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Gara > Idatzia > Kultura 2006-10-01
El kurdo Ghobadi y el francés Fougeron compartieron la Concha de Oro
«Niwemang/Half Moon», del kurdo Bahman Ghobadi, y «Mon fils à moi», de Martial Fougeron, fueron las grandes ganadoras de la 54ª edición del Zinemaldia. No sólo obtuvieron la Concha de Oro, ex aequo, sino que cada una se hizo con otro de los premios del palmarés. Tom DiCillo se llevó, por «Delirious», otros dos galardones, los correspondientes, además, al mejor director y al mejor guión. Quizá la gran derrotada fue «Copying Beethoven».

DONOSTIA

Poco después de que Jeanne Moreau hubiese dado a conocer en el Kursaal el fallo del jurado internacional, Fougeron y Ghobadi escenificaban su triunfo brindando juntos ante los periodistas en el hotel María Cristina. El francés, con champán, y el kurdo, con agua, tal y como ya hizo hace dos años, cuando se llevó su primera Concha de Oro del festival gracias a “Las tortugas también vuelan”.

El nuevo filme de Ghobadi, “Niwemang/Half Moon”, da cuenta de la peripecia de una familia kurda de músicos que, tras años de censura, se dirige a ofrecer su primer concierto en territorio iraquí. Su fotografía, a cargo de Nigel Bluck y Crighton Bone, también fue premiada por el jurado internacional del Zinemaldia.

Aunque la acogida de “Niwemang/Half Moon” ha sido, en general, más fría que la de su antecesora, “Las tortugas también vuelan”, el anuncio del premio fue bien recibido entre los reunidos en el Kursaal para escuchar el fallo. No sucedió lo mismo en el caso de la película de Martial Fougeron.

“Mon fils à moi” se basa en una relación extrema de amor/ odio entre una madre y su hijo. El principal personaje es la madre, a la que da vida Nathalie Baye. Su papel no sólo le ha valido la Concha de Plata a la mejor actriz, sino que ha sido clave para que el jurado decidiera conceder la de Oro al filme.

La «observación» de DiCillo

El caso de otra de las películas triunfadoras, “Delirious”, una comedia sobre el mundo del famoseo, es curioso. El jurado otorgó a Tom DiCillo los galardones correspondientes a la mejor dirección y al mejor guión, pero no la Concha de Oro. Ayer, en el hotel María Cristina, el norteamericano se mostró encantado, pero dejó caer que los jurados no se atreven a premiar comedias. «Se valora más algo que hace llorar que algo que hace reír», afirmó, y lamentó que Steve Buscemi, quien en su filme da vida a un paparazzi, no se haya llevado la Concha de Plata al mejor actor.

De hecho, esa Concha fue a parar al sevillano Juan Diego, por su papel en “Vete de mí”, película en la que interpreta a un actor veterano en horas bajas. Diego declaró estar «sorprendido de verdad» por el premio, y destacó que “Vete de mí”, dirigida por Víctor García León y cointerpretada por Juan Diego Botto, dos artistas que rondan la treintena, sirve «para enlazar generaciones». Afirmó que, «si el cine no sirve para eso, no sirve para nada».

El Premio Especial del Jurado recayó en “El Camino de San Diego”, la comedia de Carlos Sorín sobre el viaje que un peón de la provincia argentina de Misiones realiza a Buenos Aires para entregar un regalo a su ídolo: Diego Armando Maradona. «Hubo un tiempo ­dijo Isabel Coixet, en nombre del jurado­ en que los hombres y las mujeres tenían héroes, cuya existencia les hacía sentirse seguros. En nuestro siglo, los héroes están cansados, pero siguen siendo héroes. En esta película de Sorín, el héroe es un joven peón que admira a Maradona. Hemos seguido con entusiasmo su viaje con un regalo mágico para su ídolo. Es un viaje hacia la esperanza».

Con respecto a esta motivación del jurado, el propio Sorín hizo ayer tarde alguna matización:«La gente sale muy esperanzada de la película. Yo soy un poco más escéptico, porque vivo donde vivo, en Argentina. De todos modos, las películas ocurren en la mente del espectador. Si el espectador ve en la película esa esperanza, será porque está ahí».

El realizador argentino aseguró sentir «una alegría inmensa» por el premio. «Esto es como estar en la toma 2 de una misma escena», dijo, pues ya en 2002 ganó este mismo galardón gracias a “Historias mínimas”, primer filme de la trilogía que precisamente ha cerrado ahora con “El Camino de San Diego”. «Yo, como mecanismo de autodefensa, me decía ‘no va a pasar nada’, estaba en París y había hecho todo un plan para hoy completamente distinto, pero ya ven, aquí me tienen», añadió.

Sorín y la «depravación»

No cabe duda de que a Sorín le va de cine en el Zinemaldia, al que acude prácticamente cada dos años y del que siempre sale galardonado (también su “Bombón-El perro” obtuvo el premio de la crítica internacional). La Concha de Oro, sin embargo, se le resiste. Preguntado por si cree que se debe a que sus películas son comedias, lo puso en duda. «Pero, por si de ello dependiera, prometo que intentaré volver en 2008 con un filme sobre depravación», bromeó.

El Premio Nuevos Directores fue para “Fair Play”, ópera prima de Lionel Bailliu, en la que un grupo de yuppies pugnan por el control de una empresa. «Estoy muy feliz, es nuestro primer festival y el inicio de nuestra andadura no puede ser mejor», declaró el realizador francés momentos después de haber tenido noticia del galardón. «Creo que la decisión del jurado ha sido muy justa», añadió con sorna.

La «gran derrotada» de las películas a concurso en la Sección Oficial puede ser quizá “Copying Beethoven”, dirigida por Agnieszka Holland y protagonizada por Ed Harris. La película figuraba en la mayoría de las quinielas de la crítica y, sin embargo, quedó al margen del palmarés oficial y se tuvo que conformar con algún premio menor, como el otorgado por el Círculo de Escritores Cinematográficos.



Nathalie Baye fue clave en la decision del jurado

DONOSTIA

El palmarés no fue del gusto de todos y, como ya es costumbre, parte de los reunidos en el Kursaal para escuchar la decisión del jurado acogieron con pitos alguno de los premios, en concreto, la Concha de Oro concedida a “Mon fils à moi”. Al respecto, José Saramago, miembro del jurado, declaró en el halla del hotel María Cristina que «los premiados merecían mayor respeto».

«Algunos galardones ­explicó­ fueron otorgados por unanimidad y otros no, pero eso no es lo importante, porque es muy difícil que en todos los casos haya unanimidad. Lo importante es que el jurado, desde su punto de vista, ha atribuido los premios a los mejores filmes».

José Saramago aseguró que las deliberaciones tuvieron lugar en «un ambiente de simpatía enorme, con muchísimo respeto entre todos y, a veces, con vehe- mencia. Porque, claro, si a uno le ha gustado una película, la defiende con pasión. Pero puede ocurrir que gane o que pierda, y es en un jurado donde la democracia funciona de una manera impecable. Ahí todo se debate, se vota y se decide. El palmarés está ahí y me ha parecido muy merecido».

Otra integrante del jurado internacional, Isabel Coixet, explicó que había habido bastante acuerdo a la hora de elegir el palmarés, excepto en el caso de la Concha de Oro, por lo que, al final, resolvieron conceder dos. «Este ha sido sobre todo un festival de interpretaciones», destacó Coixet, de ahí que la concesión más polémica se haya basado en la «incontestable» actuación de Nathalie Baye, que calificó de «arriesgada y dura, en un papel tremendamente desagradecido». En similares términos se expresó el también miembro del jurado Manuel Gómez Pereira, quien destacó que Baye es el «motor» del filme y marcó decisivamente la decisión.



¡Viva María!
Mikel INSAUSTI

CRITICO

Mientras Brigitte Bardot se dedica a defender a los animales, Jeanne Moreau preside jurados, sin que se noten los cuarenta años trans- curridos desde que esta mujer de armas tomar hiciera la revolución para Louis Malle en su película “¡Viva María!”. Pero ya no necesita de la B.B. para hacer de las suyas, porque la que ha montado en Donostia ha sido bien gorda. El acta siempre suele hablar de decisión unánime, matización de conveniencia que descarga a nuestra poderosa heroína de la máxima responsabilidad y la transforma en una mera portavoz del Jurado.

Como en la lectura del fallo no se le podía escuchar con claridad, fue Isabel Coixet quien, con su voz más joven, le echó un cable en actitud claramente solidaria. Ella misma se había encargado la víspera de anunciar que el palmarés no iba a gustar, advertencia que, llegado el momento de la verdad, no sirvió para amortiguar el duro mazazo recibido. Tampoco es un consuelo que nos digan que se trata de una Concha consensuada, información redundante a sabiendas de que los premios ex aequo suelen ser fruto, por lo general, de una negociación entre dos partes enfrentadas.

Desconozco la correlación de fuerzas que se haya podido dar en las sesiones de deliberación, pero todas las miradas están puestas en Jeanne Moreau desde el preciso instante en que una película francesa, que no entraba en ninguna quiniela, se lleva los dos premios más importantes.

Es tremendo, ya que el fallo es doble, considerando que Ghobadi ganó una Concha merecida en su día y no tenía necesidad de andar ahora compartiendo otra, y menos aún a cuenta de una película a todas luces inferior a “Las tortugas también vuelan”. -


 
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