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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-10-05
José Ramón Aranguren Iraizotz - Miembro del Consejo de Administración de «Egin»
«Creían que no nos íbamos a atrever»

El 15 de julio de 1998, Pobre de mí, el político juez Garzón, al frente de cientos de policías, nos detiene y cierra los medios de comunicación “Egin” y Egin Irratia. Al día siguiente el presidente del Gobierno español, José María Aznar, henchido de orgullo español, soltó la famosa frase: «se creían que no nos íbamos a atrever». No fue una frase para nosotros. En Nafarroa Garaia, y en Euskal Herria en general, sabemos desde hace siglos cómo se las gastan los mandatarios españoles de turno. Conocemos de primera mano su capacidad de exterminio y destrucción. Así que, de su osadía y de la de los suyos nos preservamos en lo posible, como se evidenció con la cobertura inmediata del espacio comunicativo del periódico gracias al esfuerzo de otras personas. Cinco años después insistieron en la misma vía cerrando “Euskaldunon Egun- karia” y deteniendo y torturando a sus directivos. Y volvió a suceder lo mismo.

Con todo, cerrar medios de comunicación, detener, criminalizar y torturar, no es lo peor. Lo peor es la anulación del derecho a la mera existencia como sujeto político de nuestro pueblo. La condena a la desaparición del pueblo más antiguo de Europa.

Tras haber convivido con mayor o menor comodidad con todas y cada una de las culturas, lenguas, imperios y civilizaciones que han paseado por Europa Occidental al menos en los últimos 3.000 años, llegamos a la era de los estados-nación yŠ O espabilamos o se acabó.

Los navarros ­léase vascos, vascones o éuskaros­, no pretendemos nada que no tengan ya ustedes, los españoles o los franceses. Somos vecinos y nos gustaría poder tener una fraternal convivencia europea. También ustedes conocieron la dominación por parte de un tercero. ¿Quieren que repasemos cómo narran ustedes en los libros de texto esos acontecimientos? ¿Desean que recordemos la mítica imaginería nacionalista que ustedes han apuntalado en el imaginario colectivo de sus respectivos pueblos?

Muchos vascos ­léase navarros­ estamos sufriendo en nuestras propias carnes el coste que nos quieren ustedes hacer pagar durante este nuestro proceso de reconstrucción nacional. En realidad, como se dice por estos lares, no pretendemos más que cubrir con un tejado medio aparente ­una casa del padre, decimos­, el txoko en el que a duras penas sobrevive, balbuceante y con estertores, el fuego materno. A ver si nos entienden. Para nosotros lo importante es el fuego, pero habida cuenta de que quien no lo protege con al menos un tejadillo se puede encontrar con que se le apagaŠ Eso sí, dejaremos que se arrime al fuego a todo chichifú ­no como otros­.

Bueno, pues resulta que hoy, tras ocho años y tres meses de espera en calidad de acusado de pertenencia a ETA, imputado en el sumario 18/98, juzgado pero sin juzgar, habiendo estado sin ya estar en esa lúgubre Audiencia Nacional tres días por semana ante un tribunal inquisitorial español ­y por consiguiente especializado en imponer los más ejemplares castigos a los independentistas navarros­, me atrevo a hacer una emotiva observación del proceso en cuestión.

Miro ahora desde mi nueva posición de procesado expulsado por el tribunal por motivos de salud ­excusa del tribunal y motivos espurios para mí­. Y cuanto más miro, más me parece que las estructuras jurídico-políticas del Estado español siguen rezumando franquismo en todo aquello que tenga que ver con la cuestión navarra ­léase vasca­. Sus jueces imparten justicia española a través de la fe que les merecen sus guardias civiles. Sus fiscales acumulan millones de folios, todos inculpatorios menos los que se pierden, mojan o nunca existieron, durante 25 ó 30 años, con los que acusan a 100, 400 ó 1.000 ciudadanas y ciudadanos vascos de formar parte de ETA.

La Audiencia Nacional española, asumiendo su labor en el entramado estatal que la creó y al que sirve, interpreta a su manera los hechos políticos de los últimos 30 años de nuestro país, contradice su propia jurisprudencia, regatea en los procedimientos y acepta sus risibles traducciones. Si aun así el castillo de naipes se tambalea, se van a la caseta donde guardan la otra baraja y se hacen trampas en el solitario. Son servidores del Estado, de su Estado. Certificarán lo que haga falta. Son la España eterna. Un plato que, catado por un navarro, genera pesadillas de hasta ocho siglos.

¿Que contradicen el criterio procesal de la propia Audiencia? No importa, sigamos. ¿Que contravienen la jurisprudencia de su Tribunal Supremo? Adelante con los faroles. ¿Que contravienen la jurisprudencia de su Tribunal Constitucional? Ya veremos, siga, siga. ¿Que contraviene la jurisprudencia del Alto Tribunal de Estrasburgo? ¡Y a mí qué me cuenta de Estrasburgo! Pero por amor de Dios, ¿no se da usted cuenta de que Estrasburgo no es España?

En este ambiente va y un policía revestido de perito argumenta ­y eso allí equivale a demostrar­, que la sección de los agurrak de “Egin” eran una tapadera de los avisos o contactos de miembros de ETA. Y como toda prueba, dice que en su día ellos intentaron vender una moto. Dice que no les dejaron y, claro, uno no puede por menos que pensar que pretende vendérnosla ahora, pero ampliada.

«Egin eguna»

Y como también de cosas sencillas y lúdicas se compone esa gran recuperación de nuestros derechos civiles y políticos, empecemos por recuperar algo que durante la existencia de nuestro entrañable “Egin” tuvimos en las campas de San Pedro de Altsasu: la celebración del “Egin eguna”. Rememorando aquel día pero sin olor a naftalina, hoy tenemos un gran motivo: celebrar una jornada por los derechos civiles y políticos. Esto es, un “Egin eguna” remozado, y más grande, porque hemos crecido en la adversidad. Nos hemos convertido en el 18/98 y muchísimo más. En tiempos, las cifras de eginzales en ese día rondábamos los 20.000. Este domingo, a las once de la mañana, comenzamos otra recuperación. Por si creían que no nos íbamos a atrever.

Nota final

Kaixo jokin: A la semana de dejarnos por esas circunstancias de la vida y su final, me encontré que caminaba tras de ti, a tu encuentro. Hubiese sido lo que muchas veces nos hemos contado, bromeando con el futuro incierto al que estábamos abocados, pero queriendo pasarlo juntos debido a nues- tras circunstancias de edad y enfermedad. Sin embargo, en el último segundo, pensé que si no hacía un esfuerzo por sacudirme aquello de encima y regresar a la vida activa en Euskal Herria, en el encuentro contigo me esperaba una mirada afilada y crítica por haberme dejado llevar. Sirvió. Así que aquí estoy de nuevo; con la misma disposición de siempre y, si quieres, con redobladas ansias de contribución. A la vuelta, la primera persona que me dio el ongi etorri fue Itziar. Seguro que estabais confabulados. Esa prueba me valió para firmar otro contrato de 20 años prorrogable. Os debemos tanta entrega a los dos... Bi musu. -


 
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