GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Kultura 2006-09-26
ZABALTEGI: NöMADAK TX de Raúl de la Fuente
«Es una road movie en la que los dos músicos buscan sonidos y voces y yo busco la belleza»
Comenzó haciendo videoclips de músicos como Compay Segundo, Rosana o la Vieja Trova, pero quedó prendado de algunas personas que conoció y derivó hacia el documental. «Nömadak Tx», su primer largo, resume esas dos pasiones: es un documental cuyo motivo es la música. La estrenan hoy en Zabaltegi y a partir del 11 de octubre estará en las salas.

Conoció a Harkaitz y a Igor, miembros de Oreka Tx durante la grabación del viodeclip del Nafarroa Oinez de Irunberri. Para entonces Raúl de la Fuente había trabajado con músicos cubanos y gitanos, porque, según él, en el son cubano y el flamenco manda el corazón. Cuando los txalapartaris de Oreka Tx le expusieron el proyecto de realizar un largometraje a partir de la convivencia con pueblos nómadas, le pareció un regalo.

­En alguna de sus comparecencias ha definido la película como una road movie.

Creo que, efectivamente, es una road movie en la que dos músicos viajan en busca de sonidos y de voces. Yo, por mi parte, viajo en busca de belleza, de personas y de identidades. De esas dos búsquedas de personas y de sonidos nace “Nömadak Tx”. Una vez montada, he tenido la impresión de que la película es como una canción, casi una partitura, una película hecha a base de impulsos del sonido, de golpes de sonido. El espectador podría cerrar los ojos y estoy seguro de que la entendería.

­Se podría decir que es una película sin guión previo.

Hay un planteamiento original, que es esa búsqueda de sonidos para hacer la mejor canción posible. Hay también unos destinos previstos que son India, Laponia, Marruecos, Tinduf y Mongolia. También está previamente establecido que vamos a juntarnos con músicos de pueblos en situación de minoría étnica o pueblos nómadas. El resto es pura improvisación, un ejercicio de libertad, de creación, de encuentro, de frescura, de nomadismo y de respeto. Si vamos a buscar a pueblos nómadas, tenemos que movernos como nómadas, con un equipo mínimo y tres personas. La frescura que tiene la película está provocada por ese modo de viajar. Sin embargo, en el montaje ha sido todo lo contrario: ha habido todo un ejercicio de filosofía de la txalaparta, un ‘escúchame, espera, que voy yo’, que ha estado muy presente, porque cada cual en su corazón tenía su película y cada cual ha tenido que luchar por su idea.

­¿Qué pensó cuando le explicaron el proyecto?

Tuve la sensación de que me hacían un regalo y sigo teniendo esa sensación después de haber hecho la película. Para mí tiene un toque mágico, es como si tuviera vida propia. He notado que cuando se le aplicaba algún elemento artístico que no era el apropiado, se revolvía y decía que no quería. Desde el principio sentía que estábamos haciendo algo especial, no voy a decir trascendente, porque no sé exactamente qué es trascender. Ahora que la veo en pantalla grande, me siento muy orgulloso y ellos también se sienten orgullosos, porque es una película muy especial. Estando trabajando en el montaje, una noche, solo, llegué a emocionarme y lloré.

­¿Por qué no relata alguna experiencia particularmente hermosa de alguno de los viajes?

Detrás de esta película está el concepto de nomadismo. Los viajes se estructuran de menos a más nomadismo. En la India nos encontramos con los adivasi, un pueblos de descastados o desfavorecidos, la casta más baja de la sociedad que fueron expulsados precisamente por pueblos nómadas que llegaron de fuera. Ahora dicen ellos que están por debajo del polvo que desprenden los zapatos de la gente. En Marruecos nos encontramos con los bereberes, nómadas del desierto, con sus problemas de fronteras, minas y de globalización. Nosotros somos nómadas por deseo de conocer, pero hay otros nómadas a la fuerza que son los emigrantes que pasan el Estrecho. Nos encontramos también con los saharauis, que son sedentarios a la fuerza, en los campos de refugiados. Y acabamos en Mongolia. Uno de los momentos más bonitos de esta película es el encuentro con dos miembros de la etnia chatán. Ellos creen que vienen de América del Norte y viven en la frontera de Rusia con Mongolia. Son unas 43 familias de pastores que están en un proceso de extinción. Después de haber pasado por la estepa de Mongolia, donde el rodaje nos salió tan redondo, decidimos probar suerte con esta etnia. Salimos a buscarles hacia Siberia y los encontramos. Anduvimos a caballo por las montañas y yo tuve la sensación de que se paró el tiempo. Nosotros tres dormíamos en una tienda de campaña y ellos dormían a la intemperie, junto a una hoguera. A la mañana nosotros nos despertábamos helados y ellos se levantaban tan campantes a pesar de la nevada. Unas montañas alucinantes, una hoguera y una nieve ocre... no había más. Sólo teníamos tiempo para gastar. ¿Qué hacíamos? Fumar y reírnos, tocar la txalaparta y jugar. No podíamos hablar con ellos, porque no conocíamos su lengua. Ese encuentro fue irrepetible y la despedida muy dura.

­¿Cree que con otro instrumento hubiera sido más difícil el contacto con la gente?

Es posible. Siempre es bonito viajar con músicos, porque llevan en la mochilla algo más que tú, llevan música que regalan cuando llegan. Pero la txalaparta es un instrumento especial. Ellos ven a tres tipos occidentales que viven en una sociedad más rica y esperan que toques un instrumento más sofisticado. Cuando ven que sacas unas tablas y dos caballetes, a veces se ríen a carcajadas. Eso provoca un ambiente especial. El único lugar en el que tuvimos un estreno un tanto frío fue en Laponia. Era domingo y decidimos tocar la txalaparta a la salida de misa. Era un pueblo con mayoría sami. Salieron todos ataviados con sus trajes tradicionales y nos ignoraron totalmente. Ahí nos reímos nosotros de nosotros mismos. Unicamente se nos acercó un niño.

­Ha dicho alguna vez que es un documental que se acerca mucho a la ficción.

Todo lo que pasa en ella es real, pero aún siendo un documental tiene tantos toques mágicos que a veces da la impresión de que se acerca mucho a la ficción. Es una película respetuosa que deja sacar a cada cual sus conclusiones, es muy limpia y austera.

­Ha tenido que grabar, por ejemplo, cabalgando a lomos de un caballo?

He tenido que grabar en situaciones límite. En Laponia, por ejemplo, hemos grabado a 30 bajo cero, se congelaban las lentes. Y también a caballo y a galope. Nos dimos cuenta de que al trote la cámara se movía mucho, pero que a galope es mucho más fácil sincronizar los movimientos.

­¿Qué ritmo tiene la película?

Tiene momentos tranquilos y preciosistas, momentos de contemplación y de reflexión y otros mucho más rápidos.

­Han sido experiencias que han acumulado en muy pocos años. ¿Le han marcado mucho?

Viajar con Harkaitz e Igor ha sido una experiencia que no olvidaré jamás. No recuerdo ningún momento malo. Ha habido momentos duros, pero ninguno que no nos diera un disfrute. -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Iritzia
Cadena perpetua y cinismo infinito
Euskal Herria
De Juana continúa en huelga de hambre tras aplicarle potasio después de atarle a la cama
Ekonomia
Muere un joven atrapado por una máquina en Abadiño y suman ya, al menos, 83 fallecidos
Euskal Herria
Los firmantes del Acuerdo Democrático animan a la ciudadanía a exigir la mesa
Mundua
Fuerte espaldarazo a la extrema derecha suiza
Euskal Herria
Prorrogan la condena a otros dos presos vascos, uno de ellos enfermo
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss