GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-10-01
Pablo Antoñana - Escritor
De lo mismo

Repaso mis apuntes viejos, en busca de material y encuentro cosas que ya traté con la terquedad del maestro de escuela que fui. El tiempo las dejó como si hubieran ocurrido por primera vez, y compruebo que, quitada la roña, pudieran ser novedad en este momento.

Los cambios son mínimos, los discursos los mismos, fatigosa monserga, ellos con su verdad a la postre mentira que envilece, los otros con la otra verdad sin prestigio, acosada y a la postre preterida. La ley suya, como suyos los tribunales de justicia, que dan la razón a quien no la tiene, y nosotros mudos espectadores del «gran teatro del mundo», asistentes al espectáculo que se sucede con la precisión con que el sol sale y se pone cada día. El discurso y la palabra, forraje de animal de granjería, herramienta para la domesticación del hombre, quién sabe si lo fue desde que se puso de pie y sintió miedo al saberse solo.

Aquí me doy cuenta de que escribo obseso sobre lo mismo. Pero obligado estoy a dar cuenta de la noticia que se repite hasta el asco: náufragos en alta mar que huyen del hambre, matanzas sin discriminar de mujeres preñadas, niños que fueron sorprendidos cazando pájaros, ancianos subidos a un burro confundidos por esos potentísimos ojos artificiales que escrutan sin equivocarse la noche, a la busca y captura de eso que llaman eufemísticamente ­pues de qué otra manera, si no­ «terroristas». Palestina, ese oprobio. Asesinos con licencia para matar, contraventores de la Convención de Ginebra absueltos o silenciado su crimen. Matanzas que no de bestias salvajes, sino de hombres que, para más inri, atribuyen su hechura a «imagen y semejanza de Dios» y justifican, si no bendicen, además de los cañones, la barbarie, pues la patria lo pide y es un pretexto para matar. El concepto de patria, invención moderna al par que «las naciones», es cosa del siglo XIX y tiene consideración de objeto sagrado, deificado, «Dios, Patria», que un lord inglés desmitificó cuando dijo: «la patria es el refugio de los granujas». El «todo por la Patria» acuñado en los años franquistas sigue en su sitio, no pasa el tiempo, pero hoy «las ciencias avanzan que es una barbaridad», y las «guerras por la patria» sustituidas por otras «guerras de religión». Si no, veamos atentos la polvareda levantada por las palabras del Santo Padre de Roma que, aunque ciertas, certísimas, también inoportunas, han provocado alboroto de gallinero. Dijo el eximio doctor en teología que «Mahoma... su orden de defender la fe con la espada». No mintió y por la espada el Islam llegó a las montañas de Asturias, a las islas Filipinas, pasando por Indonesia, Asia central y hasta las puertas de Viena, lo cual no exime de igual pecado a las sectas cristianas, la católica también. Calló la matanza de árabes en el asalto de Jerusalén por los cruzados (dicen de 9.000 muertos), las encomiendas y encomenderos, con imposición de la religión a los indios sometidos cuando la conquista de América, el exterminio de muchos miles (padre las Casas. La Reconquista (ésa que sirve de pretexto a Aznar para exigir a los árabes que pidan perdón por la ocupación durante ochocientos años, olvidando el esplendor de la cultura de Al Andalus, cuatrocientos mil libros en sus bibliotecas, mientras la cristiana le admiraba con envidia por entonces), tierra a tierra, a golpe de maza y siembra de muerte, por la «mitad monte, mitad soldado», acogidos a la advocación de «Santiago matamoros». Una cabeza mora degollada figura aún en los cuarteles de muchos escudos de armas. Y olvidó el Santo Padre de Roma la expulsión de moros y judíos, hoy se dice genocidio notorio, y la limpieza de sangre, la tortura en los pro- cesos inquisitoriales (sirvió de modelo a la denunciada por Amnistía Internacional en este país hoy mismo: «¿puedes reconocer a alguno de los presentes como quien te torturó?»; respuesta: «no, cubierto por un saco de plástico no vi a nadie, sólo oí sus improperios y sentí sus golpes»). Y la quema en la hoguera de los autos de fe de la Santa Inquisición, antecedente de los hornos crematorios, pero en pequeño, de Auschwitz y Dachau, y la masacre de protestantes, tres mil, pasados a fuego y cuchillo en la noche de San Bartolomé, «los hombres buenos» cátaros acuchillados sin compasión, contestando a quien intercedió: «en la otra vida Dios sabrá separar los suyos de los otros». Y sería largo el recitar las fechorías cometidas en nombre de un Cristo no evangélico, cosa que dejo para Karlheinz Dreschner, cuyos libros están vedados aquí.

Las cosas han cambiado poco, pues la cristiandad, al parecer está defendida por la fuerza de las armas en Irak, Afganistán, el Líbano, y así lo proclama enfáticamente el emperador Bush, jefe de los «neocristianos» evangelistas. No tiene empacho en decir que ha sido elegido por Dios, con quien habla, como un visionario medieval, para propagar la palabra de Dios y la democracia por el mundo. Tiene obsesión por destruir el mal (idea sacada de la lectura sin sosiego de las Sagradas Escrituras, y predica el ojo por ojo, el «ni olvido ni perdono» judaico) y amenaza: «será devastado cualquier país que albergue a terroristas», y combalachado con la Riverside Books Bible repartió (2001) miles de biblias a los soldados que en la operación «Tormenta del Desierto», combatían contra islamistas en Afganistán. A las cubiertas de las biblias les daban el color que correspondía al uniforme de cada cuerpo militar, ésta color caqui, ésta color café, ésta color chocolate. Y sobre la tapa el salmo 33, impreso en letra gorda: «Bendita sea la nación del que Dios es el Señor». Y a los soldados dispuestos a defender la fe cristiana en los campos moros de Irak, Afganistán y Líbano se les instruye, además del «sí señor, no señor» (“La chaqueta metálica”, Kubrick), a creer en la divisa del samurai: «la espada cuado se saca de la vaina es para usarla». La guerra, la espada, instrumento útil para convertir infieles a la religión verdadera, a la democracia verdadera.

Gacetilla. Sólo ha cambiado el atuendo del soldado, ya no se lleva el fusil «a la dragona», no se tortura quiebra de huesos, sino con bastones eléctricos y perros amaestrados, las armas de fuego tenidas en su inicio por cosas de gente cobarde, pues mataban de lejos, y no cuerpo a cuerpo, trajeron el cobarde misil Tomahawk, ciego pero certero, en la más negra oscuridad, los «proyectiles humanitarios» que, al no matar, los heridos «podían caminar» desechados. Los soldados ya no entran en combate «a la carrera y a la bayoneta»; hoy, dotados con aparatos ultravioletas en la cabeza, copian a los escarabajos. Al fusil Lafauceuex le siguió el inventado por Pablo Mauser, y ahora el kalashnikov masacra en Chechenia y en las guerras neocoloniales de Africa. -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Ekonomia
«Es indudable que LAB se ha convertido en sujeto para el cambio político y sociolaboral»
Jendartea
«Konbentzituta gaude azkenean ez dela errauste- plantarik egingo»
Kultura
El kurdo Ghobadi y el francés Fougeron compartieron la Concha de Oro
Euskal Herria
«Euskaraz ingo yeu, ingo ñeu» leloak euskaltzale andana bilduko du gaur
Kirolak
El árbitro se carga una noche mágica
Euskal Herria
La izquierda abertzale refuerza su apuesta por la autodeterminación
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss