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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-09-17
El PP y sus aledaños vuelven a agitar los fantasmas del 11-M
Esta semana el PP ha vuelto a llevar al Congreso de Diputados sus «sospechas» sobre la participación de ETA en los atentados del 11-M. No lo dicen claramente, pero al calor de portadas de “El Mundo” y comentarios de la COPE, insisten en que se investigue lo que todos los investigadores ya han desechado.

El título no deja lugar a dudas. «ETA también estuvo allí» escribía hace una semana el diputado del PPJaime Ignacio del Burgo en su análisis político de las explosivas declaraciones de Emilio Suárez Trashorras al diario “El Mundo”. Un coctel sugerente. El diario de Pedro J., el partido de Rajoy y el acusado de haber proporcionado los explosivos con los que se perpetró la matanza del 11 de marzo de 2004, todos de la mano para seguir agitando los fantasmas de la implicación de ETA en aquel atentado.

En ninguno de los miles y miles de folios del sumario instruido por la Audiencia Nacional, en ningún informe de la Policía Española o de la Guardia Civil, en ningún documento del CNI o de cualquier servicio de inteligencia del mundo figura ni un solo indicio de ninguna conexión de ETA con las explosiones en los trenes de cerca- nías de Madrid. Y, pese a todo, hay quien no se resigna a aceptar la realidad.

Es difícil seguir ya la teoría conspirativa que vienen impulsando “El Mundo” por papel, la COPE por las ondas y “Libertad Digital” a través del ciberespacio. Por sorprendente que parezca, la cosa más o menos vendría a ser algo así como un golpe de Estado perpetrado desde los propios aparatos del Estado ­las «cloacas del poder», según Federico Jiménez Losantos­, en el que se utiliza a traficantes de drogas y explosivos controlados por la Policía y a traficantes de drogas y coranes de Lavapiés controlados por la Guardia Civil como mano de obra poco cualificada o simple pantalla. Luego, los islamistas son inducidos al suicidio en Leganés, para que no canten. El objetivo de esta conspiración sería apartar al PPdel Gobierno. ¿Por qué iban a querer eso algunos poderes del Estado? Podría ser para que ganara Zapatero las elecciones, sin que se sepa en qué les beneficiaría su llegada a la Moncloa. Podría ser también por infiltración de servicios de inteligencia de otros estados que ­según escribió en su día el director de “El Mundo”­ veían como una amenaza el peso que España iba tomando en el concierto internacional de la mano de José María Aznar y el PP.

Tampoco está muy definido qué papel jugaría ETA en todo esto, pero como fue la hipótesis que defendió el Gobierno de Aznar, Acebes y Zaplana, no conviene ya aparcarlo.

Como a la postre el principal beneficiario de semejante confabulación fue el PSOE, la acusación contra el Gobierno deRodríguez Zapatero es la de no querer llegar hasta el final en la investigación. Y ¿qué es llegar hasta el final? Pues tampoco se sabe bien, pero parece que consiste en acabar dando la razón a esta teoría.

Resulta llamativo que la cuestión del 11-M, que durante algún tiempo había estado silenciada, haya vuelto ahora con tanta fuerza a base de portadas de “El Mundo” con declaraciones de algunos de los implicados y del seguimiento que le hace el PPhasta formular una interpelación urgente el pasado miércoles en el Congreso. Para algunos analistas, los defensores de la teoría conspirativa tratan de quemar sus últimos cartuchos en el intento de desgastar al Gobierno de Zapatero antes de que en el juicio, al que pronto la Audiencia Nacional debe poner fecha, todas sus fabulaciones caigan como castillo de naipes.

Para otros, a esto se le debe añadir la intencionalidad de importunar en el avance del proceso abierto en Euskal Herria, volviendo a sembrar las sospechas sobre la participación de ETA en la matanza y la posibilidad de que Zapatero algo tuviera que ver con ello, como paso previo a «una rendición del Estado ante los terroristas».

Hay incluso quien ve en esta campaña un ajuste de cuentas interno en la derecha española. Un movimiento de determinados medios de comunicación y de sectores duros del PP que pretenden estrechar el margen de maniobra de Mariano Rajoy, provocar una derrota electoral y así acabar con su liderazgo transitorio que «quizá hasta el propio José María Aznar considere ya amortizado», según se podía leer en “Abc”.

¿En qué se basan las teorías de la conspiración? Supuestamente en los «agujeros negros» de la investigación. Dichos agujeros negros se han elaborado con declaraciones de los implicados españoles en la trama que han variado sus declaraciones a conveniencia cada vez que lo han necesitado. Por ejemplo, Suárez Trashorras ha modificado su versión de los hechos hasta en seis ocasiones. Además de confidencias de tan dudosa credibilidad, se ha echado mano de los puntos que siempre quedan sin resolver en una investigación de esta envergadura o de cuestiones que simplemente son falsas, como aquella que decía que había aparecido una tarjeta del Grupo Mondragón en una furgoneta, cuando en realidad era una cassette de la Orquesta Mondragón.

Contradicciones

Pero a los impulsores de la teoría conspirativa les importa bien poco contradecirse entre sí, e incluso cada uno de ellos consigo mismo. Así, por ejemplo, se intenta por todos los medios ligar a los traficantes de explosivos de Asturias con ETA, de forma que ahí hubiera una conexión, pero al mismo tiempo se pone en duda que el explosivo que estallara en los trenes fuera la Goma 2 ECO que salió de Asturias, sugiriendo que en realidad fue Titadyne y que la Goma 2 hallada en las furgonetas, en la mochila desactivada, en el intento de atentado contra el AVE y en la explosión de Leganés, podrían ser pruebas amañadas, parte de la conspiración.

Muchos de los mencionados «agujeros negros» tienen respuesta en el sumario del caso, pero los instigadores de la teoría de la conspiración obvian estas pruebas o las ponen en duda, y con eso les basta.

Al final, el objetivo es la propia persistencia de la duda. Los dirigentes del PP ­salvo los más exaltados, como Jaime Ignacio del Burgo­ evitan decir públicamente que hubo una conspira- ción para derribar a su gobierno o que ETA participó en los atentados. Aprovechando la ola que generan los medios que sí hablan en esos términos, se suben a ella con afirmaciones como la de «yo no sé si hubo o no conspiración en el atentado. Quiero que se investigue». Como lo que no existe no puede encontrarse, la petición de que se busque se mantiene permanentemente.

Como dice Del Burgo, «si Dios no lo remedia, dentro de 50 años tal vez haya españoles que se formulen la misma pregunta que hoy se hacen muchos americanos: ¿Quién mató a Kennedy?». Parece una confesión de deseos. Aunque como apunta un ex director de “Abc”, también «siete millones de norteamericanos dicen creer que Elvis Presley está vivo».



La batalla se traslada a los medios de comunicacion
La teoría de que el 11-M fue un golpe de Estado contra el PP tiene un claro impulso mediático. La lideran el diario “El Mundo”, la COPE ­sobre todo a través del director de su programa matinal, Federico Jiménez Losantos­ y la web “Libertad Digital”, propiedad también del locutor y columnista.

No es descabellado pensar que lo que realmente pretenden estos medios no es esclarecer la verdad. De hecho, es más que posible que ni siquiera crean firmemente las teorías que manejan públicamente. Hay quien sostiene que todo esto es una operación comercial y política, que lo que buscan Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos es convertir a sus respectivos medios en la referencia he- gemónica para el público de derechas, con los beneficios económicos que ello supondría, y con la capacidad de influencia que alcanzarían en la cúpula del partido que pretende representar a ese mismo sector social.

En esta disputa aparece claramente implicado también el diario “Abc”, del grupo Vocento ­propietario de “El Correo” y “El Diario Vasco”­, que se muestra abiertamente contrario a las teorías conspirativas y está alistado en una guerra sin cuartel contra “El Mundo” y la COPE. “Abc” ve que esta operación no sólo pretende robarle mercado, sino que arrastra consigo la credibilidad de las FSE y de la judicatura, y socava los cimientos del Estado.

Resulta llamativo que “La Razón”, tan beligerante siempre contra el Gobierno de Zapatero, en esta materia prefiera mantenerse al margen, limitándose a informar de forma escueta de las iniciativas políticas e institucionales que adopta públicamente el PP.

El que esta semana ha entrado claramente en liza ha sido el diario “El País”, en su papel de paladín del Gobierno. Ha dirigido su artillería contra la credibilidad de los implicados que están haciendo declaraciones a toda página en “El Mundo” y contra el propio diario sugiriendo que paga por esas versiones y por que se ajusten a sus deseos. Al mismo tiempo, ha buscado las contradicciones del PP, apoyándose en los altos cargos de las FSE que participaron en la investigación y que están molestos con que se ponga en duda su honorabilidad.


 
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