierno Vasco, en el que se aprecia un claro ascenso de la intención de voto independentista. No es difícil concluir de los datos de la encuesta, extrapolados a una consulta, que se cumplirían con creces las condiciones impuestas a Montenegro para su indepen- dencia de Serbia. No se puede dejar pasar este dato de tapadillo.

Dicen los mentideros que el caudillo tenía sobre su escritorio dos montones de papeles: en uno de ellos estaban apilados los temas pendientes de resolución y en el otro los resueltos. Y la forma de paso de una pila a la otra se debía a que o bien había caducado, o bien se había resuelto por sí solo, o el causante había fallecido.

Algo parecido parece ocurrir en el escritorio de Zapatero. Ni un movimiento, oiga!

Debería analizar la izquierda abertzale con quién ha negociado y valorar la credibilidad de sus interlocutores porque, en Cataluña, los socialistas ­que han hecho el trabajo sucio de preparación previa del cepillado del Estatut, encabezados por Maragall­ han sido defenes- trados, así como sus socios de ERC. En Madrid preocupa menos quienes sean los que gestionen el nuevo Estatut, en el que todo está atado y bien atado para una buena temporada.

De sobra conocemos la forma de actuar de los gobiernos de Madrid. Pulpos que, en situaciones de necesidad, alargan sus tentáculos a la periferia con el objeto de atraer determinados aliados para luego atraparles con sus ventosasŠ y que cuando obtienen mayoría absoluta convierten los tentáculos en fustas contra sus antaño aliados.

Comprometerse/implicarse. Dos términos que parecen similares pero que no lo son. En un plato de huevos con chorizo, la gallina está comprometida. El pobre cerdo, implicado.

Comprometidos e implicados estamos los vascos. Nos va nuestra identidad en ello. Los compromisos del gobierno Zapatero no son más que eso. Y los compromisos pueden romperse o dejarse sin efecto.

Lo que en Euskadi se escenifica como un «abrazo» entre el PSE-PSOE y la izquierda abertzale, en realidad lo es de oso, y no es difícil discernir quién abraza a quién, quién sujeta a quién. Lo cual no facilita las cosas para que el proceso eche a andar.

Si la izquierda abertzale estuviera representada «legalmente» en el Parlamento Vasco no sería necesaria la o las mesas para la normalización. Nuestra «hoja de ruta» está trazada, aprobada de forma mayoritaria en el Parlamento Vasco.

La clave está en el reconocimiento del derecho a decidir como pueblo, derecho que ya han ejercitado otros pueblos en Europa con el beneplácito de la Unión Europea. -


 
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