Acompañamiento al proceso vasco
Cualquiera que conozca mínimamente la esfera internacional sabe que para que se produzcan expresiones efectivas de apoyo a un proceso del calibre de las que estamos viviendo en las últimas semanas es necesario un trabajo previo importante. Casi nada de lo que ocurre en el ámbito diplomático es casual, y conseguir que sumen su voz personalidades de reconocido prestigio en favor de un proceso como el vasco exige de muchas complicidades y, por descontado, de un trabajo callado y discreto que se prolonga durante meses, cuando no durante años, a la espera de que se den las circunstancias propicias para que todo ese esfuerzo que se ha sembrado arroje sus frutos.
Durante largas décadas, el ámbito internacional ha sido escenario de un trabajo intenso por parte de los estados, y en particular del Estado español, en su intento de difuminar las raíces históricas y la vertiente política del conflicto. En ello centraron sus muchos recursos diplomáticos y de influencia económica los gobiernos del PSOE y los del PP, tratando de multiplicar al máximo su mensaje unilateral en relación a la causa vasca. Con muchos menos recursos y muchos más obstáculos, agentes políticos, institucionales, sociales y sindicales de Euskal Herria, junto a algunas personalidades independientes, han intentado durante ese mismo tiempo combatir el propósito de desfigurar la cuestión vasca. En medio de la vorágine de ilegalizaciones, con la mayoría de los medios de comunicación participando de la fiebre criminalizadora, no ha sido tarea fácil, sin duda, explicar en los últimos años en el ámbito exterior la existencia de un país que aspira a ver reconocidos sus derechos.
Sin embargo, bien puede decirse que ese trabajo ha merecido la pena y que las gentes que se han implicado a fondo en el mismo han hecho una aportación de cuya importancia dan cuenta frutos como los logrados por el Foro Nacional de Debate, y que tienen hoy un exponente claro en el trabajo que desarrolla el Friendship, con la vista puesta en situar a Bruselas como garante del proceso democrático.
La Unión Europea tiene experiencia en la materia, ya que articuló diversos programas de ayuda al proceso irlandés, que ha sido una referencia inequívoca en Euskal Herria desde que echara andar, hace más de una decada, y que ahora, de forma pública, es referente también para Madrid, como lo evidencia la cumbre que reunió a Blair y Zapatero en vísperas de que se emitiera un informe de la Comisión de Verificación sobre el compromiso del IRA con el proceso de paz irlandés, que promete ser un revulsivo para el Acuerdo de Viernes Santo.
Entre esa reunión hispano-irlandesa y el debate en la Eurocámara, llegaba ayer una declaración internacional de apoyo al proceso suscrita por dos ex presidentes, el italiano Francesco Cossiga y el portugués Mario Soares, tres líderes de partido, el irlandés Gerry Adams, el sudafricano Khalema Motlanthe y el mexicano Cuauhtemoc Cárdenas, y un Premio Nobel de la Paz, el argentino Alfonso Pérez Esquivel. Estas personalidades, además de reconocer los primeros pasos dados por ETA, el Gobierno español y las fuerzas políticas, sociales y sindicales de Euskal Herria, llaman a erradicar las causas y los efectos del conflicto en el marco de la resolución y normalización democrática. Aunque corresponde a los agentes vascos hacer este proceso, las sucesivas muestras de apoyo exterior no pueden sino dar brío al trabajo que desarrollan hoy cara a fraguar los compromisos precisos para propiciar un diálogo multipartito. Este aval internacional les obliga, al tiempo, a estar a la altura de la confianza depositada por organismos y personalidades internacionales en el proceso. Finalmente, este apoyo exterior debería servir a los estados para, sacudiéndose presiones internas e inercias del pasado, dar pasos efectivos en el compromiso de respetar el derecho a decidir de los vascos y vascas. -
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