David BROOKS ("La Jornada")
Luz verde a la construcción de un muro de 1.200 kilómetros en la frontera con México
24 horas después de que diera carta de naturaleza legal a la tortura y a la indefensión absoluta de los detenidos, el Senado estadounidense aprobó el proyecto de construcción de la «Gran Muralla» contra la inmigración mexicana y de otros países latinoamericanos. Al margen de su efectividad real, puesta en duda incluso por cuestiones presupuestarias, este proyecto supone un paso más en la loca carrera de la Administración Bush por asegurarse el voto de la derecha en los comicios de noviembre. Las elecciones pasan. Los hechos califican realmente al «Imperio de la libertad».
WASHINGTON
El Senado de EEUU aprobó en la noche de ayer (madrugada en Euskal Herria) por 80 votos a favor y 19 en contra, la construcción de un muro doble de 1.200 kilómetros (700 millas) en la actual frontera con México.
La aprobación senatorial fue un triunfo de las fuerzas anti-emigración y de una mayoría de legisladores republicanos, al reducir el debate a un enfoque sobre los emigrantes como «amenaza a la seguridad nacional». Contó a su vez con el apoyo de senadores demócratas como la aspirante a disputar las presidenciales Hillary Clinton.
La Cámara de Representantes ya sancionó la medida y se espera la pronta promulgación de la ley por parte del presidente George W. Bush. Tras el visto bueno en el Senado, el muro se convirtió en el único elemento de la reforma migratoria en ser aprobado por el Congreso tras casi un año de áspero debate sobre la forma de controlar la llegada de inmigrantes.
Entre las principales disposiciones figura la construcción de 1.200 kilómetros de muro doble en la línea fronteriza en áreas densamente pobladas.
Incluye, además, el control de la frontera por parte del Departamento de Seguridad Interna (DHS) a través de una «reja virtual» con cámaras, sensores terrestres, aviones no tripulados y tecnología de vigilancia.
Otra de las cláusulas asigna recursos para la contratación de otros 1.500 agentes de la Patrulla Fronteriza.
La financiación del proyecto no está totalmente garantizada, toda vez que los congresistas aprobaron sólo 1.200 de los 6.000 millones de dólares que requiere la construcción de barreras físicas adicionales, mayor uso de tecnologías y vigilancia de la frontera. La úrgencia en aprobar este proyecto, incluso sin dotación presupuestaria, se inscribe sin duda en la estrategia electoral republicana de contentar a su base más derechista, intentando proyectar una imagen de dureza contra la inmigración y una «inquebrantable determinación para sellar» lo que para EEUU es su frontera sur.
Desde Texas hasta el Pacífico, los estados que albergarán este proyecto en sus zonas fronterizas son, entre otros, California, Arizona y Nuevo México, tierras mexicanas conquistadas por EEUU a México a finales del siglo XIX.
Las organizaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes ya han alertado de que el proyecto ha provocado el aumento del precio que cobran los coyotes (guías) por cruzar y han desplazado el lugar de entrada, internándolo aún más en el peligroso desierto.
Además, el proyecto incluye una cláusula que castiga hasta con 20 años de prisión a las personas que ayuden en la construcción de túneles fronterizos y con 10 años a quien permita edificar el túnel en terrenos de su propiedad e incluso a quien use el túnel para el contrabando de indocumentados, armas, drogas o productos ilegales.
Protesta de México
El Gobierno saliente de México envió ayer una nota de protesta a la Casa Blanca en la que recuerda que «los migrantes mexicanos, centroamericanos y de otras nacionalidades no son terroristas» y exige una solución «bilateral».
Bush sigue justificando la invasión de Irak
Amparado por sus recientes éxitos en el Congreso de EEUU, el presidente, George W. Bush, insistió ayer en la necesidad de mantener la ocupación de Irak «para no tener que enfrentarnos a los terroristas en casa». En su discurso radiado semanal, Bush insistió en restar importancia a los atentados que tienen lugar fuera del territorio de EEUU y negó la mayor al asegurar que «nosotros no creamos el terrorismo al luchar contra el terrorismo». -
Críticas a la inhumanidad y a la efectividad real del plan
WASHINGTON Las organizaciones de defensa de los derechos humanos denunciaron tajantemente la construcción del muro «por sus implicaciones inhumanas». Cecilia Muñoz, del Consejo Nacional La Raza, recordó que «los muros no solucionan nada» y que, por el contrario, contribuirán a más peligros para los foráneos que intentan entrar en EEUU, ya que buscarán senderos de mayor riesgo para poder cumplir su objetivo. El Fondo México Americano para la Defensa Legal y la Educación (MALDEF) expresó ayer su «más enérgica oposición» al muro porque «no contribuirá a mejorar el sistema de inmigración actual que se halla en bancarrota». Estrategia demócrata Divididos, los demócratas que votaron en contra ponen en duda la efectividad del plan. Howard Dean, presidente del Comité Nacional Demócrata, aseguró que el muro «es un gasto inútil de dinero que no soluciona el problema de los inmigrantes indocumentados». Afirmó que el visto bueno a esa obra dado por el Congreso, y los fondos asignados por la Cámara Baja el viernes para su realización, «constituyen actos políticos por parte de los republicanos para acarrear votos a su favor en los comicios legislativos del 7 de noviembre próximo». También el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, se unió al coro de voces contra el muro, señalando en un comunicado que «nosotros podemos construir el muro más alto en el mundo y no podrá arreglar nuestro sistema roto de inmigración».
|