| ZURRIOLAN |
Son muchos años de festival y hay costumbres que son difíciles de cambiar, como la de vivir al día sin preocuparme de lo que anuncia la programación para el resto de las fechas.
El sistema de venta anticipada me ha hecho polvo, porque no sé calcular o prever cuando voy a tener un hueco para poder hacer una escapada a otras secciones. Fuera de la Sección Oficial, se nos pide a los acreditados que adquiramos las entradas de víspera o, en último caso, diez minutos antes del inicio de la sesión. El domingo a la noche ni siquiera tuve oportunidad de acercarme a la taquilla con dicho margen de tiempo, ya que desde tempranas horas se sabía que las localidades para la película-concierto de Neil Young estaban agotadas. Mi gozo en un pozo.
Comprendo que la dichosa venta anticipada es un antídoto eficaz contra las colas, pero suelen darse casos en los que se compra el ticket con tanta antelación que el día del evento en cuestión las ganas de asistir decaen, o simplemente surge un contratiempo, y el asiento queda vacío.
No quiero ni pensarlo, prefiero verlo como una plaga más de los anticipativos tiempos que corren, en los que hasta las críticas de las películas se hacen ya por adelantado. Fechas antes del inicio de esta 54 edición de Zinemaldia, en la página de internet ‘‘precriticas. com’’ aparecían los títulos de la Sección Oficial criticados y puntuados, así que no entiendo para qué me molesto en ir al cine si hay videntes que son capaces de juzgar cualquier película sin haberla visto. -