La Federación Mundial de la Salud Mental ha elegido como lema para el “Día Mundial de la Salud Mental” que se celebra hoy, “Enfermedad mental y suicidio. Concienciar para reducir los riesgos”. El suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad, aun siendo una de las tres principales causas de mortalidad en todo el mundo. Sólo en Europa mueren cada año 58.000 personas por suicidios consumados.

Las tasas de suicidio registradas en el Estado español son de 10,7 por 100.000 habitantes. Los registros estadísticos arrojan en el 2004, último dato disponible, 29 suicidios consumados en Navarra. Las cifras de los intentos no consumados pueden multiplicarse fácilmente por diez. Muchos intentos de suicidio ni siquiera llegan a ser considerados como intentos y no acuden a los servicios de urgencias de la red sanitaria pública, perdiéndose en el anonimato del ámbito familiar.

Persiste toda una serie de mitos e ideas erróneas que rodean esta trágica circunstancia. Es una falsedad que las personas que se suicidan o lo intentan quieran morir. El principal deseo de la mayoría de ellas no es morir sino poner fin a su dolor, a un sufrimiento insoportable e interminable. No son ni cobardes ni valientes. Son simplemente personas que sufren, que no encuentran la ayuda adecuada a tiempo de evitar la tragedia.

Sin embargo, el suicidio no es más que la punta del iceberg de un estado de infelicidad. Vivir permanentemente con el estrés de no lograr alcanzar unos mínimos básicos de bienestar personal y social genera miedo e impotencia y conlleva importantes consecuencias psíquicas y físicas. Estudios realizados por científicos norteamericanos sobre la salud en las capas sociales más desprotegidas demuestran el impacto del estrés en el cerebro humano que utiliza el metabolismo para deshacerse de sus dañinos efectos, provocando una notable incidencia de enfermedades crónicas, accidentes y muertes prematuras en grupos sociales en situación de vulnerabilidad.

La felicidad o infelicidad no es una cuestión meramente personal. Existen factores económicos y políticos que en las sociedades occidentales generan cada vez más estrés y ansiedad, al no poder cubrir expectativas básicas de bienestar, desatando importantes dosis de agresividad que acaban dirigiéndose hacia otras personas, fruto de la impotencia ante situaciones que superan la capacidad de afrontamiento.

Los factores de riesgo de suicidio son numerosos y diversos, especialmente cuando interaccionan entre sí. Los factores sociodemográficos se centran en perfiles como la edad y el sexo, que es predominantemente masculino en los suicidios consumados. En los intentos e ideación suicida las tasas femeninas pueden llegar a ser superiores. Otros factores medioambientales como la soledad, el desarraigo e inmigración, el paro forzoso, antecedentes familiares, hechos vitales estresantes como: pérdida de seres queridos, problemas familiares, escolares, laborales como el empleo precario e inestable, financieros o jubilación son riesgos a tener en cuenta.

Los factores clínicos constituyen riesgos importantes a considerar como: el padecimiento de una enfermedad crónica, grave, trastornos neurológicos o discapacidad permanente.

Existe una fuerte relación entre enfermedad mental y suicidio. Con un riesgo mayor en las fases tempranas de la enfermedad, especialmente en el periodo que sigue a los primeros ingresos. Entre el 80% y 90% de los suicidios consumados y un 40% de los intentos de suicidio en nuestro país se refieren a personas con uno o más trastornos mentales.

En el Día Mundial de la Salud Mental, queremos resaltar la importancia de la interacción de factores personales y psicosociales a la hora de reducir los riesgos de suicidio en la población, especialmente en los grupos sociales en situación de vulnerabilidad. La reducción de los riesgos es posible y está relacionada con otros factores que actúan como protección contra el comportamiento suicida.

Factores de protección personal como habilidades de resolución de conflictos, la comunicación interpersonal, la confianza y apertura a nuevos conocimientos y experiencias que nos aporten otras personas del entorno y factores de protección psicosocial como: el apoyo familiar, la participación en redes de apoyo comunitario que tiene un efecto positivo en la partici- pación y normalización social, sin olvidar el papel fundamental que juega la adecuada atención integral bajo el principio de continuidad de cuidados relacionados con la salud mental.

Hacemos un llamamiento público para superar la incidencia del suicidio consumado y de las conductas suicidas en la población

Llamamos a la sociedad navarra a que ofrezca una verdadera posibilidad de integración social a los colectivos sociales en condiciones desfavorables. Le pedi- mos a nuestra sociedad que rebaje el espesor de sus prejuicios, que reduzca su desconocimiento sobre los trastornos mentales y las personas que los padecen. Que salga de la indiferencia hacia quienes en una situación de desesperación o sufrimiento interminable piensan, intentan o consuman el suicidio. No olvidemos que detrás de cada situación o conducta incom- prensible sigue existiendo un ser humano y un miembro que forma parte de nuestra sociedad.

Llamamos a los agentes sociales y económicos a que reduzcan la competitividad exacerbada, la precariedad laboral, la deslocalización geográfica, la inestabilidad y el sobreesfuerzo desmedido para alcanzar unas cuotas de beneficio económico tan escasamente repartido. Les llamamos a que rebajen el estrés y el nivel de incertidumbre en el ámbito laboral, a que apoyen económicamente las investigaciones científicas sobre las enfermedades graves, a que apoyen, más allá de la imagen, las redes de soporte social y las entidades que trabajan desde el altruismo y la solidaridad. Les invitamos a que promuevan la inversión de los beneficios que genera esta sociedad cuyo mercado explotan.

Hacemos un llamamiento a las instituciones navarras. Les pedimos un ejercicio de gobierno desde la inteligencia, con ideas y proyectos que cubran las expectativas ciudadanas, que superen la mera gestión y cuadre presupuestario de lo que venga dado por la coyuntura económica. Les llamamos a que paren el descenso de la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente de los que tienen menos oportunidades o son más vulnerables. Les pedimos que arreglen las averías sociales con medidas estructurales y dejen de utilizar parches de contención.

Llamamos a que tengan seriamente en cuenta las decisiones de los ciudadanos en cuanto a las expectativas de accesibilidad, universalidad y gratuidad de los cuidados y prestaciones sanitarias y sociales y de la continuidad de esos cuidados y su extensión a las familias que soportan una importante carga de trabajo y económica para sostener el cuidado de personas con enfermedades crónicas, especialmente de las personas con trastornos mentales graves. Les pedimos que dirijan sus actuaciones hacia la formación y mejora de los recursos sanitarios especializados y su coordinación con otros dispositivos de apoyo comunitario y judicial para mejorar el abordaje de este reto.

Es responsabilidad de todos, la nuestra como colectivo afectado que debe mejorar su actuación de soporte comunitario y acción de sensibilización social, la de la sociedad en general como centro impulsor de cambios para mejorar el bienestar y de los poderes públicos como representación de nuestra voluntad soberana dotada de las herramientas ad- ministrativas y presupuestarias para poner en marcha medidas de prevención que reduzcan los riesgos psicosociales y consecuentemente las intenciones, intentos y suicidios consumados. -