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Gara > Idatzia > Kultura 2006-10-05
Hannah Wilke, el cuerpo pionero de la revolución feminista del arte
El contexto histórico en el que Hannah Wilke (1940-1993) realizó sus vídeos, fotografías, performances y esculturas es inevitable para entender la esencia de la obra de la artista norteamericana. Reivindicar el género femenino frente al mito del hombre omnipresente en el arte fue una lucha constante en la vida de la norteamericana. Su cuerpo, en general, y su vagina, en particular, fueron iconos que utilizó para aunar arte y lucha.

GASTEIZ

Hannah Wilke quiso ser partícipe de aquella lucha. Corría la década de los setenta cuando en Norteamérica una primera e impulsiva generación de artistas americanas feministas quisieron luchar por medio de su arte contra la desigualdad, tanto en el ámbito social como artístico, de la mujer frente al hombre.

La mujer dejaría de ser un metro objeto en la historia del arte y para dar vuelta a aquella situación la vagina se convertiría en el elemento clave de la expresión artística reivindicativa. “Exchange Values” (“Cambia de valores”) es la retrospectiva que acoge un total de 60 obras de Hannah Wilke y en la que a través de su recorrido artístico cronológico muestra una mujer comprometida con los tiempos que corrían y con temas sociales como la denuncia de la opresión de la mujer o el fanatismo feminista, la dignidad de la vida humana, el dolor, la enfermedad o la muerte.

Terapia terminal

El cuerpo de Hannah fue su centro de arte. Artium acoge en esta muestra retrospectiva, que se puede visitar hasta el próximo mes de enero, las diferentes etapas de su obra artística. Su trayectoria se inicia con dibujos y esculturas de penes y vaginas realizados con materiales como el látex, chicle, cerámica o goma de borrar. «Ella ante todo se consideraba escultora, a pesar de haber desarrollado además otras disciplinas artísticas, y utilizaba materiales blandos con los que de un simple gesto de expresionismo abstracto surgiera su obra», explicó Laura Orgaz comisaria de la muestra.

A medida que avanzan los años su obra es espejo fiel de sus ideales y su vida. La concienciación de los derechos de la mujer, el rol social de la misma o romper con los estereotipos de belleza es lo que reivindica en sus fotos desnudas o sus performances. El cáncer que desde 1978 hasta 1984 sufrió la madre de Hannah, sin embargo, convierte en autobiográfica la muestra. Con imágenes de su madre semidesnuda, acechada por la enfermedad, Hannah reflexiona sobre la vulnerabilidad del ser humano y sobre lo efímero de la vida. Además de mostrar a su madre en los años más duros de tratamiento ­una vez le hubieran extirpado el pecho o sin cabello­, Wilke se vale de esculturas vaginales para hacer un juego metafórico sobre la vida y la muerte. La artista asemeja las vaginas como células sanas que dan vida frente a las cancerígenas que acaban con la de su madre.

Hannah Wilke se apartó de su trabajo temporalmente para cuidar a su madre. Pero a pesar de que la dureza de la enfermedad queda latente en la muestra que acoge Artium, las imágenes tomadas rinden un homenaje a aquella mujer, Selma Butter, y sobre todo sorprenden porque Hanna consigue dar otro sentido a la enfermedad. Al margen del dolor o el augurio de la muerte, la imagen de Selma trasmite una gran fuerza y dignidad. Hannah pretende rendir así homenaje a su progenitora y perpetuar de esta manera su recuerdo.

Sin embargo, poco tiempo más tarde de morir su madre a Hannah también le diagnosticarían cáncer. Como fuente de terapia Hannah, con la ayuda de su marido Donald Goddard, también quiso dejar una muestra del transcurso de su enfermedad por medio de su obra. Su cuerpo, herramienta de su trabajo, degeneraría. Donald Goddard, presente durante la rueda de prensa de ayer en el museo, añadió que «Hannah estaba muy comprometida con el arte y la sociedad. Su madre solía decir que Hannah pensaba con los ojos y que éstos nunca envejecen».

El físico por el que tantas críticas había recibido por parte de las feministas perdía ahora su esplendor pero aún así Hannah seguiría trabajando con él. Para ser feminista, según llegó a puntualizar Lucy Lippard, una de las críticas más célebres del momento, Hannah flirteaba y provocaba demasiado. Pero ajena a aquellas críticas continúo durante toda su vida valiéndose de su cuerpo, tanto cuando era joven como cuando estuvo enfermo.

El deterioro de su cuerpo en sus últimos años de vida es la parte más impactante de la retrospectiva. «Llegó a utilizar en su obra el pelo que se le caía por la enfermedad», reseñó Laura Orgaz. “Intra-Venus” enfrenta al espectador a la crudeza de la muerte y cierra la vida y obra de la que fuera una de las pioneras de la generación artística femenina de la América de los 70.



Demasiado guapa y muy buen tipo para ser feminista
A pesar de ser una pionera en el movimiento emergente del feminismo. Hannah Wilke, que utilizaba su cuerpo desnudo como herramienta de reivindicación, fue tachada por sus colegas de exhibicionista narcisista. «Decían que era demasiado guapa y que tenía muy buen tipo para ser feminista ­explicó Laura Orgaz comisaria de la retrospectiva­. Ella misma se consideró victima del feminismo». Ella siguió con sus desnudos aún cuando le diagnosticaron cáncer. -



Artistas coetaneas de los 70 impartiran charlas

GASTEIZ

Artium complementa la exposición “Exchange values”, de Hannah Wilke, con un ciclo de conferencias y otro de cine que ayudan a entender mejor la época en la que la artista norteamericana vivió y desarrolló su obra. La actividades darán comienzo en octubre y se sucederán hasta el mes de noviembre, inclusive, en el museo.

Las artistas Carolee Schneeman y Martha Rosler, feministas que desarrollaron su carrera en la década de los 70, la historiadora del arte Maite Garbayo y la profesora de Historia del Cine Garbiñe Ortega situarán el entorno social y creativo en el que Wilke desarrolló su obra. La conferencia de Garbiñe Ortega, prevista para el 2 de noviembre, servirá además de prólogo al ciclo organizado sobre el cine independiente de los años 70. Las proyecciones mostrarán la crisis social, política y moral de la sociedad norteamerica de la época en la que Hannah Wilke abordaba los mismos temas desde su militancia feminista.


 
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