En el informativo de la tarde del canal televisivo francés con más audiencia, la privatizada TF1, una de las informaciones más destacadas es que con la llegada del frío hay que ponerse a limpiar las chimeneas, no vaya a ser que la casa se llene de humo. De seguido, el presentador de este mismo telediario asegura que el consumo de las vísceras de ovinos y bovinos va en aumento entre los consumidores galos, una información que sin duda cambiará el signo de la Historia.
Ayer me pasaron el mapa mediático de la adorable República francesa. Un estremecimiento me recorrió el espinazo de la libertad de prensa. El oligopolio de los medios de comunicación se acerca peligrosamente al monopolio. Entre el grupo Lagardère, Vivendi Universal, Bouygues Télécom, Crédit Mutuel, la constructora aeronáutica Dassault, la familia Lemoine y Rothschild copan todo un universo mediático que trabaja para un mismo director general, el capital.
Del derecho a la información y de la libertad de prensa hemos pasado al simple y llano objetivo de las cifras de negocio, de los beneficios netos, del capital. Ni la veracidad ni la honestidad informativa ni la pluralidad de opinión. A la deontología la compraron con dinero. Y con la prensa fiel al talonario se lanzan las campañas mediáticas, se doblegan gobiernos o simplemente se ganan las elecciones en beneficio del capital.
Mientras, la prensa que en cierto modo libra la batalla por la independencia mediática y comunicativa, se hunde. El semanario “Politis” se verá obligado a bajar la persiana si sus responsables no consiguen un millón de euros en un mes. No hace falta ser analista económico para presagiar el final.
Como tampoco hace falta serlo para comprender hacia dónde camina la sociedad francesa. Sin la crítica mediática, sin el contraste informativo, con el bombardeo consumista y la alienación hacia el individualismo promovidos desde las multinacionales que controlan los medios, cada vez será más difícil movilizar a la sociedad gala en torno a valores de justicia y de solidaridad. Y donde dice gala léase occidental.
Que los informativos hablen de chimeneas sucias o de vísceras comestibles no es para tomárselo a risa. Mucha mala prensa no es sinónimo de pluralidad, ni de libertad. Es sólo síntoma de una sociedad intoxicada, enferma, infectada por el virus del capital. El antídoto está en nuestras manos. Sólo hay que hacerlo circular. -