Brown convence en su discurso de sucesión de Blair
·Lamenta las diferencias con el primer ministro pero se desmarca del New Labour
No lo tenía fácil. Gordon Brown debía satisfacer a los suyos, aplacar a sus opositores y ofrecer alternativas sin escenificar una ruptura total con Tony Blair. Y lo hizo, alabándole pero desmarcándose del New Labour (Nuevo Laborismo). Todo apunta ya a que sucederá al actual primer ministro.
DUBLIN
El de ayer fue sin duda el más crucial de todos los discursos del ministro de finanzas británico, Gordon Brown. En él se jugaba su futuro como líder del Partido Laborista y el puesto de primer ministro británico en sustitución de Tony Blair. Era un discurso que tenía que satisfacer a sus seguidores, aplacar a sus opositores y ofrecer alternativas sin escenificar una ruptura total con la continuidad del régimen de Blair. Las casas de apuestas consideran que Brown ha cumplido y apuestan por que Gordon Brown sea el sucesor de Blair. El tributo a Blair quien afirmó a principios de mes que esta sería su última conferencia como líder del partido,y puede que incluso como delegado estaba claramente destinado a acallar a los que apoyan la candidatura de John McDonnell para el liderazgo del partido. El ministro de finanzas reconoció sus diferencias con Blair. «Siento que nuestras diferencias nos hayandistraído de cuestiones importantes, y sé que Tony también lo siente», concedió Brown dirigiéndose directamente a Blair, presente en el escenario durante los 37 minutos del discurso. El todavía líder laborista y primer ministro británico se unió en el aplauso final al discurso de Brown, asintió y sonrió durante la intervención del ministro de Finanzas en un intento de normalizar la situación en el partido, dividido por los enfrentamientos entre Blair, Brown y sus respectivos seguidores con relación a la fecha en la que el primero debe permitir la sucesión del segundo. Sin embargo, la oficina del todavía inquilino del número 10 de Downing Street se vio obligada a hacer pública una declaración negando que la primera dama británica hubiera exclamado «¡eso es mentira!» cuando Brown aseguró que servir bajo el mandato de Blair había sido un privilegio.
Líder «a la espera»
El de Brown ha sido un ejercicio de ventas, pero no de la agenda de partido, sino de su persona como líder «a la espera». El canciller de Finanzas aseguró que tiene la experiencia y los valores correctos para el trabajo y, para regocijo de los delegados laboristas, también el apetito para enfrentarse a los conservadores y a su líder, David Cameron. Brown sabe que tendrá que abrir las puertas de su vida personal y ofrecer una imagen más vulnerable que la hasta ahora presentada, tal y como en su momento hizo Tony Blair. Por ello se refirió durante su discurso a su infancia en Escocia, y apuntó a que es una persona reservada que se encuentra en la vida pública no a la búsqueda de fama sino por su deseo de cambiar las cosas. «Sé de donde vengo, en que creo y que puedo ofrecer», afirmó el ministro. En relación a su «programa de gobierno», Brown afirmó que en el futuro el Parlamento deberá decidir sobre la participación de tropas británicas en acciones militares, excepto en caso de emergencia, y aseguró que considera factible la idea de una constitución escrita en lugar del actual régimen británico de leyes y jurisprudencia. La descentralización del Gobierno a los ciudadanos e instituciones locales es una de las claves de su agenda. El discurso de Brown ha satisfecho las expectativas de aquellos que abogan por un cambio en el Nuevo Laborismo que devuelva algunos de los aspectos tradicionales al partido, como su relación con los movimientos sindicales, dañada por el giro a la derecha del partido bajo el mandato de Blair. David Prentis, líder del mayor sindicato británico, Unison, afirmó que el discurso ofrece una «visión basada en trabajar unidos, algo que no habíamos oído en mucho tiempo». Pero el que fuera ministro británico y uno de los cerebros del Nuevo Laborismo, el comisario europeo Peter Mandelson, se ha apresurado a advertir a los líderes sindicales que no imaginen que pueden usar las divisiones dentro del partido para recrear el poder del que disfrutaron con anterioridad a la llegada de Blair al poder. En la misma línea, advirtió de que el rechazo de la agenda del Nuevo Laborismo corre el riesgo de presentar al partido como deshonesto en sus actuaciones de los últimos años.
La cuestión irlandesa, sólo de pasada
DUBLIN «He oído a amigos del DUP decir que obtendrán mejores resultados con Gordon Brown. Francamente, es un espejismo lunar. Simplemente, no va a pasar», advirtió el secretario de estado británico Peter Hain, adelantándose a las expectativas que la elección de un nuevo líder laborista y primer ministro británico ha despertado en el seno del partido unionista mayoritario en el norte de Irlanda. Hain advirtió de que la marcha de Tony Blair marcará el fin de la política de puerta abierta del ejecutivo británico y abrirá «una nueva página para el norte de Irlanda», ya que aunque se espera que Brown seguirá la línea de Blair en relación con la situación norirlandesa, «no se encontrará en la misma posición, con las mismas relaciones» que su antecesor. Durante su intervención de ayer ante los delegados laboristas, Brown sólo se refirió al norte de Irlanda de pasada para aplaudir la gestión de Tony Blair. Ello reafirma la extendida creencia de que el conflicto actual en los Seis Condados no ocupa un lugar relevante en la lista de preferencias de Gordon Brown.
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