Al igual que sucedió en Donostia con el cierre de los Astoria, la desaparición de los Mikeldi ha dejado a los aficionados un sentimiento de tristeza y cierto temor por el futuro de las demás salas. Varias generaciones de bilbainos asistieron al estreno de títulos hoy emblemáticos en la vieja y gran sala del Izaro. Adquirido en los años ochenta por el empresario alavés Iñaki Núñez, el Izaro se transformó en los Mikeldis, con cuatro salas, una de ellas de gran formato y sistema THX.

Araba Films, propietaria de los Mikeldi, ya cerró hace un año sus salas de Gasteiz. Aquel proceso fue bastante «agónico», según el programador de los cines, Ricardo López de Arroiabe, por lo que decidieron que el cierre de Bilbo se haría efectivo en cuanto empezaran los primeros síntomas. «Ni siquiera hemos querido esperar a estrenar la de los piratas. La cosa iba mal desde hace dos años, habíamos perdido más de la mitad de espectadores».

El edificio de los Mikeldi está en venta actualmente y podría convertirse en un Eroski o en una residencia de ancianos. «Se lo llevará el mejor postor, pero lo que está claro es que para cine no lo venderemos. Ya no hay suicidas como para eso», dicen sus propietarios.

Malas peliculas

Lo cierto es que en Bilbo el número de butacas por habitantes, lejos de sobrar, es bastante escaso. «Pero no sólo es un problema de espectadores, las películas tampoco atraen», asegura Arroiabe. En esto coincide Víctor Villanueva, propietario del circuito Coliseo, que con los Renoir, son las únicas salas que quedan en Bilbo. «Hay poco material, casi todo son segundas o terceras partes o adaptaciones de series de televisión. Hay pocas historias nuevas». Ni siquiera la piratería supera a este otro problema. «Hace daño, desde luego, pero la piratería no es decisiva. La crisis empieza por la producción, por la base: hay menos productos y no atraen al público».

La pérdida de espectadores comenzó hace cinco años, pero en los dos últimos se ha agudizado. El circuito Coliseo se ha visto a fectado por una bajada del 25% de espectadores. Víctor Villanueva espera que la crisis sea coyuntural. «Siempre ha habido bajones. Los cambios a las nuevas tecnologías nos afectan. El DVD, la piratería, nos ha hecho daño. Pero básicamente lo que nos ha llevado a esta situación ha sido la falta de un producto adecuado».

El circuito Coliseo posee salas en el centro de Bilbo y también en los centros comerciales del extrarradio. «Estadísticamente, hacemos más espectadores en Max Ocio que en el centro de la ciudad. Pero la tendencia se está invirtiendo y poco a poco los cines del centro van recuperando». Este circuito espera capear la crisis sin cerrar más salas ­tras la venta del solar donde se alzaban los Ideales, cuyos cines dejaron de funcionar hace ­, aunque ha frenado todos sus planes de expansión. El cierre de los Mikeldis conllevará que las taquillas del circuito Coliseo deban absorber casi todos los estrenos, pero, para tranquilidad de cinéfilos, los Multis seguirán con su programación dedicada al cine más minoritario. «Y si no hay sitio, el cine de menor calidad tendrá que pasar directamene a los complejos comerciales», asegura Villanueva.

Parece que el futuro es incierto para los exhibidores, que se quedan alrededor de un 50% del porcentaje de taquilla. «Y los gastos de explotación de nuestros locales son altísimos. Andamos con el agua al cuello. Sobrevivimos gracias a las palomitas», asegura el empresario de los Coliseo. Por si fuera poco, más pronto que tarde habrá que adaptar las salas al cine digital, lo que requerirá bastante inversión. «Se quedarán muy pocos. Y los que se queden será porque resistirán», sentencia López de Arroiabe. -