El anuncio de la posible coalición Ezker Batua-Aralar realizado por Javier Madrazo y Patxi Zabaleta nos cogió por sorpresa a mucha gente, incluida buena parte de las parroquias respectivas. El hecho de que quienes hasta la fecha no habían echado siquiera un baile juntos aparecieran ahora marcándose un tango rasgado sorprendió un tanto. Que Zabaleta afirmase además que, en el día a día, EB y Aralar coincidían en el 97% de la práctica política, fue algo que terminó de descolocar por completo al personal.
En el proceso de debate de Batasuna coincidí, grosso modo, con varios de los puntos políticos planteados entonces por la corriente Aralar, votando a favor de éstos: valoración de la lucha armada, modelo organizativo, participación institucionalŠ No compartí, sin embargo, las razones dadas para justificar su abandono del proyecto, por entenderlas insuficientes y, en buena medida, un tanto huecas.
Aun con todo, seguí compartiendo las declaraciones que Aralar siguió haciendo referidas a la necesidad de recuperar un único y plural espacio en el que se reuni- ficara de nuevo el conjunto de la izquierda abertzale, tal como se afirmó de forma expresa en el Reglamento Interno y Línea Política aprobada en su Congreso Constituyente.
En cuanto a EB, si bien no es mi fuerte, me intereso regularmente por lo que dicen y hacen a través de la lectura de sus textos y la observación de su práctica. Pues bien, repasando estos materiales se puede ver lo mal que cuadran sus contenidos con el anuncio de coalición a la que Madrazo ha dado, incluso, un carácter estratégico (www.ezkerbatua-berdeak.org: «Autogobierno y Estado Federal», «Euskadi en Europa»).
Sorprende comprobar cómo, por ejemplo, de las 45 páginas de que constan los dos últimos informes de su Consejo Político (3 de febrero y 24 de abril, anterior y posterior a la tregua), tan sólo se menciona a Aralar una vez y, en esa ocasión, es para meter su sigla en un mismo saco, junto al PNV, Batasuna, EA y la propia EB. Se afirma que todos estos grupos comparten un acuerdo sobre el derecho de las ciudadanías vasca y navarra a decidir su futuro en libertad, si bien, a la vez, se subraya que EB mantiene con todos ellos propuestas de futuro «claramente diferenciadas».
Por otro lado, que yo sepa, el trabajo político-institucional que en la actualidad están llevando estos dos partidos no presenta apenas ningún marco específico común. Así en la CAV la alianza básica de EB se da con PNV y EA a través de sus pactos de gobierno. Y en Nafarroa la apuesta política fundamental de Aralar, actual y futura, es con PNV, EA y Batzarre a través de Nafarroa Bai. Es decir, más bien parece que, en la práctica diaria, ésa a la que se refiere el 97% antes citado, son PNV y EA los grupos con los que, hasta la fecha al menos, más lazos han tejido tanto EB como Aralar.
El futuro electoral de estas dos fuerzas en las próximas elecciones forales y municipales de la CAV no muestra perspectivas muy halagüeñas. Empezando por Aralar, el porcentaje de votos alcanzado en las elecciones en las que se ha presentado (de las estatales de 2002 a las autonómicas de 2005) no ha dejado de disminuir. En cuanto a EB, su entrada en el Gobierno Vasco no le ha dado los réditos que pensaba, pues sus votos descendieron notablemente en las últimas autonómicas de 2005.
Por otro lado si, como esperamos, el contexto de las próximas municipales y forales se da en unas condiciones de legalización de Batasuna, de inicio de un pro- ceso de acercamiento y liberación de los presos y presas vascas, y de conformación de un marco de diálogo y negociación tendente a la búsqueda de soluciones de fondo para el contencioso vasco, es lógico pensar que tanto EB como Aralar sufrirán en sus propias carnes electorales los mordiscos derivados de las subidas que, en este contexto, tendrán presumiblemente el PSE (en perjuicio de EB) y Batasuna (con cargo a Aralar).
En cualquier caso, si de lo que se trata es de realizar una alianza para sortear el injusto y antidemocrático tope del 5% que impide la presencia de estas fuerzas en muchos lugares, nada habría que objetar a la misma.
Ahora bien, si esto es así, así debiera decirse y reconocerse, y no envolver este objetivo con milongas sobre la unidad de las izquierdas vascas, las coincidencias al 97% o el carácter estratégico de una alianza a la que se le ven las orejas por todos lados: pura conveniencia electoral ante un futuro que podría noquear proyectos que, a día de hoy, no están suficientemente asentados ni clarificados, como Aralar, o erosionar de forma muy importante a EB, a quien, por cierto, también se le canta un importante retroceso a nivel estatal.
Los portavoces de esa alianza ya han comenzado a hacer las cuentas de la lechera. En cualquier caso, obligado es decir que Patxi Zabaleta no ha andado muy fino últimamente en sus previsiones. En las europeas de 2004 anunció conseguir 200.000 votos, pero sólo logró la décima parte, y en las autonómicas vascongadas vaticinó cuatro o cinco escaños, pero sólo logró uno.
Por eso, cuando se escuchan de nuevo similares grandilocuencias, pensamos que éstas, lejos de atraer más votos, quizás sólo sirvan para que la caída sea más fuerte, una vez que los resultados electorales pongan a cada cual en su lugar. Y es que, por muchas rogativas y procesiones que se hagan, no por eso van a llover más votos sobre Aralar y EB, bien recen solos, bien en pareja.
Es una pena que en la actual situación la mayor parte de las fuerzas políticas vascas tengan como punto principal de sus agendas un único tema: elecciones y más elecciones. Como consecuencia, se está condicionando la participación en distintos foros (Eztabaidagunea, proceso de diálogo...) e iniciativas (presos y presas, euskara...) en base a la rentabilidad electoral que puedan tener las mismas. Lo electoral condiciona la práctica política. Los asesores de prensa lo dominan todo. Se engancha el carro por delante de los bueyes y los nobles animales alucinan ante tamaño despropósito. -
