SECCION OFICIAL: «mon fils a moi», de Martial Fougeron
Freud se equivocó: no sólo hay quematar al padre, sino también a la madre
DONOSTIA
También hay que matar, y no precisamente de forma simbólica, a la madre, al menos a la que protagoniza “Mon fils à moi”, de Martial Fougeron.
Es un drama, pero un drama que podría adscribirse al género del terror más genuino, a ése «de atmósfera», que se desarrolla en ambientes cotidianos, en el seno del hogar incluso, y en el que los monstruos no son de látex o fruto de efectos digitales, sino de carne y hueso. Si la madre es el símbolo universal de la abnegación, de lo que significa darlo todo por la familia, ¿qué puede haber más monstruoso que una madre que, por exceso de amor, se convierta en carcelera de su hijo?
«Siempre me ha interesado indagar en la dificultad de las relaciones paternofiliales y el filme muestra un caso extremo de esa dificultad. La madre ama con locura a su hijo, pero lo ama mal», dijo ayer el director, Martial Fougeron. «Suele decirse que el infierno está lleno de buenas intenciones, y éste es un buen ejemplo», añadió la guionista, Florence Eliakim.
«Al principio pensamos que la violencia que ejerce la madre fuese más física, pero luego nos inclinamos por la psicológica. Así, presentamos situaciones que, una a una, no son significativas, pero que en conjunto resultan angustiosas». Tanto, que parte del público aplaudió en medio de la proyección, cuando el padre, «ausente» a lo largo de todo el filme, abofetea a la madre para impedir que siga maltratando al hijo.
«Esperamos que algunas madres y padres puedan verse reflejados no con el caso en su totalidad, que ya decimos que es extremo, pero sí en algunos detalles», dijo Fougeron.
Nathalie Baye es la madre, y el hijo, Víctor Sevaux, un chaval de catorce años debutante.
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