SAO PAULO
Equipos de rescate entraron ayer en la espesa selva del estado brasileño de Mato Grosso para llegar hasta el lugar donde se estrelló un Boeing 737-800 de la aerolínea Gol, con 155 personas a bordo, y tratar de buscar poco probables supervivientes de la que ya apuntas como la más sangrienta tragedia de la aviación brasileña.
La aeronave despegó el viernes por la tarde de Manaos, capital del estado de Amazonas, con destino a Río de Janeiro y escala en Brasilia, pero desapareció de los radares cuando llevaba cerca de una hora y media de vuelo, tras un aparente choque con una aeronave menor.
Los restos del avión fueron encontrados hoy cerca de la reserva Capoto-Jarina, de los indios kayapó, en el Parque Natural del Xingú, unos 200 kilómetros al sudeste del municipio de Peixoto de Azevedo, en Mato Grosso (centro-oeste).
El brigadier José Carlos Pereira, presidente de Infraero, la empresa estatal que administra los aeropuertos brasileños, el avión al parecer cayó en picado y es poco probable que alguno de los 149 pasajeros o de sus seis tripulantes haya sobrevivido al accidente.
Otras versiones de autoridades de la zona donde cayó el aparato, no confirmadas oficialmente, informaron de que, al parecer, cinco personas sobrevivieron al siniestro, señalaron varias emisoras de radio.
«Es una angustia terrible. Dicen que encontraron sobrevivientes ojalá fueran ellos», esperaba Alessandra Campos, amiga de dos de los viajeros del aparato, entre ellos el copiloto.
Las escenas de dolor de los familiares se sucedían en los aeropuertos de Manaos, Brasilia, Río de Janeiro y Sao Paulo.
El avión, con dos semanas de vuelo, chocó al parecer contra un avión ejecutivo. ambos dotados de los más modernos sistemas de navegación. La avioneta pudo aterrizar.