OSLO
«La paz duradera no puede lograrse si no se consigue abrir un camino para que amplia parte de la población salga de la pobreza», señaló el Comité del Nobel en el veredicto que explicó ha decidido premiar con el Nobel de la Paz de este año a una persona Muhammad Yunusy a una organización el Grameen Bank que se «esfuerzan por un desarrollo social y económico desde abajo». La base de su trabajo es la concesión de los llamados microcréditos, que se dirigen especialmente a las mujeres. Lo que hace algunas décadas parecía un sinsentido desde el punto de vista de cualquier banquero, conceder créditos a personas sin recurso alguno, se ha convertido, como señaló el Comité, en «un instrumento importante en la lucha contra la pobreza».
El Grameen Bank es una entidad que sólo concede créditos a los más pobres, que se convierten además en accionistas de la entidad. El accionariado suma ya 3,8 millones de personas, el 98% de ellas mujeres.
El Comité Nobel señaló que los «microcréditos se han convertido en una importante fuerza de liberación en sociedades en las que las mujeres tienen que luchar contra un entorno social y económico represivo». Las mujeres que toman estos préstamos, que no requieren avales, suelen ser personas sin tierras.
«Cada individuo en la Tierra tiene el potencial y el derecho de vivir decentemente. Yunus y el Grameen Bank han demostrado que hasta los más pobres de ente los pobres pueden trabajar para salir adelante», señaló el Comité.
El economista premiado y el Grameen Bank han demostrado que para lograr el objetivo de erradicar la pobreza, «los microcréditos deben desempeñar un papel más importante», señaló el Comité Nobel en una abierta invitación al mundo financiero a seguir este ejemplo.
Yunus, director ejecutivo del Grameen Bank, nació en Bangladesh en 1940, es musulmán no practicante y estudió Ciencias Económicas en Nueva Delhi. Posteriormente amplió sus estudios en Estados Unidos con becas de las instituciones Fullbright y Eisenhower.
Volvió a su país en 1972 para dirigir el departamento de Economía de la Universidad de Chittagong. Fue allí donde se dio cuenta del abismo que existe entre las teorías que enseñaba y la realidad. La exigencia de una garantía a la hora de conceder un préstamo excluía a todas las personas pobres de esta posibilidad.
Decidió prestar el equivalente a 27 dólares de su bolsillo a un grupo de mujeres que malvivían con la artesanía de bambú. Tras comprobar que le devolvieron puntualmente el préstamo, empezó a concebir su idea y en 1976 creó un banco cuyos clientes fuesen pobres y cuya única garantía de pago fuese su palabra. Fue un éxito rotundo.
Hoy el Grameen Bank ha conseguido implantar su modelo en 22 países y sus beneficios han alcanzado ya a once millones de pobres de todo el mundo. En su país natal, 22.000 empleados de Grameen Bank trabajan en 38.000 aldeas. La primera reacción de Yunus al conocer la concesión del premio fue de incredulidad. «No puedo ni creérmelo. Es una noticia fantástica no sólo para mí, sino para todas aquellas personas en el mundo que han recibido un microcrédito y para todas las mujeres que trabajan para nosotros y que han hecho un éxito del Grameen Bank», explicó. «El Nobel de la Paz es lo más grandioso, simplemente fantástico para el Grameen Bank, para Bangladesh y para los pobres de todo el mundo», insistió.
Economía y paz, relacionadas
Anunció que usará su parte del galardón 1,1 millones de euros para crear una compañía de elaboración de alimentos de bajo coste y altamente nutritivos para los pobres. El resto del dinero se invertirá en la construcción de un hospital oftalmológico para los pobres. Por otro lado, consideró «lógico» haber recibido el Nobel de la Paz en lugar del Nobel de Economía. «La economía y la paz están directamente relacionadas, los problemas en gran parte del mundo están causados por razones económicas», apuntó. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, se mostró «encantado» con la concesión del Nobel de la Paz a Yunus y al Grameen Bank, a los que calificó de «pioneros del movimiento de los microcréditos y viejos aliados de Naciones Unidas en la causa del desarrollo y de la concesión de derechos a las mujeres».
A juicio de Annan, «los microcréditos han demostrado su valor como vía para que las familias con pocos ingresos pongan fin al círculo vicioso de la pobreza, para que crezcan las empresas productivas y para que prosperen las comunidades», así como para «ayudar al mundo a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio».
El presidente del Banco Asiático de Desarrollo, el japonés Haruhiko Kuroda, consideró el trabajo de Yunus y su banco «un orgullo para todos», porque «llevar fortaleza y esperanza a millones de pobres es, sin duda, la mejor de las causas».
El presidente francés, Jacques Chirac, celebró la concesión del Nobel de la Paz como un reconocimiento a «una obra excepcional al servicio de la solidaridad, el desarrollo y la paz». La canciller alemana, Angela Merkel, elogió la concesión del premio por representar el «compromiso social del empresariado». El Gobierno español felicitó a Yunus por haber «puesto su talento y su trabajo al servicio de una economía justa para las clases más pobres».