BETIS 3
ATHLETIC 0

BILBO

La sensación que dio el equipo de Sarriugarte no es nada halagüeña. Aunque hay que reconocer que crearon más ocasiones que en su estreno, fueron demasiado blandos tanto a la hora de frenar al Betis ­Rivera tenía mucha libertad para pensar­ y en punta no había velocidad, claridad ni movimiento. La malicia y la agresividad son indispensables y en el Athletic brillaron por su ausencia.

El pesimismo se había instalado en el entorno tras el debut y esta derrota no va a hacer nada más que aumentar el número de escépticos. Se perdió de la peor manera. Un naufragio que puede acarrear que las dudas y el miedo a revivir la pesadilla de la última temporada, se apoderen de jugadores, técnicos y afición.

Y eso que el Athletic dispuso de cinco minutos de lucidez en los primeros compases del encuentro. El tanteo inicial se rompió al cuarto de hora con una acción que dio una confianza efímera al Athletic e hizo aflorar los nervios en el equipo de Irureta. Melli intentó entregar con el pecho un centro a su portero y al quedarse la pelota a media camino, Gabilondo se encontró con un «regalo», pero su disparo se fue al larguero. El Betis perdió el sitio durante varios minutos. Estaba sin rumbo y Yeste con un lanzamiento de la frontal fabricó otra ocasión clara. Los rojiblancos, sin embargo, no supieron dar la puntilla en el momento adecuado y la inercia se truncó en una jugada desafortunada.

En un barullo dentro del área tras un córner, la defensa del Athletic no despejó el balón y Juanito metió la pierna para adelantar a los locales. Era la primera vez que los verdiblancos se acercaban con cierto peligro. El tanto afectó demasiado a los leones que comenzaron a esconderse. Salvo un lanzamiento de falta de Yeste, no hubo más reacción. El equipo se desinfló mientras el Betis se fue imponiendo en el campo sin hacer nada del otro mundo. La presión en la medular decayó y Rivera podía moverse con más soltura. Sobis también dejaba detalles de su velocidad y técnica, y con ese bajón llegó el segundo.

Maldonado recibió en banda y con un precioso regate dejó sentado a Sarriegi. El canterano del conjunto andaluz se fue hasta la linea de fondo y Edú no desaprovechó su pase de la muerte. Seguro que el central de Lazkao se lleva muchos palos por esa jugada, pero el error viene de atrás. La falta de tensión en la medular a la hora de dificultar la salida de balón fue clave. No se puede permitir que el rival mueva el balón con tranquilidad y sin presión.

El deambular rojiblanco aumentó con el segundo tanto en contra y menos mal que llegó el descanso porque el encuentro estaba roto y el Betis tuvo opción de finiquitarlo.

A Sarriugarte no le quedaba otra y tuvo que modificar el equipo. Amorebieta y, sobre todo Urzaiz, entraron en la reanudación para dar más mordiente al equipo. Tiko también salió un poco más tarde para corregir el desaguisado. El resultado, sin embargo, continuó siendo el mismo. El centro del campo no carburaba. No se veían ideas. Por tanto, con el de Tutera arriba se buscó bombear balones sin encontrar fortuna. Aunque llegaron un par de ocasiones, el equipo en ningún momento ofreció la sensación de que podía dar la vuelta al marcador.