Iratxe Fresneda
Lástima, se terminó
El festival se ha acabado. Quizás por eso la lluvia regresa a Donostia. Para recordarnos que el verano se fue con él, casi casi sin despedirse, y que habrá que esperar un año más para poder volver a vivir este ajetreo entre dulce y cansado. Como siempre, la mayoría de los que hemos trabajado aquí durante estos días estamos mal comidos y mal dormidos y tanto es así que creo que no seríamos capaces de aguantar un día más. Las despedidas y los «nos vemos el año que viene» se oyen en los lugares de encuentro habituales. Uno de ellos, el Kursaal, ha sido testigo de la lectura del palmarés, que como todos los años, ha recibido aplausos y abucheos por igual. Nunca llueve a gusto de todos, y siempre he pensado, aun estando en desacuerdo con algunos de sus dictámenes, que sus decisiones son respetables siempre y cuando no perjudiquen a la imagen del festival y no demuestren preferencias algo sospechosas. Pero también es cierto que una de las cosas más necesarias en este tipo de deliberaciones es que puedan tomarse libremente y alejadas de las presiones. Un jurado ante todo ha de ser libre, les pataleen o no. Me voy de Donostia tranquila, porque la mitad de la Concha de Oro se la ha llevado Bahaman Ghobadi. El es uno de esos cineastas que merecen mi respeto, así que como vosotros, cuando se estrene, acudiré a verla al cine. Y espero que las salas se llenen. Por su bien y por el del festival. Un festival que lo tiene cada vez más difícil con tanto gigante pisándole los talones. Espero que el camino que comienza hoy para la 55 edición, sea largo y rico en buenos acuerdos. Buena suerte. -
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